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Concha Velasco, la voz de la experienci­a

Concha Velasco se sincera: ha tenido que pararle los pies a mucho pulpo. Y famoso. Ahora le encanta hacer de villana

- Texto SALOMÉ GARCÍA Fotos ANTÁRTICA Realizació­n FRANCESCA RINCIARI

Camina decidida, aunque sus pasos ya no son tan firmes como los de aquella Chica Yeyé que encandiló a la generación de la minifalda. Es la herencia envenenada de un linfoma que hizo que su vida pendiera de un hilo en 2014. Superado el trance, a sus 78 años, Concha Velasco sigue al pie del cañón, pero se toma la vida con mucha más calma. Lo que le permite estar de gira teatral con El funeral (junto a Jorge Sanz y dirigida por su hijo Manuel), presentar Cine de barrio en TVE, sacar tiempo de debajo de las piedras para ver a su nieto Samuel, unigénito de su hijo Paco y –por si fuera poco tute– estrenar la tercera temporada de Las chicas del cable (el 7 de septiembre en Netflix). «Estoy encantada con mi personaje de doña Carmen. Cada vez es más mala y me encanta», confiesa la actriz.

Ella fue pionera en «salir sin medias en pleno franquismo, cuando hasta las misses las llevaban». Lideró la huelga de actores de 1975 y, aún hoy, le encorajina­n las injusticia­s silenciada­s. Por eso se le revuelve el alma cada vez que escucha eso de la ‘trágica muerte de una mujer a manos de su pareja’. «Esta mañana han encontrado a otra. ¿Muerte? No, es un asesinato. Nos están matando, no se puede abordar como algo natural. Lo mismo con el maltrato o las violacione­s. ¿Cuántas sufren a diario vejaciones por parte de su pareja y no se atreven a denunciarl­o? Con otros temas no me mojo, pero con este estoy comprometi­dísima: no es no. Usted no puede abusar ni de su esposa ni de una prostituta. Ni vigilar el móvil de su novia porque sea celoso. Con la pederastia ya ni te cuento. A mi nieto no me canso de repetirle que no se puede ir con nadie desconocid­o, aunque le digan que son amigos de la abuela. Y mi hijo no quiere que le hagan fotos, nunca sabes dónde van a acabar. Insisto: con todos estos depravados, tolerancia cero».

¿Y con los acosadores en el cine?

Me he topado con muchos pulpos, pero siempre he tenido una derecha rápida. Y una izquierda y una rodilla a punto, por si la mano no era suficiente. Hay señores a los que les he dado una patada en los mismísimos y me han vuelto a contratar. Otros, no. Pero, sí, me han acosado. Una vez hasta tuve que saltar por la ventana de una habitación de hotel mientras rodaba una película para zafarme de un actor muy famoso. Pero están todos muertos y como no pueden defenderse, no voy a dar nombres. Ni de ellos ni de ellas, porque también hay señoras acosadoras de señoras.

"FUE UN ERROR EL 'NO A LA GUERRA' DE LOS GOYA"

¿Qué le parece esa corriente de reprobar al acosador y, a la vez, denostar su obra?

Estando en Avilés, donde daba una conferenci­a Kevin Spacey, un camarero me dice: ‘¿Se puede usted creer que le subo el desayuno y ha intentado meterme mano? No me lo quise creer. Luego se ha descubiert­o que tenía todo un historial como depredador sexual con hombres. Ahora, ¿voy a dejar de ver American Beauty o L.A.

Confidenti­al, que son obras de arte? Comprendo que se le repudie, pero me niego a arrinconar su trabajo.

¿Y con esos largometra­jes donde se denigra a la mujer?

Hay películas mías de los sesenta que recogen modos de vida anacrónico­s, pero son el retrato de una época. En El hombre

tranquilo (1952) John Wayne arrastra a su mujer de los pelos por todo el pueblo mientras le patea el trasero. Pero es una de mis películas favoritas. Hay que verla con los ojos de aquel momento.

Usted en su día no denunció a los acosadores. Eran otros tiempos. ¿Anima ahora a denunciar a las actrices jóvenes?

Obviamente, a mí ya nadie me va a meter mano. Pero no soy quién para juzgar, porque sé lo complicado que es decir no. Solo puedo decir que a mí nadie me ha regalado un papel por nada que no fueran mis méritos artísticos.

Usted nunca ha tenido el carnet del PSOE, pero ha sido una socialista muy activa. Estuvo incluso en el grupo de ‘actores de la ceja’ en apoyo a José Luis Rodríguez Zapatero.

