ESCAPADA
En Solomeo, Brunello Cucinelli ha construido su utopía humanística
Solomeo, el refugio de las artes de Brunello Cucinelli
Viñedos y olivares rodean Solomeo, una villa cercana a Perugia en la que el diseñador Brunello Cucinelli ha hecho realidad su utopía. Como relata en su libro Solomeo, Borgo dello Spirito, en 1978 decidió reconstruir este pueblo, en el que su esposa, Federica, tenía una pequeña tienda. Ahora es la sede de una firma de lujo que ha convertido el cachemir en su seña de identidad. Él la define como una «aldea del espíritu» en la que desarrolla su ‘capitalismo humanista’: «Mi sueño siempre ha sido trabajar por la dignidad moral y económica del ser humano, por eso imaginé una compañía con beneficios conseguidos con ética y respeto».
Este año hará su primera vendimia y elaborará aceite con los productos de esa zona habitada desde el siglo XII que ahora ve revivir su economía. Porque para Cucinelli, las periferias son el futuro: «Las afueras son hoy un problema en todo el mundo, y por esa razón tienen el potencial de convertirse en espacios agradables y especiales. Estoy convencido de que una renovación excepcional, civil, humana y espiritual, partirá de estos sitios». Las nuevas tecnologías, sostiene, deben utilizarse para mejorar la calidad de vida. «Internet es la respuesta para frenar esa tendencia de abandonar los pueblos, porque permite trabajar desde estos lugares hermosos. Así podemos redescubrir una forma de vivir en armonía con los ritmos naturales». Afirma que a ese equilibrio contribuye el arte, por eso en Solomeo hay un teatro y cada junio se celebra un festival de música clásica: «Los grandes pensadores del pasado nos enseñaron que hay proteger la belleza del mundo»