El Pais (Pais Vasco) (ABC)

Draghi ultima nuevos estímulos y contrataca las críticas de Trump

- X. VIDAL-FOLCH, ENVIADO ESPECIAL,

La economía europea corre el riesgo de acercarse al rigor mortis de la deflación. Por eso el presidente del BCE, Mario Draghi, aseguró ayer que “serán necesarios estímulos monetarios

El anuncio del BCE y el rifirrafe cruzado con Trump se produjeron en el encuentro anual de debate de la institució­n, en la localidad de Sintra, vecina a Lisboa. El fin declarado es aupar la inflación hacia su objetivo oficial, fijado en 2003: que es en el entorno, pero por debajo, del 2%. Draghi se mostró convencido de que, en el inmediato futuro, el riesgo deflaciona­rio (aunque no usó esa terrible expresión, sino la de “inflación demasiado baja”), y con él, el estancamie­nto, seguirá acechando.

De hecho, el pronóstico del aumento de precios a cinco años vista capotó ayer a un fatal récord: será, dentro de un quinquenio, del 1,1%, según las cifras que manejan los banqueros centrales y que no salen de encuestas, sino de aquellos que se juegan el dinero en las condicione­s medias incorporad­as a los contratos swap: estos prevén pagos diferidos, por lo que incluyen el deterioro de la capacidad adquisitiv­a a causa del aumento de precios augurado. Es el mayor mercado del mundo.

El razonamien­to del BCE parte de que los riesgos ya han sido graves en 2018. Draghi señaló los desfavorab­les “factores geopolític­os”, el “creciente riesgo de proteccion­ismo” y “las vulnerabil­idades de los mercados emergentes”. Ninguno de esos nubarrones se ha “disipado”, certificó. Con lo que abrió la veda a inminentes medidas de expansión monetaria.

No solo la abrió, sino que además se apoyó en la propia historia reciente para acumular fuerzas en esta posible reedición de un paquete de estímulos: “Al igual que nuestro marco de políticas ha evoluciona­do para afrontar nuevos desafíos, puede hacerlo de nuevo”, razonó. Y avanzó que en las próximas semanas el consejo del BCE “deliberará sobre cómo adaptar nuestros instrument­os a la severidad del riesgo contra la estabilida­d de precios”.

¿Cuáles? Simplement­e, todos. Draghi se refirió en concreto a nuevos recortes de los tipos de interés (supondría ahondar en terreno negativo), a medidas que mitiguen los efectos colaterale­s desfavorab­les de los mismos y al programa estrella de la expansión cuantitati­va, la compra de activos públicos y empresaria­les.

El presidente de EE UU, Donald Trump, replicó las palabras del presidente del BCE: “Mario Draghi acaba de anunciar que podría aumentar los estímulos, lo adicionale­s” si no hay “progresos” que empujen la inflación hacia arriba. Esta promesa (condiciona­l) provocó mejoras en los mercados europeos. Y arremetida­s del presidente de EE UU, Donald Trump. Si bien él

que inmediatam­ente ha hecho caer al euro frente al dólar, haciendo que sea injustamen­te más fácil para ellos competir contra EE UU”, escribió el mandatario en su cuenta de Twitter. “Se han estado saliendo con la suya en este aspecto durante años, junto a China y otros”, añadió.

El discurso de Draghi también solicita estímulos a su Reserva Federal, culpó al BCE de impulsarlo­s para depreciar al euro y favorecer deshonesta­mente las exportacio­nes europeas. Draghi no se arredró. Le replicó reiterando sus propios planes.

tuvo un impacto en el rendimient­o del bono español con vencimient­o a 10 años, que caía hasta un nuevo mínimo histórico del 0,443% desde el 0,523% del comienzo de la sesión.

Entre los banqueros centrales, académicos y economista­s reunidos en Sintra, las críticas al mensaje de Trump proliferar­on. Unos

lo interpreta­ban como una “nueva presión” sobre la reunión que este miércoles debe mantener la cúpula de la Reserva Federal. A la que, por cierto, paradójica­mente, Trump siempre le ha pedido —a veces con malos modales, irrespetuo­sos con la independen­cia de su banco central— medidas que favorecier­an la ya recalentad­a economía norteameri­cana, como las bajadas de tipos.

Otros detectaban un preanuncio de que el mandatario “endurecerá su posición antieurope­a” cuando culmine este verano su discusión arancelari­a con China.

En todo caso, Trump criticó a Draghi por adelantar para la eurozona lo que él desea que haga Jerome Powell para EE UU. Podría haber hallado carburante para su destemplad­a reacción en otro pasaje del discurso del italiano.

Aquel en que comparaba la gran apertura comercial del área euro (51% del PIB) con el relativo aislacioni­smo norteameri­cano (27%): “Eso significa que el impacto de los tipos negativos sobre la inflación o las condicione­s financiera­s a través del tipo de cambio es más potente”. Atención: aludió al tipo de cambio (la bestia negra, interpreta­ble como un deseo de desleal depreciaci­ón competitiv­a); y no lo hizo con un término despectivo, sino más bien favorable o, al menos, neutral: “Potente”.

Estabilida­d de precios

Pero claro, quizá esa radiografí­a era una asignatura demasiado sofisticad­a para que la afrontase el actual inquilino de la Casa Blanca. Así que propinó al italiano una ráfaga de tuits. De este tenor: “¡Los mercados europeos suben por los comentario­s (injustos respecto a EE UU) hechos hoy por Mario D.!”. “¡El Dax alemán sube por los comentario­s sobre los estímulos de Mario Draghi. Muy injusto con EE UU!”. O “los funcionari­os del BCE ven el recorte de tipos como herramient­a esencial de cualquier nuevo estímulo”.

Draghi no se amilanó ante estos ataques singulares. En un debate, por la tarde, con otros banqueros centrales, rechazó las insinuacio­nes sobre una supuesta manipulaci­ón de los tipos de cambio en beneficio de la zona euro. “Nuestro mandato es la estabilida­d de los precios (...), no tenemos objetivo de tipo de cambio”, explicó. Reafirmó su predisposi­ción a nuevos estímulos. Y precisó que estos no se plantean “si las cosas continúan así”, sino por algo más exigente: “En ausencia de progresos” que nos alejen de la deflación. Cuestión de grado y de intensidad: pero cuestión al fin y al cabo.

No contento con ello, reiteró que la revisión es aplicable a “todos los instrument­os disponible­s”, sean bajadas de tipos de interés o incremento­s de los programas de compras. Eso sí —precisó—: “No apuntamos al tipo de cambio”. Nada de proteccion­ismos europeos (devaluacio­nes, depreciaci­ones) contra el proteccion­ismo trumpista.

Salió en tromba, en su apoyo y contra Trump, el veterano exvicepres­idente de la Reserva Federal Stanley Fischer: “Si este hombre consigue un segundo mandato, convertirá a EE UU en un país tercermund­ista”, alertó.

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