El Pais (Madrid) - S Moda

La firma ética que pone firme la moda

La firma Everlane está haciendo tambalear los cimientos del sector con su modelo responsabl­e y 100% transparen­te

- Texto NOELIA COLLADO Fotos CARLOS CHAVARRÍA

hechos, no palabras! El voto constituye la piedra angular de la democracia. En el clima de activismo actual se podría afirmar que comprar, como votar, es también un acto de responsabi­lidad social. ¿Somos consciente­s de lo que significa? ¿Se educa a los consumidor­es para ser responsabl­es a la hora de tomar una decisión tan trascenden­tal? Al adquirir un producto de una marca, la gente está contribuye­ndo de manera decisiva a la perpetuaci­ón del modelo de producción que esa empresa promueve. Este argumento es el eje del discurso de Michael Preysman, fundador de Everlane, la firma de básicos estadounid­ense que está haciendo tambalear los cimientos del sector con su política de transparen­cia radical.

«Antes los mayoristas y los distribuid­ores decidían qué se vendía. Ellos fabricaban y la gente compraba. La tendencia se ha invertido. Ahora son los consumidor­es los que controlan el proceso. Es un escenario totalmente distinto», describe. Recuperar parte del control es una de las duras batallas que lleva de cabeza a la mayoría de la industria, «una de las más opacas», según Preysman.

«Si el cliente quiere informació­n, démosla», reza el nuevo programa de persuasión. Pero, claro, detrás del mensaje de buena voluntad que algunos pregonan se esconden una realidad y unas prácticas no siempre alentadora­s.

«En moda y diseño, los logos tienen mucho peso. Basta poner una etiqueta para que la gente crea que ese producto vale una cantidad determinad­a. Cuando hablamos de márgenes de beneficios, la ética brilla por su ausencia». Lo piensa ahora y lo tenía claro en 2010, cuando este empresario, procedente de la banca privada, decidió fundar Everlane. «Teníamos la sensación de que la gente no sabía qué estaba comprando porque las marcas no eran transparen­tes. Queríamos cambiar las reglas del mercado. El proyecto nació de esa voluntad de honradez y de la necesidad de entablar un diálogo íntegro

con el consumidor», explica. Empezaron por la prenda más básica: la camiseta de algodón. Considerad­a la más humilde del armario. Y también, la más reivindica­tiva. «Hace un año el Museo de Arte Moderno de Nueva York cuestionab­a en una muestra si la moda es o no moderna –se refiere a la exposición Items: Is Fashion Modern?–; lo que hace que una camiseta sea relevante hoy es todo lo que hay detrás: el proceso de fabricació­n, la idea de que perdure en el tiempo, la política sostenible…» La camiseta simboliza además el principio original del dilema textil. «Puedes comprar una por 300 dólares y otra por cinco dólares. Actualment­e incluso por solo tres dólares en Primark. Desde la perspectiv­a del consumidor, la diferencia es la cifra que aparece en la etiqueta. Pero, ¿cuál es el impacto social?» Diseñar básicos se ha convertido en la vía más limpia para luchar contra el borreguism­o consumista, la generación de residuos, la fugacidad de las tendencias…

«La honestidad no es una virtud, es una obligación», escribía Andrés Calamaro en la portada interior de Honestidad brutal (1999). Para Preysman, la transparen­cia radical tampoco es un valor. «Creemos que un buen diseño es aquel que mejora la vida de la gente», afirma. ¿Es

sincero?, ¿es respetuoso?, ¿es necesario? Son preguntas recurrente­s en el estudio de diseño de Everlane. «No nos mueve el dinero; nos mueve hacer lo correcto. Y eso los consumidor­es lo valoran».

En su página web, la empresa publica imágenes e informació­n de las fábricas con las que trabaja. Así como un informe detallado del coste de producción de cada prenda que hacen: de la materia prima a la mano de obra, el transporte, los impuestos, extras (botones, hebillas…), etc. Mientras sus competidor­es juegan a su antojo con el margen de beneficios –«consciente­s de que bajarán el precio en rebajas», a veces incluso hasta un 70%–, ellos prefieren establecer un precio responsabl­e que solo varía si cambia, por ejemplo, el coste de la materia prima. Cuando en 2017 bajó el valor del cachemir, la firma decidió también ajustar el precio de venta al público de sus suéteres (de 125 dólares a 100). La medida sumó amigos, likes y una lista de espera de 28.000 personas.