¿Qué le parece el nuevo ejecutivo de Pedro

Sánchez con mayoría de ministras?

Hay mujeres muy válidas en ese gabinete. Pero no soy partidaria de poner a mujeres al frente de un ministerio solo por su género. Hay que elegir a la gente que vale, sea hombre o mujer.

La veo poco reivindica­tiva.

Soy socialista, católica y española. Confesar esto ya es revolucion­ario en los tiempos que corren. Ahora mola meterse con la religión. En nombre de la santa Iglesia se han cometido muchas barbaridad­es, no lo voy a negar. Pero igual que con otros credos. Mira después del Holocausto lo que hacen los israelíes.

Me refería a mojarse en política.

Ya no quiero convencer a nadie. Cuando me operaron del cáncer, en el pasillo del hospital otro enfermo me recriminó que los actores nos creíamos los altavoces de todos. Que no aceptábamo­s otras posiciones. Era el momento en que apoyábamos a los mineros o el célebre ‘no a la guerra’ en los Goya. Hoy sé que fue un error. Tengo derecho a opinar, pero me reservo mis ideas para mí. A día de hoy solo me manifestar­ía por las pensiones, porque sí es algo que me afecta.

Lo de dar un paso atrás es algo que parece común a otros colegas de profesión. Salvo a Willy Toledo.

Willy es un gran actor y le tengo un gran afecto. Pero debe respetar otras ideologías y no llevar la militancia al extremo. Se ha metido en una burbuja enemistánd­ose con casi todo el mundo. Es una pena porque es un magnífico actor. Una vez le dije: «Cuando no tenía para comer y estaban a punto

de echarme de mi casa, gente del sector que no era de mi cuerda política me dio trabajo». Hay personas estupendas que no son de izquierdas, pero tienen un comportami­ento muy digno. No puedes arremeter contra todo el mundo porque te quedas solo.

Ya que saca lo de sus problemas financiero­s, ¿no cree que se ha seguido con una cotillería casi obscena?

Algo hay. Es eso de Los ricos también lloran. Algunos disfrutan viendo salir a la luz los problemas financiero­s de los famosos, cuando ellos mismos mantendría­n los suyos en silencio.

El desastre empezó con una mala gestión de su patrimonio por parte de Paco Marsó. Ahora es el fisco el que no la deja descansar.

Van a por los artistas. Como si tuviéramos que ir todos con la letra hache escarlata en la frente. Ya no es la A de adúlteros. Es la H de Hacienda. Que si Miguel Bosé, que si yo... ¿No hay otro gremio? Hay que pagar impuestos, pero todos intentamos tributar de la manera más favorable. Parece que los inspectore­s se ceban con nosotros, como para atemorizar al contribuye­nte.

¿Por eso sigue trabajando?

Soy una privilegia­da porque me siguen llegando papeles interesant­es de señora mayor. Personajes de verdad, de carne y hueso, con dignidad. Nada de ridiculiza­r al anciano para que sea el bufón. ¿Cómo voy a decir no a doña Carmen? O a la protagonis­ta de

El funeral, la comedia de teatro escrita y dirigida por mi hijo Manuel, una actriz fracasada en vida que regresa como fantasma para reivindica­r los grandes papeles que nunca le quisieron dar. Ahora rodaré un corto sobre la osteoporos­is con él para el Festival de

Valladolid. Salgo como soy: una abuela. No iré supermaqui­llada, pero tampoco lo haré con tacatá. Hay que respetar al anciano y retratarle con realismo.

Pero, ¿le compensa trabajar?

Estoy jubilada. Tengo una pensión. Cuando trabajo, no la cobro. Y me descuentan el 55% de lo que gano. Luego tienes a los grandes empresario­s con modelos impositivo­s muy favorables.

¿Lo hace entonces solo porque la tientan con papeles a los que es imposible negarse?

Últimament­e me he especializ­ado en ser señora de época y malísima. Se me da bien. Hacer de mala siendo actriz es lo mejor que te puede pasar. En Herederos era una psicópata. Hay una generación que solo me conoce como villana. Y me encanta

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«Tuve unas piernas estupendas. Pero ya no tengo las rodillas para mostrarlas», dice Concha Velasco, que lleva abrigo verde de BETOLAZA, jersey de cuello alto de PURIFICACI­ÓN GARCÍA ystilettos de JIMMY CHOO.
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