Soledad Puértolas, escritora y académica
Lo desconocido inspira a la autora y académica Soledad Puértolas
Las letras han acompañado a la académica y actual presidenta del Real Patronato de la Biblioteca Nacional de España desde una edad temprana: «Siempre he escrito. La escritura ha estado ahí, por fortuna para mí, porque no sabría cómo vivir sin la imaginación y las palabras».
Puértolas encuentra la inspiración en el mundo que le rodea, en la búsqueda de lo que «aún desconoce». «Me interesa arrojar cierta luz sobre la vida para comprender algo. Mi meta no es hacer una cosa que le guste a los demás», dice la ganadora del Premio Planeta con la novela Queda la noche (1989) o el Anagrama con el ensayo La
vida oculta (1993). Resalta la importancia que tiene hacer las cosas con «gracia», palabra que empieza por la letra del sillón que ocupa en la Real Academia Española desde 2010.
No se siente «consciente» de la influencia y el reconocimiento que conlleva ser miembro de una institución en la que, de los 46 académicos, solo ocho son mujeres: «Vivo muy aislada. Tengo la sensación de estar fuera del mundo desde pequeña». La autora posee un sentimiento vital de «extrañeza» que siempre ha despertado su curiosidad. Quizá eso les motivó, a ella y a su marido, a trasladarse a Noruega con apenas 21 años y, más tarde, a California: «La vuelta a España fue durísima. Estaba instalada en una realidad muy distinta, y caer en las redes de la preocupación política te carga mucho. No deja de ensombrecer la alegría de la juventud».
Volviendo a la RAE, insiste: «Aunque hoy, teóricamente, la igualdad intelectual no se cuestiona, la mujer aún tiene cargas del pasado, y no se puede cambiar la mentalidad en un año». Reconoce que «poco a poco» nota el cambio: «Yo no me siento menos valorada por mis compañeros académicos. Siempre me ha parecido absurdo que se piense que soy mujer antes que nada».
Admira a Ana María Matute, «una gran amiga, una gran escritora y un ejemplo de la vida en su manera de llevar las dificultades». Y si tiene que elegir a una autora, se decanta por Alice Munro, a quien lee desde antes de que recibiera el Nobel: «Hoy las escritoras no son cuestionables. Resulta verdaderamente lamentable que a veces los críticos se olviden de mencionarlas»