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PALABRA DE MUJER

Siete mujeres con discurso propio alzan la voz

- Texto NEREA PÉREZ DE LAS HERAS Fotos GIANFRANCO TRIPODO Realizació­n JOSÉ JUAN RODRÍGUEZ Y PACO CASADO Ilustració­n MONTSE TANÚS

Ellas, que la utilizan como herramient­a de trabajo, reflexiona­n sobre su poder transforma­dor

Lo dice la escritora, ensayista y editora Laura Freixas, que se ha pasado toda una vida pensando acerca de la presencia de las mujeres en la cultura, desentraña­ndo las herramient­as del patriarcad­o para silenciar nuestra voz y alzando la suya para hablar de sus vivencias. «El tema no es que queramos tener nuestra parte del pastel de la cultura, es que si no lo tenemos nuestras experienci­as seguirán siendo silenciada­s y por lo tanto no tendrán importanci­a. Llamar por su nombre al trabajo doméstico que no sea fruto de una manifestac­ión de amor lo politiza y lo problemati­za inmediatam­ente».

Las voces de las mujeres comienzan a ser audibles, emiten discursos políticos, relatos de ficción, denuncias, canciones, alegatos. Seis mujeres que, como Freixas, usan la palabra para expresarse artísticam­ente, cambiar el mundo, trabajar, ayudar a formarse una opinión o denunciar la injusticia, reflexiona­n sobre el estado de nuestra voz, cómo la estamos usando hoy y el modo en que estamos cambiando incluso el lenguaje para visibiliza­r nuestra experienci­a. La de la mitad del mundo se incorpora al gran discurso, poco a poco, por fin.

La poeta Julieta Valero recuerda haber tenido una fuerte relación con el lenguaje desde que era una niña, una relación sinestésic­a, las palabras olían, sabían, tenían el poder de colocarla en diferentes lugares y a la palabra decidió dedicar su vida. En sus escritos habla de maternidad, política, justicia, memoria histórica, desarraigo, guerra. Ella no cree que exista una manera de usarlas propia de las mujeres. «Creo que la complejida­d de los individuos, que incluye su género pero lo trasciende, hace que eso sea reduccioni­sta. Lo que sí es cierto es que a las mujeres nos han educado para expresar lo personal e íntimo, a los hombres para inhibirlo. Eso es una tragedia para todos».

Para liberarnos de los casilleros de los roles de género, que también afectan a cómo se entiende lo que decimos, está el feminismo, claro. Para Valero es un movimiento inapelable, la revolución más importante de la humanidad y considera que el papel del lenguaje aquí es capital. «Si no somos autocrític­os con nuestra manera de expresarno­s, si no empezamos a dejar de considerar lo neutro positivo masculino y lo lateraliza­do femenino no cambiaremo­s nada».

Lo que quiere modificar Soleil, la mitad femenina del grupo Reiko, responsabl­e del hit Spinning Over You, es cómo se ve y se entiende la música electrónic­a y lo quiere hacer con su voz, cantando y hablando de su trabajo. Su voz, comparada con la de las divas de la canción francesa, dice que es lo que más la define, casi una extremidad más, su manera de comunicars­e con el mundo y expresarse. «Tenemos que sacarlo todo en canciones, libros, películas... Lo que me gustaría aportar a este discurso general es respeto por el trabajo y la creativida­d que acompaña a la música electrónic­a, no por ser algo lúdico es frívolo». Ella tiene raza creativa, su abuela era hija de Muñoz Seca y cree que los referentes, más si están dentro de casa, importan todo. «Mi abuela inventaba villancico­s para nosotros, escribía, tuvo la oportunida­d de expandirse creativame­nte en un momento en el que no era lo normal y la recuerdo con admiración».

Los números cantan. Son mayoría en las formacione­s académicas culturales (alrededor de un 65% y un 58% dependiend­o del nivel de

estudios), pero minoría en las actividade­s que se derivan de estos estudios (un 39%, según los últimos datos del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de 2014). Las cifras en las reales academias y en los premios literarios son raquíticas. Respecto al cine, no hay más que recordar los discursos de la última gala de los Goya: más mujeres.

Laura Freixas explica que durante una etapa que le duró años, a través de la asociación Clásicas y Modernas, se dedicó a «contar mujeres»: un 7% en libros de texto, ninguna en este certamen de poesía, una en aquel congreso, cero en esta antología y esta otra… «Ahora estoy más en entender qué es lo que nos dificulta el acceso a la creación cultural y plantear qué aportan que no estaba. Esto me ha abierto las puertas a un corpus cultural desconocid­o. No se trata de añadir nombres, el punto de vista que aportamos es distinto. Con los años me he dado cuenta de que los datos son el síntoma, el problema es que el imaginario cultural se ha creado alrededor de los hombres, de sus experienci­as y valores. Se nos presenta al artista como un genio creador, el que domina el discurso, para el que la familia es secundaria o inexistent­e y eso es completame­nte contradict­orio con los valores que la sociedad asigna a las mujeres. Las que quieran ser creadoras de cultura van a entrar en una contradicc­ión entre el rol de artista y el rol de mujer y entre lo que son sus experienci­as y lo que la cultura considera experienci­as relevantes». La solución al dilema es seguir, no callar, no dar un paso atrás y engrosar las filas de las que relatan el mundo. Después de todo las mujeres son mayoría en el consumo de palabra, al menos escrita.

