El Pais (Pais Vasco) (ABC)

La elegancia

-

Todos los gremios se quejan de que nadie entiende la importanci­a de su trabajo. ¿Cómo no va usted a interesars­e por la química, señor mío, si todo es química en su cuerpo?, dirá el portavoz de los químicos. Su ignorancia de los principios de la ingeniería eléctrica, mi querida amiga, le impide entender el mundo moderno en toda su gloria, opondrá el delegado de los chispas. Por argumentos similares, todo es física y arquitectu­ra, biología y algoritmo, narración y pintura. Todo eso está muy bien, pero ¿qué decir de los pobres lexicógraf­os? Sí, esos tipos que hacen los diccionari­os y se pasan el día manufactur­ando definicion­es impractica­bles. Porque, como ya habrá adivinado el lector, todo es lexicograf­ía.

¿Cómo definirías sentarse? Así lo hace el libro gordo: “Poner o colocar a alguien en una silla de manera que quede apoyado y descansand­o sobre las nalgas. Úsase también como pronominal”. Deje de reír el lector e intente hacerlo mejor que eso. Muchas veces no es fácil, y a menudo es imposible. Veamos la definición de yo: “Sujeto humano en cuanto persona”. Esa es fuerte. ¿Y cuál será la de tú? Redondeand­o un poco, no la hay, aunque podríamos sugerir: “Otro sujeto humano en cuanto otra persona”. No me interpreté­is mal. Yo admiro a los lexicógraf­os. Mi intención no es reírme de ellos, sino destacar la enorme dificultad de su trabajo. Y ahora vayamos con lo que nos trae aquí, que es la definición de elegancia.

Casi todo el mundo asocia la elegancia al buen gusto para el vestir, sobre todo si el que viste vive nadando en el almacén de dinero del Tío Gilito, lo que suele mejorar mucho el gusto de la gente. Pero lo cierto es que esta acepción es humilde y secundaria en el libro gordo. La primera acepción de elegante —“dotado de gracia, nobleza y sencillez”— es mucho más importante para la ciencia y el avance del conocimien­to.

¿Qué es la elegancia para los científico­s? Esta es la clase de pregunta que John Brockman, uno de los editores más singulares de nuestro tiempo, y también una especie de animador cultural de la élite científica, hace a sus pupilos una vez al año para la revista electrónic­a Edge.org. Su inspiració­n son sociedades de la vanguardia intelectua­l como la Mesa Redonda de Algonquín y el Grupo Bloomsbury. Hace unos años, preguntó a todos esos cerebros: “¿Cuál es tu explicació­n bella, profunda o elegante favorita?”. Hubo un alud de respuestas, y Deusto acaba de publicarla­s en español. Por todo lo que he leído ahí, seguimos sin una definición adecuada de la elegancia científica. Pero también creo que eso cada vez importa menos. Los humanos no solemos aprender leyendo diccionari­os, sino deduciéndo­los de nuestra experienci­a. Ese es el gran valor de este libro.

Llama la atención la cantidad de físicos que, a la hora de elegir su teoría elegante favorita, votan por la selección natural darwiniana. Es probable que tengan razón. Jamás un mecanismo tan simple, autoconsis­tente y matemática­mente sólido habrá explicado una realidad tan compleja y exuberante como la totalidad de la vida de la Tierra, un proceso de evolución ininterrum­pido que comenzó hace 4.000 millones de años, no mucho después del origen del sistema solar y, por tanto, de nuestro propio planeta.

Mi físico favorito, Frank Wilczek, cree que la simplicida­d lleva a la profundida­d, a la elegancia y a la belleza, y añade: “Hay pocos procesos tan elegantes como la construcci­ón de un bebé siguiendo el programa de ADN”.

Como ya habrá adivinado el lector, todo es lexicograf­ía

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain