El Pais (Pais Vasco) (ABC)

De Pebble Beach a Valderrama

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Rahm vuelve a jugar en España la próxima semana. Después de ser campeón del Open nacional del curso pasado en el campo de la Federación, donde fue el gancho que reunió a 50.000 seguidores, competirá del 27 al 30 de junio en el Masters de Valderrama. En 2018 llegó directamen­te del Masters de Augusta, comprometi­do como estaba con el Open de España, que finalmente ganó. Ahora llegará más descansado después de ser tercero en Pebble Beach para retar a Sergio García, el campeón vigente. y la nueva madurez adquiridas. “Ha pasado de estar descontrol­ado a estar bajo control, a aceptar el error. Es todavía muy temperamen­tal, no es Koepka. Es un toro bravo. Se cabrea y lo expresa cuando no le entran unos putts seguidos, pero que en cuatro vueltas de un US Open haya tenido dos momentos de perder los nervios supone una mejora muy importante. Tendrá sus sube y baja, pero los baja serán menos frecuentes. Esa madurez le va a permitir sacar más rendimient­o a su juego”, analiza Gervás.

Disfrutar de la vida

Rahm continúa dando pasos hacia su objetivo declarado: ganar grandes y ser el número uno del mundo. Nunca ha escondido esa ambición, una declaració­n de intencione­s que ha sido su combustibl­e pero que a la vez le ha cargado de presión y expectativ­as por su propia exigencia de ser el mejor, y serlo ya. El proceso normal de quemar etapas para cualquier deportista ha mezclado mal con sus prisas. De ahí los gestos de ira y esa sensación de que en cualquier momento el volcán podía entrar en erupción. Hasta que ha sido esa excesiva presión la que le ha obligado a parar unos días antes del US Open, no tocar nada los palos de golf y resetearse mentalment­e. Estaba agotado de cabeza.

“Soy bastante adicto al trabajo. Me gusta entrenar, estoy todo el día entrenando, sin parar, pero tuve que parar, dejar los palos, irme a la despedida de soltero de un amigo en Las Vegas y disfrutar de la vida como el hombre de 24 años que soy”, explicó Rahm después de su tercer puesto en Pebble Beach con cuatro vueltas por debajo del par (69, 70, 70 y 68) y 18 birdies en el torneo. De no haber pasado hasta ahora el corte en un Abierto de Estados Unidos al podio. “Necesitaba un descanso mental. Después de tres años compitiend­o al límite, estaba en la reserva. Me ha venido bien”, dijo.

Es otro pasito más en el aprendizaj­e personal y golfístico de esta fuerza de la naturaleza que lucha por controlars­e. Ya sabe Rahm que la vida no se acaba en el golf. Ahora prepara su boda, asentado en Estados Unidos, mientras en su mente va dando formas a lo que está en su ADN: ganar y ganar.

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