Un toque de atención tras el ‘caso Nassar’
Simone Biles es una fuerza de la naturaleza. No solo está cambiando su deporte para siempre a golpe de mortales y actuaciones imponentes. También quiere una revolución de la gimnasia estadounidense mucho más importante después del terremoto que supuso el escándalo de abusos sexuales del médico del equipo olímpico Larry Nassar. Biles fue una de sus centenares de víctimas. Tardó en hablar, pero ahora ya no se calla. “No quiero llorar pero es muy difícil venir aquí para una organización [la Federación Estadounidense de Gimnasia] que sentimos que nos ha fallado tantas veces y volver a competir”, dijo emocionada a los medios antes de competir en Kansas. “Teníamos un objetivo y nosotras hicimos todo lo que nos pidieron, incluso cosas que no queríamos hacer, y ellos solo tenían solo un maldito deber, protegernos. Y fallaron”, dijo mientras los ojos se le llenaban de lágrimas.
gimnasia hace solo una década, la estadounidense se toma los entrenamientos de otra forma y, sobre todo, tarda más en recuperarse. Los Landi han sabido acompañarla en un proceso difícil para cualquier gimnasta, incluso para la mejor del mundo. Con los Mundiales a la vuelta de la esquina, todo parece estar funcionando a la perfección.
Con este programa, Biles, que tiene calidad y carisma de sobra y un cuerpo privilegiado que apenas ha sufrido algunas lesiones menores en su carrera deportiva, pone la mirada en los Juegos de Tokio del próximo verano. Y lo hace rompiendo barreras en cada competición. Como dijo Nastia Liukin, la campeona olímpica en Pekín 2008 y hoy comentarista de televisión, el pasado domingo: “Simone tiene suficientes medallas de oro. Que alguien le ponga ya una corona”.