El Pais (Pais Vasco) (ABC)

La carretera que simboliza el abismo entre las dos Colombias

El cierre de la Vía al Llano, entre Bogotá y el oriente del país, refleja sus problemas de infraestru­cturas

- FRANCESCO MANETTO,

Menos de 86 kilómetros unen Bogotá, a unos 2.600 metros de altitud, y Villavicen­cio, a 470. El salto entre la capital de Colombia y la puerta al oriente del país siempre ha sido más que geográfico. Esa brecha simbólica está representa­da por la carretera que comunica las dos ciudades y que, sin atascos ni derrumbes, supone un recorrido de unas tres horas. Un tráfico normal es, sin embargo, la excepción. Las lluvias y los desprendim­ientos de tierra azotan de forma casi constante la llamada Vía al Llano, que lleva décadas en obras de mejora y que ahora, tras el enésimo desplome, permanecer­á cerrada al menos tres meses.

El corte de esta autopista, por la que transitan a diario 11.000 vehículos, deja al descubiert­o una de las asignatura­s pendientes de Colombia en tiempos de paz: las infraestru­cturas. El Gobierno de Iván Duque anunció una inversión de 37 millones de dólares en el tramo más afectado. “Es una intervenci­ón bien fuerte por la alteración de la hidrología de la montaña”, dijo la ministra de Transporte, Ángela María Orozco, a Caracol Radio. Además, hay una población, Guayabetal, con al menos 2.000 habitantes en riesgo.

La estrategia del presidente, desde el lunes en viaje oficial por Europa, está dirigida a atraer inversión extranjera también en infraestru­cturas. Duque presentó en Londres un paquete de 28 proyectos, que van de la primera línea de metro de Bogotá a aeropuerto­s o carreteras; obras que, en su conjunto, necesitarí­an más de 15.000 millones de euros.

Las comunicaci­ones son una prioridad en un país con más del 90% de territorio rural con orografía accidentad­a y amplias extensione­s de selva virgen. Su antecesor, Juan Manuel Santos, puso en marcha tras la firma de la paz con las FARC en 2016 un plan que llamó la “revolución de la infraestru­ctura”, pero dejó el cargo con entre 135.000 y 170.000 kilómetros de vías secundaria­s y terciarias a menudo en condicione­s precarias. Esos caminos no son solo esenciales para la economía, sino también para facilitar el acceso del Estado a zonas golpeadas por un conflicto de más de medio siglo. Detrás de las carreteras está el comercio, la integració­n, la lucha contra el narcotráfi­co.

El Meta, el departamen­to al que ahora se podrá llegar desde Bogotá solo a través de vías alternas y trayectos de hasta 12 horas, es de alguna manera la huerta y la despensa del centro del país. El cierre de la autopista al Llano ya ha provocado una grave crisis del sector agropecuar­io. Las autoridade­s locales han solicitado al Ejecutivo que declare la emergencia económica en la región que, según su gobernador­a, Marcela Amaya, sufrirá pérdidas de casi 500 millones de dólares.

“Hemos invitado a que tengamos una concertaci­ón con todos los grupos de interés, con todos los grupos afectados. Hemos anunciado medidas económicas, hemos aumentado frecuencia­s aéreas [con el aeropuerto de Villavicen­cio], pero somos consciente­s de la angustia que pueden tener miles de compatriot­as”, concedió el mandatario, que para evitar una crisis escenifica­rá un acercamien­to al territorio y celebrará un Consejo de Ministros en Meta.

El Gobierno promete que no habrá problemas de desabastec­imiento de gasolina. Dentro de tres meses, si no hay más retrasos, la vía volverá a funcionar. Pero quedan casi 80 puntos críticos que requieren una inversión de unos 77 millones de dólares (unos 68,5 millones de euros) que el Estado aún no ha destinado.

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/ J. D. (EFE) Un operario observa los efectos de un derrumbe en la vía entre Bogotá y Villavicen­cio, el 14 de junio.

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