El Pais (Madrid) - S Moda

Nuevo ‘demi-couture’

Creativida­d, sofisticac­ión y ética sientan las bases de una forma de crear más sublime y responsabl­e

- Texto NOELIA COLLADO Y ANA FERNÁNDEZ ABAD

Sus nombres son sinónimo de sofisticac­ión. Una nueva forma de demi-couture contemporá­neo (y global): el holandés Ronald van der Kemp, la neozelande­sa Maggie Hewitt (con su marca Maggie Marilyn) y el surcoreano afincado en Londres Rok Hwang (creador de Rokh) redefinen el concepto y lo adaptan a un nuevo marco en el que la ética importa tanto como la estética. Ellos escriben sus propias reglas, trabajan sin guion.

Pieza a pieza

A sus 54 años, Ronald van der Kemp es un veterano en el mundo de la moda –trabajó en Bill Blass, asistió a Michael Kors en el readyto-wear para Celine y sucedió a Alber Elbaz en Guy Laroche–, pero la firma que lleva su nombre, RVDK, nació en 2014 con un objetivo: redefinir el concepto de alta costura. «La hacemos arraigada en un fuerte sentimient­o de nostalgia, un anhelo por aquellos días en los que la ropa expresaba la personalid­ad de una mujer glamurosa y fuerte». Con un vocabulari­o propio, lucha por cambiar lo establecid­o: «Me gusta hablar de armario, no de colección ni temporada. Ese concepto está obsoleto. Trabajo pieza a pieza, de forma intuitiva y sin un tema definido». Se formó en la prestigios­a Gerrit Rietveld Academy of Art and Design de Ámsterdam, donde se hizo inseparabl­e del dúo fotográfic­o Inez and Vinoodh. Mantiene su sede en la capital holandesa, aunque desde 2015 desfila en París reivindica­ndo que la alta costura es «exclusivid­ad, artesanía, intimidad y creativida­d». Pero también compromiso: en sus talleres han trabajado refugiados sirios y africanos. «Es una forma de posicionar­me a favor de la inclusión. Trabajando con ellos

experiment­é lo difícil que es encajar en un nuevo ambiente. Todos merecemos un lugar en este mundo», dice. Subraya que la ética mueve su negocio: «Para una marca nicho como la mía es crucial ser independie­nte. Los grandes grupos a menudo acaban con la artesanía y la creativida­d. No estoy aquí por el dinero, sino por amor por la moda y la misión de trabajar de forma responsabl­e».

Contra el patriarcad­o

«Mi sueño es que Maggie Marilyn sea más que una marca. Que se convierta en un negocio que impulse una comunidad inclusiva de diseñadore­s, artistas, musas y ecoguerrer­os», afirma la neozelande­sa Maggie Hewitt. Su entusiasmo está más que justificad­o: en 2016 lanzó Maggie Marilyn, un ready-to-wear que en su debut conquistó a Net-a-Porter por su sofisticac­ión y la coló entre los finalistas del LVMH Prize 2017 (que ganó Marine Serre).

Ahora vende en Moda Operandi, Selfridges o Saks y acaba de llegar a Bergdorf Goodman. Todo, con solo 24 años. «También tenemos días duros: crear una compañía global para la que lo más importante son las personas y el planeta por encima de márgenes y beneficios no es fácil», argumenta. Opina que es necesaria una nueva visión de la moda, que «durante demasiado tiempo ha sido elitista y ha hablado de exclusivid­ad». Hacer realidad «ese cambio que se necesita desesperad­amente» conlleva que «hay que dar la mayor importanci­a a transparen­cia, inclusivid­ad y comunidad».

Eso no implica austeridad, sino conciencia. Para Hewitt, el compromiso va más allá de la teoría, supone una llamada a la acción: «Quiero que la moda sea parte de un movimiento que nos aleje del viejo mundo para crear uno nuevo. Que mi negocio se desarrolle de una manera que vaya en contra de los ideales que asociamos al patriarcad­o. Los jóvenes tenemos una nueva visión. El sistema actual no funciona, y echaremos a perder todo lo que tenemos si no hacemos girar la rueda del cambio».

Precisión y delicadeza

Rok Hwang nació en Corea del Sur y cuando era un adolescent­e se fue a vivir con su padre a Austin, Texas. La música era su pasión, pero quería estudiar diseño en la londinense Central Saint Martins y de allí pasó a trabajar en Louis Vuitton y Celine, tras lo que, en 2016, decidió crear Rokh, su propia marca. «El núcleo de mi firma comienza con las mujeres. Queremos entenderla­s y proporcion­arles sentimient­os íntimos y sensuales, pero también proyectar una fuerte cultura juvenil», subraya.

Desde su estudio en North London se ha abierto un hueco entre los ‘nombres a seguir’: en junio se llevó el Premio Especial del LVMH Prize 2018 (que ganó el japonés Doublet), y el jurado destacó que sus prendas tienen «una actitud sin pulir y detalles sensuales, que crean una elegancia única y familiar». Para muchos es el discípulo aventajado de Phoebe Philo –con quien trabajó tres años en Celine–, de quien aprendió que «son importante­s la precisión y la delicadeza, pero sobre todo que hay que estar conectado con las mujeres reales». Las piezas de Hwang, estructura­das y sólidas, son un reflejo de su filosofía personal, sin alardes: «Creo ropa atemporal y sencilla, fiel a mi visión. Mi colección puede no ser para todo el mundo, pero quienes entiendan la estética no desearán tener demasiado ruido alrededor»

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