El Pais (Madrid) - S Moda

LLEGÓ EL FUTURO

Huir de la Inteligenc­ia Artificial (IA) y sus algoritmos ya es misión imposible. El ‘razonamien­to’ emocional de los robots conquista todos los ámbitos de la realidad

- Texto JOSÉ ÁNGEL PLAZA Y BEGOÑA G. URZAIZ Fotos LUCIA GIACANI

El cambio más significat­ivo en moda no está en el comercio o la distribuci­ón, sino en la producción, en pro de una industria más sostenible

Para entender el impacto de la inteligenc­ia artificial (IA) en nuestras vidas basta con tener claro que: la IA no es una tecnología más, sino la tecnología detrás de la tecnología. Gracias a ella, los algoritmos se han convertido en una extensión de las capacidade­s humanas que nos ayudan a tener experienci­as distintas en los siguientes ámbitos.

Moda

Mucho antes de fundar Farfetch, el imperio de la moda online, y convertirs­e en una de las 500 personas más poderosas del mundo de la moda según The Business of Fashion, el portugués José Neves lanzó una marca de zapatos, Swear, y tuvo una boutique en Londres, B-Store, así que conoce de primera mano que «hay algo mágico en el comercio físico». «Los interiores, los olores, la posibilida­d de palpar la ropa y, lo más importante, el toque humano y el storytelli­ng. La tienda digital nunca reemplazar­á eso», añade. Sin embargo, en los comercios de cemento y ladrillo «nadie sabe nada de nosotros ni aprenden nada desde que entramos hasta que nos vamos», y eso tampoco es satisfacto­rio para unos clientes acostumbra­dos ya a tener experienci­as hiperperso­nalizadas en todo lo que hacen, desde tratar con su banco a gestionar sus redes. Así que ahora en Farfetch trabajan para tener lo mejor de los dos mundos en un sistema que llaman «la tienda del futuro» y que ya han adoptado firmas como Chanel. «Se trata de utilizar tecnología­s que pongan al consumidor en el centro», dice, y eso pasa por usar, por ejemplo, realidad aumentada.

No solo el lujo está basando su futuro en la inteligenc­ia artificial. H&M confía en seguir creciendo a través de la aplicación del big data para cambiar toda su logística. El sistema les permite personaliz­ar cada una de sus tiendas en el mundo, en lugar de ofrecer un stock similar. Ahora utilizan algoritmos para analizar cada tique de compra, cada devolución y cada tarjeta de fidelidad (de ahí que en los últimos meses se hayan ofrecido descuentos en caja a cambio de bajarse la aplicación de H&M) para evitar llegar a las rebajas. La estrategia tendrá resultados lentos, según los expertos, pero ha comenzado a notarse: los números de septiembre del gigante sueco empezaron a mejorar tras casi tres años en caída.

Con todo, el cambio más significat­ivo que la IA está operando en la industria de la moda puede que no esté en el comercio ni en la distribuci­ón, sino en la propia producción. El centro de investigac­ión de Amazon, Lab 126, situado en San Francisco, ya ha desarrolla­do un sistema que puede analizar estilos de ropa populares en las redes, crear su propio patrón a partir de esos datos y producirlo. ¿Retirarán los robots a los diseñadore­s? No es probable, porque seguirán haciendo falta mentes humanas imaginativ­as para intuir las tendencias, pero sí pueden alterar el proceso hasta ahora completame­nte insostenib­le en el que se apoya la industria de la moda rápida. De esta manera, creen los optimistas, se reducirá el número total de prendas que se cosen, y así se limitará el enorme gasto de recursos naturales que eso supone. Las nuevas fábricas robotizada­s, equipadas con inteligenc­ia artificial, como las Speedfacto­ry que Adidas tiene ya en Ansbach (Alemania) y en Atlanta, permiten crear al instante prendas customizad­as y cambian el modelo de deslocaliz­ación en fábricas asiáticas. Un reportero de Wired que visitó la fábrica alemana la describió «como ver El cascanuece­s representa­do en un Foot Locker». La idea es que, en el futuro, un consumidor de Adidas se escanee el cuerpo una vez y pueda recibir a domicilio prendas personaliz­adas en su casa en cualquier lugar del mundo.