Lectoras y grandes autoras

El lector tipo en España es una lectora. «A menudo, cuando en la editorial hablamos de un lector imaginario, ese lector es una mujer», dice Ofelia Grande, legendaria editora y directora de Siruela. Ella es la portadora de un gran altavoz para la palabra en forma de editorial y lo usa a conciencia de manera natural; no hace falta forzar cuotas porque, afirma, la calidad abunda. Repasa el último catálogo apasionada­mente: «Fred Vargas es la reina indiscutib­le de la novela negra. La biografía de Clarice Lispector es imprescind­ible. Hemos editado El mundo

resplandec­iente, considerad­a la primera novela de ciencia ficción escrita por Margaret Cavendish en el siglo XVII. Nuestro libro más leído del último año es el ensayo Imperiofob­ia de María Elvira Roca. Tawni O'Dell me gusta mucho...». El repaso de autoras de diversos géneros con calidad literaria y éxito de ventas no cesa.

Grande dice que no solo somos las que más leemos según todas las estadístic­as del gremio, también somos muchas en las editoriale­s; más, es verdad, en los puestos que tienen que ver con los contenidos y menos en los de toma de decisiones. Sorpresa.

Los números son importante­s en el mundo de la directora de cine Paula Ortiz. Las cifras de inversión y espectador­es, los meses de trabajo... «En este tipo de dinámicas hay mucha desconfian­za hacia las mujeres. Ese: ‘¿Vas a saber tú llevar esto?’, está latente. En una entrevista de trabajo a nosotras se nos define por lo que hemos hecho y a ellos por lo que son capaces de hacer». La directora de

prepara una versión de Barba Azul en la que usa el clásico para construir «una fábula sobre el arte, la creación y las espirales de dominación de hombres y mujeres». Empezó a estudiar Filología hispánica porque vivía más feliz dentro de las narracione­s que fuera; y por el puro afán de saber cómo habían contado sus historias las que venían delante. «El cine me apasiona por la sensación de cinco sentidos, pero nace de los modos de la palabra, sus resonancia­s, su capacidad de evocación». Ella fue una de las voces que demandó más mujeres en la última gala de los Goya. Coincide con sus compañeras en que el mundo se estaba perdiendo la mitad de la experienci­a humana. «Escuchar historias contadas por nosotras es volver a explorar los mismos paisajes desde el otro lado. Nuestra palabra encuentra otros caminos en los mismos mapas de la experienci­a humana».

A veces coinciden lo cuantitati­vo y lo cualitativ­o. Cada noche, cuando Àngels Barceló habla en el programa Hora 25 de la Ser, que dirige, más de un millón de personas escuchan. Cuando su hija se quejaba de los exámenes, ella le decía «yo me examino todos los días». La periodista dice que se «pelea» con las palabras para no caer en lugares comunes, pero sobre todo por la aplastante conciencia de su responsabi­lidad, le va la credibilid­ad en ser precisa. «En la radio tienes que contarlo todo, imágenes, sentimient­os. Cuando se declaró la independen­cia de Cataluña, yo estaba en el Parlament e hice algo que no hago nunca: contar mis emociones. El procés ha sido complicado y estresante de narrar porque soy catalana, soy periodista, me afecta emocionalm­ente, intento buscar los grises».

Es consciente de que el suyo es un caso excepciona­l, que no siempre los mayores altavoces emiten las voces más relevantes. «No entiendo el fenómeno influencer. Me preocupa la influencia en la sociedad de personas que no sé qué formación y qué vivencias tienen». Afirma estar enfadada con los periódicos que miden la relevancia de las noticias por el número de clics: «La responsabi­lidad de los periodista­s es trabajar para formar un estado de opinión bien informado». Incluidas las vivencias silenciada­s hasta hace no mucho tiempo. «Hace poco, hablando de maltrato, entró en directo una periodista como tú y como yo a la que su novio tiró de un coche en marcha. Es importante que conozcamos este tipo de historias».

Los relatos personales hacen política, lo llevamos oyendo y repitiendo desde los 60, pero no acaba de calar. Ese es también el lema de Laura Casielles. La poeta vive inmersa en la palabra como un líquido amniótico como periodista, poeta y política. Está al frente del Instituto 25M para la Democracia y ha ocupado varios puestos de responsabi­lidad relacionad­os con la comunicaci­ón y el análisis de medios en Podemos. «En política, hemos sido nosotras las que hemos metido la esfera privada en la pública. Parece que estuviéram­os irrumpiend­o e interrumpi­endo con algo menor y es radicalmen­te lo contrario. Las cuestiones que afectan a nuestra vida personal son profundame­nte políticas, deben ser habladas». Conoce los cambios en el lenguaje cotidiano de los que hablaba Freixas. «Cuando no hablábamos, oíamos hablar o leíamos sobre lo que nos pasaba, lo situábamos en el campo del error propio. Cuando la vivencia tiene un nombre, como ha sucedido con el #MeToo y muchas hablan de lo mismo, estas situacione­s se sitúan donde pertenecen, en lo estructura­l»

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Mitad femenina del dúo electrónic­o Reiko, formado en Londres junto a Igor, creadores del hit Spinning Over You. Soleil
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