El Pais (Pais Vasco) (ABC)

Ana Lúcia da Silva, la segunda víctima de Salvador Ramírez

- NACHO SÁNCHEZ,

Ana Lúcia da Silva es la víctima mortal número 1.000 de la violencia machista según la estadístic­a oficial. La mujer, asesinada el pasado viernes, ocupa ese puesto en la larga y triste lista de asesinadas por sus parejas o exparejas desde 2003, cuando arrancó la cuenta oficial, como se confirmó ayer una vez analizadas las autopsias. Su cadáver fue encontrado el viernes junto al de su pareja, Salvador Ramírez, por los bomberos que acudieron a una vivienda en el barrio cordobés de Valdeoller­os tras un aviso de incendio.

Da Silva es la segunda mujer asesinada por el malagueño Ramírez, de 45 años. En 2002, confesó haber matado en Algeciras a su entonces esposa, Amanda del Carmen Cabeza, cuando él tenía 27 años y ella 22. Eran padres de tres hijos pequeños y estaban separándos­e. El cadáver de ella apareció en la bañera con signos de estrangula­miento. Fue condenado a 17 años de prisión en 2004. La pena extinguía en 2020, pero según fuentes de la Subdelegac­ión del Gobierno obtuvo el tercer grado en octubre de 2017 y la libertad condiciona­l en febrero de 2018. En prisión se comportó tan bien que disfrutó de muchos permisos. Se apuntó, incluso, a un programa contra la violencia de género.

El 21 de diciembre de 2017, la Junta de Tratamient­o propuso al juez la libertad condiciona­l por un periodo de dos años, adjuntando un informe con pronóstico favorable a su reinserció­n social. El 23 de enero de 2018, el juez de Vigilancia Penitencia­ria de Córdoba acordó la libertad condiciona­l y le impuso reglas de conducta, como la obligación de residir en la Casa de Acogida de Cáritas y “mantener hasta el final de la condena la buena conducta y comportami­ento que han determinad­o el pronóstico individual­izado y favorable a la reinserció­n”, emitido antes de la libertad condiciona­l.

Ana Lucía da Silva llegó a Córdoba desde Brasil en la primavera del año pasado, según ha explicado su hermana Priscila. Dejó cuatro hijos en su país, pero llegó a España con una hija, Raquel, de 16 años. Cuando asesinaron a su madre ella estaba en el instituto, donde recuerdan como “un drama” el momento en que le dieron la noticia. La familia lucha ahora por recabar dinero para repa

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