Apivita, la innovación genética de la tradición
Nuevas fórmulas modulan la conducta genética por unas células más jóvenes
Si la genética son las cartas que la naturaleza le da a cada especie para desarrollarse, la epigenética son las condiciones externas con las que se topan al abrirse camino. Y no siempre son las idóneas. La contaminación y el estrés actúan como ‘ruidos’ que desvirtúan la expresión del código genético. Aparecen entonces disfunciones que alteran la actividad normal de las células. El problema es que casi nadie puede perderse en un entorno utópico, relajado y de aire puro. De hecho, en España, el 42% de los ciudadanos sufre ansiedad, según el VII Estudio CinfaSalud. La OMS empeora el panorama: 9 de cada 10 personas soportan altos niveles de polución. La consecuencia es un envejecimiento prematuro en forma de manchas, arrugas o sequedad. «La epigenética está transformando la cosmética. Se trabaja en nuevos activos y en fórmulas optimizadas para modular el comportamiento de los genes o incrementar su expresión. Con un único fin: el rejuvenecimiento celular», destaca el doctor José Luis García Giménez, del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras y fundador de Epidisease, primera compañía de diagnóstico epigenético en España.
Los humanos no somos los únicos obligados a ingeniárnoslas para bregar con la adversidad. En la isla griega de Santorini las vides crecen en un terreno volcánico y fértil. A cambio, han de hacer frente al tórrido verano mediterráneo y al viento de meltemi, fuerte y seco, que ya traía de cabeza a los navegantes del Egeo en tiempos de Homero. Ante este percal, las uvas se protegen entrelazándose en forma de cestas llamadas
kouloura. Esta estrategia dispara la capacidad antioxidante de sus polifenoles. Pero el laboratorio de Apivita ha descubierto mucho más: pueden interferir en el ADN celular. En concreto, promover la expresión de los genes NRF2 (responsable de la desintoxicación celular), SIRT-1 (repara el ADN) y HSP 47 (estimula el colágeno). Paralelamente inhiben la expresión de los genes MMP-1 (degrada la elastina) y p21 (destruye las proteínas). La traducción de ese jeroglífico es una piel firme y alisada y un óvalo facial redefinido.
Su reformulada línea Wine Elixir es el resultado de todas estas investigaciones. Una gama concebida para dar al interruptor que enciende los genes que mejoran el estado de la piel y apaga aquellos que intervienen en su degradación. No es casual que la firma se aventure con recetas más propias de farmacia que de una tienda de cosméticos al uso. La compañía comenzó su andadura en una botica de Atenas en 1972. Sus creadores, Niki y Nikos Koutsianas, dos jóvenes farmacéuticos dispuestos a lanzar cremas medicinales a base de extractos botánicos autóctonos de Grecia (uno de los pilares de la marca es su esencia helénica) y productos procedentes de la abeja. Apivita –resultado de la unión de los términos latinos apis (abeja) y vita (vida)– se convertía así en la primera marca de cosmética natural en la tierra de Hipócrates. Aún hoy siguen conservando más de un 90% de ingredientes naturales. Entonces, ¿por qué las etiquetas no llevan sellos que lo certifiquen? Simple y práctico: prefieren invertir en investigación antes que gastar dinero en comprar anagramas eco para colocarlos en sus envases.
Casi medio siglo después Niki recibe a S Moda en la recién estrenada tienda insignia de Atenas. La encontramos recolocando los productos de las estanterías, de incógnito y convencida de que no se la va a reconocer. Difícil empeño para una firma que en sus nueve años en nuestro país se ha consolidado como una referencia en cosmética natural. «Es nuestro segundo mercado en ventas, por encima incluso de Estados Unidos y Japón», señala su CEO, Hervé Lesieur. Él insiste en que apostar por la belleza verde «no es una burbuja, sino una evidencia». Los datos lo corroboran: la cosmética convencional creció un 3,5%, según Stanpa. Frente a ella, la natural se disparó un 9,5%