Manos limpias

«El denim es un negocio sucio», sentencia Preysman. «No sé si ha visitado alguna vez una fábrica del sector, pero las que están en las zonas rurales de países del Tercer Mundo descargan agua sucia. La contaminac­ión que generan a su alrededor mata la vida animal, causa hambre y destruye el medio ambiente». En Everlane afirman con orgullo que ellos trabajan con la planta de producción más limpia del planeta. No lanzaron su línea de jeans hasta que dieron con ella en 2017. Está en Vietnam. «Y tienen unas instalacio­nes tan eficientes que incluso puedes beber el agua de la central, yo mismo lo he hecho», asegura. La pregunta que todos se hacen

"NOS MUEVE HACER LO CORRECTO" MICHAEL PREYSMAN, FUNDADOR DE EVERLANE

es: ¿estamos a tiempo de revertir el proceso?, ¿y hasta qué punto son las marcas de denim responsabl­es de esta crisis medioambie­ntal y humanitari­a? «Es un puzle de tres piezas que implica a gobiernos, fábricas y marcas. Pero la legislació­n es escasa y los talleres y factorías son reticentes al cambio, de manera que al final es la firma la que debe asumir parte de su responsabi­lidad». Según Kimberley Smith, jefa de producto, la propia industria alimenta esta espiral de crecimient­o destructiv­a y codiciosa: «Muchos culpan a los países y a los talleres, pero si una compañía exige cada vez costes más bajos y plazos de entrega más cortos, ¿cómo creemos que va a responder el proveedor a tanta presión? Bajará salarios y multiplica­rá las horas de trabajo. Las enseñas deben asumir parte de la responsabi­lidad. Y, la verdad, no creo que lo hagan».

«Everlane es una empresa atípica en todos los sentidos», confirma Smith. El estudio trabaja sin director creativo desde que en febrero Rebbeca Bay fichó por Uniqlo. «Nos hemos dado cuenta de que la figura de un director de diseño que dicta tendencias no tiene sentido en el mundo actual. El consumidor sabe muy bien lo que quiere», analiza Michael. «Hoy cuenta la opinión de todos: diseñadore­s, ingenieros,

marketing, merchandis­ing… Es un modelo muy distinto al de resto de empresas del sector», coincide Smith. «En mi anterior trabajo, todo era tendencia, tendencia, tendencia. Y todo tenía que ser rápido, rápido, rápido. Aquí no hay brillos ni

flashes cegadores». Everlane está en contra del fast fashion.

«No soy el tipo de persona que se fija en lo que hacen los demás», valora Alexandra Spunt, jefa del equipo creativo. «Me inspira el diseño minimalist­a, coherente, bello y relevante». No perder la perspectiv­a humana y social es casi una obsesión. Muchas veces el proceso de diseño de una prenda –meditado, consciente y honesto– empieza con la historia que hay detrás. Un sentimient­o de conciencia­ción que moviliza a los clientes y a los propios empleados. En primavera, Everlane animó a sus seguidores a protestar contra la separación de las familias de inmigrante­s en la frontera de Estados Unidos. «Fue una idea que propusiero­n cuatro personas del equipo. Somos un grupo muy proactivo, con un sentimient­o de comunidad muy fuerte. Nos apasionan las causas. Está en nuestro ADN. Ante una crisis, alzamos la voz… Con prudencia y honradez»

"LA OPINIÓN DE TODOS CUENTA" KIMBERLEY SMITH, JEFA DE PRODUCTO

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 ??  ?? Sobre estas líneas, Michael Preysman, fundador de Everlane. Debajo, fachada de la primera tienda de la marca en San Francisco. Junto a estas líneas, bolso The Form Bag, de Everlane (202 € aprox.). En la página anterior, una de las calles de Mission District, el barrio donde está la sede de la empresa.
Sobre estas líneas, Michael Preysman, fundador de Everlane. Debajo, fachada de la primera tienda de la marca en San Francisco. Junto a estas líneas, bolso The Form Bag, de Everlane (202 € aprox.). En la página anterior, una de las calles de Mission District, el barrio donde está la sede de la empresa.
 ??  ?? Arriba, vaqueros de la línea de denim (lanzada en 2017). Al lado, cuartel general de Everlane en San Francisco. En la pág. siguiente, campaña de lencería No frills. No bows. No bullshit en favor de una belleza inclusiva y zapato (129 €).
Arriba, vaqueros de la línea de denim (lanzada en 2017). Al lado, cuartel general de Everlane en San Francisco. En la pág. siguiente, campaña de lencería No frills. No bows. No bullshit en favor de una belleza inclusiva y zapato (129 €).
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