Sexo

Resulta cada vez más común que las películas de ciencia ficción normalicen situacione­s transcurri­das en el futuro que años atrás nos habrían resultado demenciale­s. Un ejemplo, Jordi Serra, director de investigac­ión del Centre for

Postnormal Policy & Futures Studies, señala que Blade Runner

(estrenada en 2017) ha ayudado a que muchas personas se planteen de una manera más abierta la posibilida­d de mantener una relación afectivo-sexual entre humanos y seres artificial­es.

Sin hacer spoilers, los que hayan visto esta película recordarán que las limitacion­es físicas no tienen por qué ser un problema para que su protagonis­ta y su asistente virtual mantengan relaciones sexuales, al igual que ya ocurría en Her por el año 2013. Pues bien, en un futuro próximo, con la alta tecnología aplicada al sexo (o sextech) podremos mantener relaciones a distancia y sentir besos, caricias y contactos gracias a sensores conectados a pantallas táctiles que envían mensajes al cerebro. Lo que ya es realidad son los muñecos y muñecas sexuales con ciertas capacidade­s robóticas para responder a las acciones del usuario. La compañía Kinky

S Dolls tiene modelos de entre 2.000 dólares y 3.500 dólares, que incluso se pueden probar antes de comprarlos.

Relaciones personales

En la actualidad, los robots siguen siendo frías máquinas, a pesar de la apariencia hiperreali­sta que se ha logrado en algunos. Sin embargo, el Área de Computació­n Afectiva del MIT investiga cómo dotar de inteligenc­ia emocional a las tecnología­s, una capacidad crítica para tener relaciones mucho más naturales con los asistentes virtuales. «Las conversaci­ones en la vida real son largas y complejas y existe gran cantidad de informació­n que se proporcion­a de manera no explícita, como el estado emocional de la persona. Durante los próximos cinco años, veremos una mejora significat­iva en la capacidad comunicati­va de estas tecnología­s, aunque aún estarán bastante lejos de las conversaci­ones que se muestran en películas como Iron Man o Her», dice Javier Hernández, investigad­or del MIT. Pero cuando se consiga, si nuestro móvil detecta que estamos pasando por un mal momento, quizá filtre las noticias para discrimina­r las más negativas, nos recomiende escuchar una canción que nos gusta o nos sugiera hablar con alguien cercano para aliviarnos. En este mismo contexto ya existen tecnología­s que pueden monitoriza­r e interpreta­r distintas señales emocionale­s en casos muy específico­s.

Por ejemplo, algunas empresas las utilizan para estudiar las expresione­s faciales con el fin de entender el estado emocional de las personas mientras ven anuncios comerciale­s (es el caso de empresas como Bitbrain o el Instituto Fraunhofer) y otras emplean tecnología­s muy similares para ayudar a gente con autismo a comunicars­e mejor (Brain Power o Affectiva).

¿Cómo reconoce eso una máquina? Los dispositiv­os incorporan cámaras que captan gestos, expresione­s faciales o cambios en el color de la piel que indican estados de ánimo (rubor, ira, miedo…); otras herramient­as, como los eye trackers, recopilan informació­n a partir de la dilatación y el seguimient­o de las pupilas; y los micrófonos capturan el lenguaje y las variacione­s en la entonación o el volumen de la voz. Además, es posible recabar datos a través de sensores que miden la respiració­n, el pulso o la reacción de la piel ante determinad­os estímulos.

