Los 20.000 euros del Huesca-Nàstic que hicieron caer la trama
La concentración en Málaga de las ganancias por el partido llevaron a la policía hasta unas escuchas que destaparon a Aranda
Menos de cuatro horas antes de que comenzara el Valladolid-Valencia del 18 de mayo, el exfutbolista Carlos Aranda, presunto cabecilla de la red de amaños desarticulada en la Operación Oikos, llamó a su prima Maca, que trabaja en uno de los locales de los que es propietario, para indicarle que apostara 10.000 euros. Le dijo que jugara una combinada a que el Valencia ganaba ese partido y el Getafe, el que le enfrentaba en el Coliseum Alfonso Pérez al Villarreal. Y le insistió en una advertencia: “No lo digas en voz alta, Maca, que no te puede escuchar nadie”. Y también: “No te puede ver nadie, Maca, nadie”. Un año antes, en un Huesca-Nàstic ahora célebre, el secreto se extendió y los 20.000 euros que ganaron apostando los amigos malagueños de Aranda terminaron con el exfutbolista de El Palo y Raúl Bravo detenidos.
Ahí fija el sumario del caso, al que ha tenido acceso EL PAÍS, el principio de la caída de la sociedad de los exfutbolistas que se conocieron en la cantera del Real Madrid a finales de los noventa. La Operación Oikos nació sin nombres: dos informes de la UEFA alertaron a LaLiga y la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) de graves anomalías en los mercados de apuestas, según decían pruebas “claras y apabullantes” de que el encuentro estaba amañado. El asunto acabó sobre la mesa de la Unidad Central de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la policía, que identificó a los ganadores de las apuestas. Los que más se habían llevado eran todos de Málaga.
Allí se fueron con los nombres y allí les dijeron que les sonaban. La policía de Málaga llevaba otras pesquisas por tráfico de drogas y blanqueo de capitales y cuenta a la UDEV que los apostantes de la lista que les llevan “tendrían una relación directa o indirecta con el principal investigado en las diligencias previas 122/2017”, es decir, Carlos Aranda.
Además de identificar al presunto proveedor de los chivatazos, los agentes de Málaga les cuentan que tienen “intervenciones que contienen conversaciones en las que los amaños de los partidos son una realidad”. Llevan tiempo escuchando a Aranda, y han determinado ya el importante papel de Raúl Bravo en la trama: “Yo, por ejemplo, con Raúl Bravo soy socio, y lo que es mío… lo mío es la mitad de él, y lo suyo la mitad es mía… Si está claro, si invertimos, invertimos los dos; él pone el trabajo y yo pongo el dinero”, dice Aranda en una de las grabaciones.
Entre los nombres que llevaron a la UDEV a Málaga se encontraba