"LAS REDES PROPONEN UNIFORMIDAD"
La línea, que rinde pleitesía al morado que tanto cautivaba a Yves Saint Laurent, se inspira en un vestido de una de las primeras colecciones de Anthony Vaccarello (director creativo de la casa desde 2016). «En un modelo negro bordado con una flor de iris. Era una estampa bella de la que partir y un homenaje a los trajes Iris de monsieur Saint Laurent, que a su vez se inspiró en el óleo de Van Gogh», confía el creativo, amigo personal de Vaccarello. «Nos conocimos trabajando. No pude hacer su primer desfile porque tenía otro compromiso, pero estuve con él desde el segundo. Adoro su particular punto de vista y su enfoque irreverente, que no se aleja del que creo tendría ahora el propio Yves», cuenta.
Los vestidos se adaptan a la mujer moderna de la misma manera que lo hace el ideal de belleza, en perpetua fluctuación. «Recuerdo, por ejemplo, cuando debutó Stella Tennant, que era vista como inusual y extraña; hoy es uno de los rostros más refinados, adalid de lo clásico; y lo mismo pasó con Kate Moss». Cambia también el relato de la industria de la moda y la belleza. «Antes era el desfile el que dictaba las tendencias, ahora nos regala una propuesta más que se suma a otras voces que hay en la calle», apunta. Como en cualquier otro sector, las redes que democratizan el discurso son el elemento disruptivo «y tienen mucho de bueno». ¿El peligro? «Se ha criticado mucho a la moda por falta de diversidad, pero debemos señalar que las tendencias que hay ahí fuera proponen uniformidad: tienden a una imagen sin sabor ni alma. Se está instigando a las personas a que se escondan bajo una espesa capa de maquillaje y se redibujen la cara con la brocha porque sus rasgos no están bien». Porque frente al alegato a favor de la aceptación y la pluralidad se envalentona la vieja tendencia que busca imitar para encajar. «Es especialmente preocupante entre las más jóvenes, que no tienen herramientas para evaluar. Yo personalmente encuentro mucho más atractiva a Rossy de Palma que a todas esas chicas clónicas que te cruzas por Los Ángeles», confiesa. ¿Por qué tardó tanto su sector en abrazar la diferencia?: «Fue de nuevo por inseguridad, por miedo a lo distinto y por dinero, nadie se atrevía». En pleno proceso de adaptación, hay cosas, como la pasión, que permanecen inmutables. «Frente a pintar en un lienzo, plano y sin alma, mi trabajo implica estar frente a una persona. Hay emociones que afloran con solo dar carmín y por eso amo el maquillaje, porque un simple labial es una herramienta poderosa»