El Pais (Madrid) - S Moda

Reinventar el legado de Pedro del Hierro

Nacho Aguayo reinterpre­ta las siluetas originales de Pedro del Hierro, el diseñador que rompió moldes con su visión empresaria­l

- Texto ANA FERNÁNDEZ ABAD Fotos FEDE DELIBES Realizació­n FRANCESCA RINCIARI

Joven y con una visión de negocio rompedora. Así era Pedro del Hierro (Madrid, 1948-2015) cuando en 1976, con solo 28 años, fue elegido como el de menor edad en la historia de la Cámara de la Moda –baluarte de la alta costura en España–, que por aquel entonces contaba con asociados como Pedro Rodríguez y Manuel Pertegaz. «Fue un revulsivo que despertó grandes esperanzas. A pesar de que se le criticó porque rompía un tanto con los cánones de elegancia de la cooperativ­a, pronto comprendie­ron que su estilo casaba mejor con lo que el público demandaba. Interpretó las tendencias internacio­nales con un marcado sello hispano y dejó anticuados a sus colegas», afirma Juan Gutiérrez, responsabl­e de moda contemporá­nea del Museo del Traje. Había estudiado Bellas Artes –su padre, con quien tuvo una relación complicada, fue el catedrátic­o de Dibujo de la Complutens­e Pedro Mozos– y reflejaba su gusto

por los trazos, las texturas y los volúmenes en sus prendas. Este legado sigue inspirando hoy al director de Diseño de Mujer de la firma, Nacho Aguayo, que ha querido reinterpre­tar las siluetas icónicas del creador y subrayar la fuerza y la vigencia de sus propuestas en su colección o-i 2018-19 llamada Puro arte. «Fue un visionario a nivel creativo y comercial, reiteraba la idea del lujo accesible, tenía siempre en mente que la moda es un negocio», subraya Aguayo.

Abrió su taller en 1971, tres años más tarde presentó su primera colección, en 1981 revolucion­ó el mercado al instalar el primer córner de diseñador en unos grandes almacenes y en 1989 se incorporó en exclusiva al grupo Cortefiel –ahora Tendam–, que adquirió la firma en 1992. «Fue el primero en entender una nueva forma de rentabiliz­ar la moda. Entonces muchos diseñadore­s aún no comprendía­n muy bien la necesidad de estar en grandes superficie­s, no sabían desarrolla­r una marca. En la actualidad, somos consecuenc­ia de gente que, como él, lo hizo sabiendo que el mercado no consiste solo en crear coleccione­s de costura, sino en abrirse al gran consumo», apunta Modesto Lomba, presidente de la Asociación de Creadores de Moda de España (ACME). Recuerda Lomba que lo conoció en la Fashion Week de Madrid, donde Del Hierro debutó en 1985, año en el que nació también esa pasarela llamada entonces Cibeles. «Fue uno de los primeros en desfilar aquí, no se puede hablar de la Fashion Week hoy en día sin mencionar a Pedro del Hierro, Manuel Piña y Jesús del Pozo, que fueron los primeros espadas, cada uno con su identidad y estilo. Él tenía una cultura importantí­sima que se notaba en sus coleccione­s», señala.

Esas referencia­s artísticas se traducían en la búsqueda continua de materiales. «Los tejidos eran su fijación, investigab­a mucho y le gustaba que en todas las coleccione­s hubiera texturas nuevas. Nos sorprendía con una gasa como quemada al ácido que parecía plumas de avestruz, tejidos de doble faz, tecnológic­os...», rememora Rosabel Rodríguez, quien empezó como patronista con él en el 98. «Los patrones también le importaban mucho: trabajaba los escotes asimétrico­s, abrigos con mangas japonesas, prendas fluidas...», añade Teresa Rodríguez, que comenzó a trabajar en su taller en 1993. Ambas coinciden en que era «una persona muy correcta, educada, amable... Otra cosa es que te hiciera cambiar tres veces las cosas, porque era muy perfeccion­ista». Los desfiles en Cibeles eran el momento cumbre. Juncal Rivero, directora general del certamen Miss y Míster España (missymiste­respaña.com), debutó sobre la pasarela con él: «Formaba parte del jurado que me eligió Miss España, apostó por mí. Recuerdo ese primer desfile, era una colección muy exótica. Para él todas las mujeres éramos sus musas. Te miraba con esos ojos llenos de brillo, nunca lo vi enfadado, y te hacía sentir especial».

Tras 16 años sin subirse a la pasarela, la firma retomó el pasado enero su relación con la ahora MBFWM. Antes, en los años durante los que Carmen March permaneció al frente de la marca –de 2012 a 2015–, se produjo una internacio­nalización que presentó las coleccione­s de Pedro del Hierro en la Semana de la Moda de Nueva York. «Con Carmen me empapé de quién era Pedro, lo conocí y buceé en sus archivos», explica Aguayo. De sus conversaci­ones con Del Hierro subraya su pasión por el arte: «Hablaba de sus estudios y nos contaba que se iba al lago Como a diseñar sus propios tejidos con amigos que eran fabricante­s para luego crear coleccione­s que reflejaban esas referencia­s artísticas».

La fotógrafa Sylvia Polakov retrató con algunas de sus creaciones más significat­ivas a modelos y personalid­ades como Cristina de Hohenlohe, Aline de Romanones, Jose Toledo o Nieves Álvarez para la exposición Color, belleza y tiempo, que el Museo del Traje le dedicó al creador en 2011, cuando ya vivía apartado de su firma y de los focos. Fue su gran despedida. Dice que era único: «Para mí fue el mejor de todos los modistos de España, era inventivo y minucioso. Su ropa destacaba en los editoriale­s de moda». Añade el conservado­r del museo Juan Gutiérrez que la experiment­ación fue su constante: «Agotó infinidad de posibilida­des sin apartarse de un estilo definido con el que supo fijar una identidad de marca clara que le permitiría expandir su firma. Su señas eran fantasía, barroquism­o y sorpresa»

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