El Pais (Pais Vasco) (ABC)

Una madre asesinada, una hija maltratada

- J. MARTÍN-ARROYO,

La noche de Reyes de 2003 Diana Yanet Vargas murió estrellada contra el suelo. Su pareja culminó las agresiones continuas lanzándola por el balcón, como antes había caído un árbol de Navidad desde ese mismo segundo piso. Y como antes se habían oído gritos y peleas. Diana tenía una hija de cinco años. Fue la primera mujer en la estadístic­a oficial de víctimas de violencia machista y la hija, como drama heredado, también ha sufrido maltrato.

Era colombiana, tenía 28 años y vivía en Fuengirola (Málaga). Qué le pasó por la cabeza nadie lo sabrá nunca, pero cinco días antes de morir cogió a la niña y la llevó a Madrid para que viviera con su padre, del que se había separado años antes. “Fue su forma de sentir el peligro y protegerme. Quizá se dio cuenta de lo que venía”, dice Laura Betancurt, que hoy tiene 21 años y ha escapado a tiempo del maltrato físico y psicológic­o de su exnovio. “Siempre me he considerad­o fuerte y muy empoderada después de la muerte de mi madre. De repente, tras seis meses de relación, estaba enamorada. Empecé a dudar de mis principios. Él empezó con gritos. Y cuando coge confianza ya no es un grito, es un bofetón”. Relata con entereza que es un patrón que se repite entre sus amigas y conocidas. “Al principio no le noté agresivo, sí carismátic­o. Tenemos la capacidad de permitir que nos hieran”.

Aquella noche de Reyes de 2003, a la 1.45, el sueco Harald Mikael Robert Hellström golpeó en la cabeza con un palo de fregona a su pareja. La pelea siguió en el balcón: “No me pegues, no me pegues, no me tires”, gritó Diana. Dentro, un amigo francés de Hellström que vivía con ellos, Charles Paul Marcel Moradell, escuchó sin intervenir. Cuando dos vecinos intentaron entrar por la puerta que estaba entreabier­ta, la cerró.

Moradell fue condenado a dos años de cárcel por omisión de socorro y Hellström a 14 por homicidio. Salió en libertad condiciona­l a los cinco años, en 2008. El juez estableció que ese tercer grado fuera vigilado en Suecia, según fuentes de Institucio­nes Penitencia­rias. A pesar de la indemnizac­ión de 180.000 euros para la hija a la que también lo condenaron, [en total la indemnizac­ión fijada por la Audiencia ascendió a

Harald Hellström tiró por el balcón a su pareja la noche de Reyes

240.000 euros] y aunque era dueño de una empresa, el criminal se declaró insolvente. Laura solo recibió, años después, 35.000 euros (el 14%) del Ministerio de Justicia, que trató de zafarse alegando que madre e hija no vivían juntas en el momento de la muerte.

“El Estado debe esforzarse para compensar a las víctimas, que solo cobran un tercio”, reflexiona Lourdes García Ortiz, juez ponente de aquella sentencia y hoy presidenta de la Audiencia de Málaga. “Fue un caso muy sangrante y da mucha rabia comprobar que alguien podía haber evitado el homicidio”, añade la magistrada.

A John Freddy Betancurt, ciudadano colombiano separado de Diana Vargas años antes, la muerte de su expareja le cogió recién aterrizado en Madrid. “El recuerdo es muy muy triste y desolador. Estaba indocument­ado, sin dinero y pasé cuatro años fatal. Mi hija ha tenido que aprender sola porque yo siempre he tenido un trabajo y medio o dos, no tenía capacidad para atenderla”. Dos años después de aquel asesinato entró en vigor la Ley contra la Violencia de Género, pero no influyó en la sentencia, a pesar de dictarse en 2006, porque los hechos se remontaban a 2003. Ahora, la violencia es la misma, pero la perspectiv­a es otra.

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Laura Betancurt con sus padres, Diana Janet y John Freddy.

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