La deconstrucción del logo de CH Carolina Herrera
CH Carolina Herrera deconstruye su insignia en su última línea de bolsos
el 1 de mayo de 1846 se emitió en Inglaterra el Penny Black, el primer sello postal. Hasta entonces, el importe del envío de una carta debía abonarlo el destinatario. Aquel timbre –que funcionaba como comprobante de pago– revolucionó las comunicaciones. La imagen de la estampa, como no podía ser de otra manera, era del perfil de la reina Victoria, sin ningún texto indicando su nombre. Su reinado solo llevaba tres años en marcha (le quedaban otros 60), pero ya era suficientemente conocida como para que su cara fuese identificada de inmediato por sus súbditos y los que no lo eran. Eso convertía al Penny Black en el primer logo de la historia, una herramienta de branding para una reina en su apogeo imperial.
Más de 170 años después, CH Carolina Herrera lanza una colección de bolsos llamada Victoria Insignia, que homenajea a la considerada «abuela de Europa» y a aquel Penny Black. La marca cumple los 35 años inmersa en un proceso de cambios. La fundadora dio un paso al lado el pasado febrero –«no digan que me jubilo», advirtió en su retirada– y abrió la puerta a un nuevo director creativo, Wes Gordon, de tan solo 31 años. En una marca tan personalista en la que siempre se ha recalcado la identificación de la diseñadora y las colecciones (la clienta ideal de Carolina Herrera solo podía ser la propia Carolina Herrera), la fundadora retiene el rol como «embajadora global».
Tres décadas y media son suficientes para una casa potente como para poder jugar con su logo. Lo acaba de hacer también Tommy Hilfiger, que ha prescindido de su nombre y dejado tan solo su bandera, una ambición del fundador desde que Nike borró el nombre de su logo en los ochenta. En los Victoria Insignia, la famosas CH están deconstruidas en el cierre, creando algo parecido a un motivo ecuestre. Se trata de un gesto de alguna
manera contrario a la actual logomanía que invade la industria y que ha llevado incluso a Zara a imprimir su nombre en algunas prendas hasta el infinito. Frente a la obviedad, discreción. En términos artesanos, esa reinterpretación del símbolo se ha logrado con la técnica del lujado hecho a mano.
Los Insignia llegan en varios tamaños y están hechos con napa Ylang y piel sabina procedente de tenerías españolas, en colores sorbete (azul claro, blanco magnolia, beis, un rosa que llaman «peonía»), además del rojo emblema de la casa. Los tonos, explican desde la firma, están inspirados en los pantones que se utilizaron en los sellos con la efigie de la reina Victoria. Se han lanzado como bolsos de hombro, bandoleras y de mano, y también en el tamaño mini que tan buenos resultados comerciales ha dado a las marcas en las últimas temporadas.
Puede que ya no existan it bags como los que surgieron en los 2000, piezas muy reconocibles que serían pilares de algunas marcas para reconvertir su imagen y sanear sus cuentas. Fue el caso de Chloé con su Paddington y en mayor medida de Mulberry con su Bayswater. Pero lo que sí lanzan las firmas son modelos que suponen apuestas potentes en términos comerciales y que van modificándose cada temporada. Quizá las sneakers sean los nuevos bolsos, pero cuando Hedi Slimane quiso lanzar un aviso de lo que sería Celine (sin acento) bajo su batuta, lo hizo a través de una cartera de piel, que le dio a Lady Gaga para que paseara por el Lido de Venecia durante el festival. Ese modelo, el 16, y otros como
EL BOLSO SIGUE SIENDO EL REY
el Sylvie de Gucci o el Tess de Chloé tienen en común con los Victoria Insignia un retorno a cierta rigidez y a las formas clásicas, pero con toques (en este caso, el color) que indican claramente que no se trata de un remake, sino de bolsos diseñados en 2018 para las necesidades de 2018.
La nueva colección de bolsos de CH Carolina Herrera parece estar en sintonía con el estilo que quiere imprimir Gordon a la enseña, y que ya empieza a desbrozarse, tras un par de colecciones. Cuando algunas notas explicativas de las firmas parecen tratados filosóficos pasados por Google Translate, con una ensalada de conceptos a veces difícil de digerir, el diseñador estadounidense sorprende diciendo que lo que pretende es hacer ropa feliz para tiempos difíciles y que, como le enseñó su antigua jefa (en la casa siempre la llaman La señora), un vestido es solo un vestido. Y un bolso, un bolso. Solo hace falta que están bien hechos y apetezca llevarlos