LA SOLUCIÓN NO ES CRIMINALIZAR
La catedrática e investigadora denuncia la pasividad ante la trata y la atención en los CIE
Entre las personas migrantes provenientes del continente africano, hay mujeres que huyen de matrimonios forzados, de la ablación, de situaciones de pobreza que incrementan el maltrato por ser mujer. Emprenden una huida especialmente dura y peligrosa, sufriendo la violencia de género en sus más brutales manifestaciones. Muchas son víctimas de trata de seres humanos, una «industria» que no para de crecer incentivada por la gran demanda europea de mercancía esclava para el mercado del sexo. Hay mujeres que acuden a estas mafias buscando protección frente a las brutales y corruptas fuerzas de seguridad de los países de tránsito, a quienes la Unión Europea encomienda su contención con el consiguiente coste en derechos humanos.
Cuando consiguen llegar a nuestro país, la respuesta es, en buena medida, criminalizar. Muchas son encerradas en los CIE (Centros de Internamiento para Extranjeros), que no son lugares de acogida, sino de privación de libertad, donde las condiciones distan de ser dignas. Así supimos que el CIE de Las Palmas les proporcionaba una sola braga, sin sujetador, para un encierro que puede llegar a 60 días. O que en el CIE de Aluche agonizó largamente Samba Martine sin ser asistida por un médico. Son tan solo dos ejemplos del drama humano que esconden los CIE.
Samba, que quería llegar a Francia junto con su marido y su hija, murió en 2011. Ningún responsable del Ministerio del Interior se dignó a informar a la familia de su muerte, ocurrida bajo la tutela del Estado.