La Autoridad Fiscal pide que se suban las becas para los universitarios que viven fuera
La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) ha examinado si los 800 millones que se gastan en becas universitarias ayudan a mejorar la igualdad de oportunidades. También ha revisado si los 300 millones que se destinan a becas predoctorales
Los dos informes publicados ayer forman parte de una serie de siete que se conoce como Spending Review, un análisis de la eficiencia del gasto público por áreas que el Gobierno de Rajoy encargó a instancias de Bruselas. Respecto a las becas universitarias, recomienda que se concedan antes. En la actualidad el periodo para solicitarla se cierra en octubre, cuando ya ha comenzado el curso y los estudiantes han incurrido en gastos. Sin embargo, el dinero se suele recibir entre enero y mayo. Y la Airef denuncia que esa incertidumbre sobre si se consigue o no la beca puede resultar clave a la hora de decidir si se cursan los estudios universitarios.
La Autoridad considera que las ayudas para los estudiantes que viven fuera de su domicilio son insuficientes al no cubrir un 20% de sus gastos, y pide que se aumente la cuantía de las becas de residencia desde 1.500 a 2.700 euros, con un coste de 98 millones. De hecho, un 22% de los beneficiarios no cambió de residencia porque no se lo pudo permitir.
La institución cree que las becas se conceden en función de un número muy reducido de umbrales de renta. Al considerarse unos tramos muy amplios, se crean grandes escalones y basta un solo euro para saltar de un grupo a otro, recibiendo 1.500 euros más. De ahí que la Airef abogue por mejorar y aumentar los umbrales, de modo que las ayudas vayan más de acuerdo con la renta. El organismo cree que se deben revisar los requisitos económicos. Por ejemplo, un negocio familiar que tiene pérdidas pero factura mucho puede hacer que un estudiante quede excluido. También se puede quedar fuera porque se posea una vivienda rústica.
En cuanto a las becas predoctorales y doctorales, la Airef critica que el sistema está poco integrado con el sector privado. España tiene un porcentaje bajo de investigadores. Y empeora al examinar cuántos trabajan para empresas: solo un 17% de los doctorados, frente al 65% de Alemania y el 49% de la UE, subraya la Airef. Solo un 3% de las ayudas predoctorales están vinculadas al sector empresarial. Aunque las cifras de publicaciones y citas son aceptables, existe una escasa aplicación de los conocimientos, esto es: una producción muy baja de patentes, observa. Apenas 18 por millón de habitantes frente a las 72 que se registran de media en la UE.
La Autoridad Fiscal analiza las ayudas para doctorandos y los contratos posdoctorales Ramón y Cajal. Las primeras ascienden a y posdoctorales contribuyen a impulsar la producción científica y la empleabilidad de los investigadores. De las universitarias concluye que se pagan tarde y que son bajas para el que vive fuera. De las de doctorado dice que no elevan la producción científica y que deberían primar más la excelencia.
98 millones y se conceden unas 1.100 al año. Los segundos son unos 175 con un presupuesto de 54 millones. Las de doctorandos ayudan a terminar el doctorado. Pero presentan “un impacto muy limitado sobre la producción científica” y, “a corto plazo, parecen conducir a peores resultados laborales”. Quizás porque al comparar las trayectorias de los becados con las de aquellos que no las han conseguido, al final este último grupo se incorpora al sector privado antes y mejora más su empleabilidad. En cambio, las Ramón y Cajal sí que presentan un impacto positivo sobre la producción científica, retienen talento, y arrojan un efecto muy importante a la hora de que los beneficiarios encuentren empleo y mejoren el salario. A juicio de la Airef, la diferencia clave consiste en que las Ramón y Cajal se otorgan basándose en la excelencia, mientras que las de doctorando se conceden con criterios más subjetivos que deberían modificarse. Además, deberían centrarse en áreas de mayor impacto científico y finalizarse en tres años.
La Autoridad Fiscal concluye que las becas de investigación tan solo cubren un 21% de los potenciales doctorandos, un 5% de los doctores y un 6% de los investigadores. Al caer la cobertura del 21% al 5% tras el doctorado, se produce una discontinuidad que puede poner en cuestión la reposición del personal y que genera “alta inestabilidad laboral”, apunta. La Airef reclama que se mejore esa cobertura. También defiende que se aumenten las cantidades para que sean más competitivas en relación con las ayudas de otros países y las retribuciones del sector privado.