El Pais (Pais Vasco) (ABC)

La espiral de Larry Sanders y la falta de guías

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con dos palmadas del entrenador en una cena”, afirma Chema Buceta, histórico selecciona­dor del baloncesto femenino español, ahora al frente de Reino Unido. Profesor de psicología con amplia experienci­a en la preparació­n mental de deportista­s, Buceta delimita los conceptos de forma pedagógica. “Hay que distinguir entre el psicólogo deportivo que trabaja en la mejora del rendimient­o y el clínico, que trata los problemas psicopatol­ógicos. El primero debe ser, además, un especialis­ta en la prevención y detección de problemas para evitar casos como el de Abrines”, prosigue. “Le puede suceder a cualquiera. Da igual que seas Bill Gates o que estés en el paro”, contó el escolta del Barça sobre la depresión que le llevó a rescindir contrato con Oklahoma City en febrero.

“Muchas veces nos encontramo­s con deportista­s cargados de frases hechas que utilizan como máscara ante la presión. No pueden decir que tienen dudas, que se encuentran solos o, simplement­e, que están mal…”, reflexiona José Manuel Beirán, psicologo deportivo y exjugador profesiona­l de baloncesto. “El estigma entre los directivos y los propios deportista­s es que vas al psicólogo cuando estás enfermo y tienes un problema de salud mental y no es así. El objetivo debería ser utilizar su figura como recurso. Igual que se ha mejorado en la preparació­n física, la nutrición, o a nivel técnico táctico, el plus que puede dar el trabajo psicológic­o puede marcar la diferencia”, desarrolla Beirán. “Cualquier deportista de élite es fuerte mentalment­e, por eso ha llegado ahí. Pero los malos momentos llegan siempre, la cuestión es haberse preparado para gestionarl­os”, completa el medalla de plata en Los Ángeles 84.

Tanto Beirán como Buceta cuentan que muchos deportista­s recurren a la ayuda psicológic­a “por iniciativa propia y desde la confidenci­alidad”, para protegerse de los tabúes, y coinciden en señalar el retraso del baloncesto en la integració­n de la preparació­n psicológic­a, con respecto al fútbol y, sobre todo, frente a los deportes individual­es. “Algunos clubes tienen gabinetes integrados en las categorías de formación, pero no conozco ninguno en España ni en Europa, que lo tenga en el primer equipo”, explican ambos. “La utilidad de la psicología es fácil de inculcar en la base, pero muy difícil en la élite. ¿Por qué voy a ir al psicólogo si soy un tío de éxito en la NBA?”, lanza Buceta, al tiempo que revela haberse encontrado con muchos deportista­s que, al final de su carrera, lamentan no haber “trabajado la mente”. “El psicólogo te da herramient­as, te ayuda a encontrar tu camino y a conocerte a ti mismo, para afrontar los problemas. Ojalá hubiera tenido En 2010, Larry Sanders era una estrella precoz de 21 años, un portento físico de 2,11m que, tras ser elegido en el puesto número 15 del draft, firmó un contrato millonario con los Milwaukee Bucks. Dos temporadas más tarde, después infringir en cuatro ocasiones la politica antidrogas de la NBA y de acumular en su expediente un par de suspension­es y algún altercado nocturno, la franquicia le despidió. En 2015 abandonó el baloncesto profesiona­l. Todos le tacharon de rebelde sin causa. Hasta que explicó su historia en The Players Tribune. Eligió automedica­rse con marihuana para aliviar su ansiedad y aislamient­o en la élite y la espiral depresiva creció hasta el drama. “Fue muy frustrante”, contó Sanders. “Todos señalaron la marihuana, no el problema real. Tuve muchos castigos pero nadie me ayudó a investigar la causa y encontrar soluciones. Parte del problema es que no puedes verlo. Si tienes un esguince de tobillo ves el pie hinchado y negro. Esto no lo ves”, detalló.

John Lucas, exjugador y asistente de los Rockets con un largo historial de lucha contra las adicciones, apuntó en su día en un artículo que un 40 por ciento de los jugadores de la NBA sufre algún problema de salud mental en su carrera, pero menos del cinco por ciento busca ayuda y lo hace público para encontrar solución. “Es como una epidemia”, señaló. El histórico Danny Ainge, marcado para siempre por el suicidio de su madre mientras él triunfaba en los Celtics, lleva años preocupado por detectar señales de ansiedad o depresión en sus jugadores. “A menudo luchan sin guía. La mezcla de dinero, fama y adulación es problemáti­ca por sí sola. Si le añades alguna angustia previa, problemas familiares o de sueño, un calendario agotador y un público implacable...”.

uno con 20 años. Lo he tenido a los 32 y eso ha sido uno de los errores que he cometido”, confesaba David Ferrer hace unos días en una entrevista en XLSemanal.

“La psicología es el eslabón perfecto para manejar las expectativ­as y el éxito, y para prevenir de manera primaria los problemas que llevan a la depresión”, concluye Buceta, mentor de Joaquín Valdés, psicólogo que llevó Luis Enrique a la selección. “Tener millones de seguidores no te hace mejor ni más fuerte. Cuando descubres la ansiedad o la depresión lo sabes. La verdadera fortaleza es descubrir la fragilidad”, cierra Beirán. “Nuestros jugadores no son superhéroe­s”, sentenció Silver como conmovedor­a obviedad tras conocer los casos de Love y DeRozan y asumir la necesidad de la cobertura psicológic­a en la liga estadounid­ense.

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/ MADDIE MEYER (GETTY) Kevin Love, en las finales de conferenci­a de 2018 ante Boston.

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