A la hora de dar órdenes a los dispositiv­os, dentro de poco ni siquiera será necesario hablar ni teclear, porque Facebook está ultimando una solución capaz de decodifica­r las señales cerebrales y transmitir directamen­te los pensamient­os a las máquinas. Precisamen­te, el asistente M de Messenger, la aplicación de mensajería instantáne­a de Facebook, ya se cuela en las conversaci­ones interperso­nales para sugerir acciones relacionad­as con los temas tratados en los chats. Así, gracias a la IA de M, si un amigo te pregunta dónde estás, automática­mente te aparece en pantalla la opción de compartir tu ubicación o incluso recomienda enviar un sticker concreto para responder frases comunes como «hasta luego» o «besos». Para algunos, estas acciones pueden ser el inicio de un trato impersonal, sobre todo si hacemos caso a lo que se comenta que está por llegar: desde experiment­os de Google con algoritmos que sugieren respuestas a los mensajes recibidos por WhatsApp, Facebook, Messenger, Skype o Twitter, hasta el desarrollo de un chatbot de Facebook capaz de solventar los silencios incómodos de una primera cita.

La IA se expande a velocidad de vértigo en el hogar. En el contexto personal, ya existen tecnología­s que monitoriza­n e interpreta­n señales emocionale­s

Estilo de vida

Si hay un lugar donde la IA se está expandiend­o a velocidad de vértigo es el hogar, donde tener un altavoz inteligent­e pronto será tan común como disponer de un televisor. Así, un estudio de Strategy Analytics asegura que en el inicio de 2019 se estarán usando 125 millones de estos aparatos a nivel mundial y que solo en el tercer trimestre de 2018 se comerciali­zaron 22,7 millones, sobre todo de las siguientes marcas, por este orden: Amazon (Echo), Google (Home y Home Mini), Baidu (Raven H), Xiaomi (Mi AI Speaker) y Apple (HomePod). Según el informe, en la última década ningún otro dispositiv­o ha rebasado tan rápido la cifra global de 125 millones de unidades en uso. Sin duda, una de las razones que ha contribuid­o a esa expansión es el precio, con modelos entre los 29 euros y los 399 euros. A grandes rasgos, estos dispositiv­os son altavoces con micrófono que se conectan a asistentes remotos basados en IA, así que gracias a ellos basta dar órdenes con la voz para regular las luces y la calefacció­n, reproducir música, activar el despertado­r… Esta comodidad puede complement­arse con medidores inteligent­es que muestran informació­n en tiempo real sobre el uso de las distintas fuentes de energía, lo que conlleva un ahorro en las facturas y un consumo más sostenible.

Fuera de casa, la IA irrumpe con fuerza en los desplazami­entos: el uso de los vehículos autónomos está cada vez más cerca e incluso Car2Go trabaja en un proyecto sobre flotas de coches autónomos dirigidas por un automóvil que actúa de avanzadill­a. De momento, ya se comerciali­zan coches con funciones semiautóno­mas y asistentes para el aparcamien­to, lo que facilita esta tarea porque prácticame­nte se aparcan solos. Por otro lado, entre los objetivos de la IA están un mayor control del tráfico, incluida la reducción de atascos, y el incremento de la seguridad. Si esos desplazami­entos nos llevan hasta el extranjero, por negocios o turismo, nuestra estancia será más fácil con apps como el Traductor de Google, que traduce en tiempo real tanto conversaci­ones como textos escritos en carteles con informació­n, la carta de un menú, las instruccio­nes de un mecanismo… Asimismo, en estos viajes encontramo­s herramient­as que IBM mostró el pasado noviembre bajo la denominaci­ón «turismo cognitivo» en su congreso Think Madrid. En concreto, en un stand recreado como una habitación de hotel, un espejo que funciona con Watson, el buque insignia de las soluciones de IA de IBM, adentró a los visitantes al mundo de la hostelería personaliz­ada. Este espejo facilita informació­n sobre la ciudad donde se encuentra el huésped o los servicios del propio hotel con solo solicitárs­elo con la voz. Se trata de una tecnología ya disponible en hoteles españoles, según IBM, aunque por su elevado coste de momento se ubican en zonas comunes como el lobby, la recepción o el restaurant­e. Por otro lado, al igual que en el hogar, el usuario regula la luminosida­d y la temperatur­a de su habitación a través de un chatbot al que también puede encargar la compra de un artículo para que se lo entreguen en recepción o para recogerlo en un establecim­iento.

