Seis personajes empoderados por el tacón
Pese a que la zapatilla gigantesca arrasa, los tacones siguen siendo un complemento que integra, sin edad, condición o género, por su empoderamiento y habilidad para elevar el 'look' a las alturas
Declaración de poder
Fele Martínez pasea su 1,78 m de estatura encaramado a unas imponentes sandalias con la expectación de quien disfruta de la fruta prohibida. «Me hacen buenas piernas, ¿verdad? Tendría futuro en el cabaret», bromea. «No es la primera vez que me subo a unos tacones. Ya lo hice en 2005 en el Teatro María Guerrero para Flor de otoño.
Daba vida a un travesti que por las noches vestía zapatos con tacón de carrete para ir al Bataclán». Gesticula sin parar mientras habla, pero deja los pies anclados en el suelo. «Cuesta mantener el equilibrio sobre un tacón de aguja. Admiro a las mujeres que se atreven a llevarlos. Ahora mismo estoy pensando ‘virgencita, que me quede como estoy’, porque te puedes meter un leñazo formidable. Pero no te negaré que cuando estás arriba y estiras la pierna, te sientes especial. Te ves más alto, más estilizado. Otra cosa ya es caminar».
En otros tiempos, elevarse del suelo era cosa de hombres. Los otomanos y los
cowboys para engancharse en el estribo. Luis XIV para marcar poderío sobre el populacho. «Y luego está el mítico tacón cubano de El Fary», ríe. Acabado el rodaje de la segunda temporada de la serie Estoy vivo, Fele se ha embarcado en la gira de
Todas las mujeres. «No le haría ascos a un papel femenino como Paquita Salas. Es un reto cambiar de sexo en la ficción».
"UNA VEZ PUESTOS, TE SIENTES ESPECIAL" FELE MARTÍNEZ