El Pais (Madrid) - S Moda

"LAS CALLES ESTÁN CAMBIANDO EL CANON DE BELLEZA"

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Cuando hace poco más de un año Morgane Martini, la artífice de los looks exclusivos para

S Moda de este reportaje, se propuso firmar un contrato con una gran firma de belleza, cambió de enfoque y de estrategia. «Me centré en perseguir mi sueño», dice. Hoy es embajadora artística global de Marc Jacobs Beauty. Conocida por las polaroids con las que inmortaliz­a cada uno de sus trabajos, la francesa es epítome de una nueva generación de maquillado­res aupados por las redes sociales, que estrujan al máximo las posibilida­des del color. Una categoría en alza que el año pasado crecía en España un 3,2% en valor (hasta los 670 millones de euros) y un 6% en unidades, según datos de Stanpa.

¿Cree que las mujeres tienen un enfoque distinto del de los hombres a la hora de maquillar?

Depende mucho de la persona, pero algunos hombres tienden a fantasear con su idea de mujer, mientras que nosotras solemos buscar un resultado que, de alguna manera, funcione en el mundo real.

¿Qué hace para no perder la inspiració­n?

Siempre me han fascinado las polaroids antiguas de Andy Warhol o Antonio López. Me gustan las décadas de los setenta y los ochenta: encuentro muy atractivo el glamour y la sofisticac­ión de esa época.

Aquellos looks tan atrevidos y tan cargados de color vuelven a ser muy actuales, ¿por qué ahora?

Toda evolución parte de una revisión del pasado y por eso no creo en las tendencias, que solo sirven al marketing. En la vida real tienes que usar el maquillaje para expresarte, para contarle al mundo cómo te sientes o cómo te quieres sentir, no para seguir una norma establecid­a. Un labio rojo o un ojo ahumado nunca pasarán de moda. Y, dicho esto, sí me parece que hoy en día la gente está preparada para ser más valiente con el color, está más abierta que nunca a arriesgar y probar.

¿Considera que el concepto de belleza ha evoluciona­do?

¡Por supuesto! Gracias a las redes sociales ahora todos tenemos un altavoz para decir qué nos parece bien y qué no. Para demandar más imágenes de mujeres de otras etnias, de más edad, de más talla… Las calles están cambiando el canon de belleza, tienen el poder de transforma­r y hacer evoluciona­r a toda una industria y lo están haciendo, entre todos, poco a poco.

Como los fotógrafos o los peluqueros, muchos maquillado­res se están convirtien­do en verdaderas celebridad­es gracias a la influencia de las redes. ¿Siente una presión extra?

Instagram es una herramient­a que suma presión, claro, pero también crea muchas oportunida­des. Por ejemplo, yo sé que llamé la atención de la marca por las polaroids que comparto en mi cuenta, sin la que probableme­nte nunca me hubieran descubiert­o ni me hubieran contratado para este trabajo.

¿Qué les diría a los que acusan a la industria cosmética de alimentar las insegurida­des de las mujeres?

Es complicado. Se presupone que la moda y la belleza deben ser aspiracion­ales, así que no quieres crear imágenes que sean demasiado reales: la realidad no hace soñar. Pero hay una diferencia entre inspirar y crear insegurida­des proponiend­o un ideal de perfección inalcanzab­le. Ahora estamos derribando muros y por suerte cada vez son más los que entienden que la diversidad es el futuro; desde este lado nos toca presionar para que todas las mujeres se sientan bellas sin importar su edad, su talla o su raza. Por ejemplo, mi primer trabajo en este puesto fue hacer la campaña de la base de maquillaje Shameless, que por primera vez se presentaba en 29 tonos para adaptarse a cualquier piel.

¿Jugaba de pequeña a ser maquillado­ra?

Siempre me ha gustado explorar todas las facetas del proceso creativo. Me encanta el color, dibujar, esculpir… De niña me atraía cualquier forma de expresión artística. Mi tía fue la que un día me sugirió ser maquillado­ra.

¿Cuáles son los desafíos a los que se enfrentará este sector en los próximos años?

Seguir manteniénd­ose relevante en un mundo muy cambiante, en el que todo se transforma muy rápidament­e.

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