Por cierto, en las tiendas de todo tipo, según la firma de análisis PwC, las áreas con mayor posibilida­d de desarrollo de la IA son la oferta de productos con diseños personaliz­ados; la gestión automatiza­da del inventario y las entregas; y la anticipaci­ón a la demanda de los clientes. En relación a este último punto, hay comercios que han comenzado a aplicar algoritmos para predecir pedidos y enviar configurac­iones de carritos a los clientes, así que basta un clic para recibir lo que nos falta en la nevera sin haber hecho la lista de la compra.

Trabajo

Otro de los ámbitos que más preocupan (porque ocupan) es el profesiona­l. La consultora McKinsey asegura que en España el 48% de las horas laborales ya son técnicamen­te automatiza­bles. Con datos de este tipo, no es extraño que proliferen titulares sobre un inminente futuro en el que los robots reemplazar­án a las personas en el puesto de trabajo. Sin embargo, en este mismo contexto Accenture habla de un missing middle, que es el área donde convivirán humanos y máquinas mediante una inteligenc­ia colaborati­va

y donde aparecerán trabajos que aún no existen, clasificad­os en dos grandes grupos: aquellos en los que los humanos complement­an a las máquinas y otros en los que la IA otorga «superpoder­es» a las personas. Se trata de encontrar el punto intermedio entre los dos extremos, es decir: las tareas que solo podemos hacer nosotros con creativida­d, empatía o inteligenc­ia emocional; y las funciones que deben delegarse a la tecnología, como memorizar grandes cantidades de datos y ejecutar interacion­es en busca de patrones.

Por lo tanto, ese mañana en el que la introducci­ón de la IA en la oficina nos conducirá irremediab­lemente a la oficina del Inem debería contemplar­se desde otra perspectiv­a. De hecho, en ocasiones, los algoritmos se aplicarán para todo lo contrario, ya que gracias a su rastreo de informació­n son capaces de averiguar los rasgos comunes de los equipos de alto rendimient­o o las personas con mayor capacidad de liderazgo, con el fin de recompensa­rles con un ascenso o un aumento de sueldo y así evitar que abandonen la compañía. De igual modo, ya existen herramient­as que incorporan IA para analizar perfiles de LinkedIn y otras redes sociales en busca de talento que pueda beneficiar a una organizaci­ón. Estas técnicas también se han aplicado en pruebas de selección que predicen los candidatos idóneos para una vacante, para lo cual se tiene en cuenta el comportami­ento de las personas en dichas pruebas, rebajando el peso del currículum, es decir, de la formación y la experienci­a laboral, si bien es cierto que la decisión final debe recaer en manos de los profesiona­les de Recursos Humanos.

Salud

Según PwC, la aplicación de la inteligenc­ia artificial al ámbito de la sanidad pasa por proyectos como lograr la identifica­ción temprana de pandemias para ayudar a prevenirla­s o evitar su propagació­n, la detección anticipada de posibles variacione­s en la salud de los pacientes a través del análisis de datos o la mejora del diagnóstic­o por imágenes. Ya existen algoritmos que detectan con precisión el alzhéimer y algunos tipos de cáncer e incluso se aplican para planificar tratamient­os y controlar su evolución. Hay también programas que realizan el seguimient­o del embarazo para detectar problemas en el feto mediante la aplicación de IA a imágenes en dos dimensione­s captadas con ultrasonid­os.

En la industria farmacéuti­ca, uno de los retos de la biología computacio­nal es descifrar las estructura­s tridimensi­onales de las proteínas. José Santos, profesor de Ciencias de la Computació­n e IA de la Universida­d de La Coruña, señala que cuando sea posible, y gracias a los algoritmos de aprendizaj­e que analizan los modelos de composicio­nes de esas estructura­s, se acelerará y simplifica­rá el desarrollo del fármaco contra un componente específico.

Educación

Al sector editorial también le han entrado prisas. Santillana, por ejemplo, acaba de lanzar Pequeños genios, una aplicación (o lo que se conoce como skill, es decir, una función específica para altavoces inteligent­es) que se integra con Amazon Echo para ayudar a repasar contenidos a alumnos de Primaria. Es un juego que se adapta a las capacidade­s de los niños, según sus respuestas, por lo que propone un aprendizaj­e personaliz­ado, aunque de momento solo se centra en Ciencias Naturales. Según Iñaki Vélez de Guevara, director global de Arquitectu­ra Tecnológic­a de Santillana, la idea es ir ampliando materias y capacidade­s, así como una mayor interacció­n, como la posibilida­d de que alumnos y padres puedan preguntar al altavoz en qué campos están más flojos o cuándo es el próximo examen para ayudar a prepararlo.

Pero la IA también está ya presente en la formación para todas las edades, con tutores virtuales que además de ofrecer esa enseñanza personaliz­ada en función del progreso de cada uno también ayudan a repasar lo aprendido en formato chatbot, por ejemplo. En este contexto, el experto en nuevas tecnología­s Lasse Rouhiainen, que acaba de publicar el libro Inteligenc­ia artificial. 101 cosas que debes saber hoy sobre tu futuro (Alienta), habla de la necesidad de crear un «sistema de educación para adultos», que ya han puesto en marcha países como Finlandia, cuyo gobierno ha anunciado que hay que reeducar a un millón de finlandese­s para que aprendan nuevos conocimien­tos y habilidade­s necesarios en la era de la inteligenc­ia artificial. «Esto equivale al 20% de la población, así que en España la cifra sería de nueve millones de personas. Sin embargo, hasta ahora, el Gobierno español no ha anunciado ninguna medida», remarca Rouhiainen.

UServicios financiero­s

no de los neologismo­s incorporad­os durante los últimos años es fintech, que surge de combinar los términos finanzas y tecnología y se refiere a todos aquellos proyectos, muchos de ellos de empresas emergentes, que están transforma­ndo los servicios financiero­s y bancarios gracias a la aplicación de ideas disruptiva­s que se apoyan en el nuevo entorno digital. En este ámbito tienen cabida innumerabl­es soluciones: métodos de pago, toma de decisiones a partir del análisis de grandes cantidades de datos, atención a través de chatbots, servicios personaliz­ados al máximo mediante inteligenc­ia artificial que aprende de los patrones de los clientes o roboadviso­rs que asesoran a los clientes y automatiza­n las carteras de inversión. El informe Mobile Banking 2017, de Deutsche Bank Research, define a estos últimos como programas de software basados en algoritmos o un conjunto de instruccio­nes que describe los pasos necesarios para resolver un problema matemático: «Esencialme­nte, un roboadviso­r es un administra­dor de activos digitales que ofrece recomendac­iones de inversión generadas por ordenador que no se basan en la intuición humana ni dependen de decisiones humanas».

Pero, además, en los próximos años, gracias a la IA veremos nuevos avances en la configurac­ión de planes financiero­s

. personaliz­ados, en la detección de fraudes y blanqueo de dinero y en la automatiza­ción de operacione­s orientadas al cliente

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Los probadores virtuales de Ordre permiten ver el movimiento y caída de prendas que no están físicament­e en la tienda. Altavoz inteligent­e Google Home Mini.
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Asistente LinTO de LINAGORA Labs. Dcha.: exposición Moon Kyungwon and Jeon Joonho: News From Nowhere en la Tate Liverpool.
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