El Pais (Madrid) - S Moda

LAS PELUCAS SALEN DEL ARMARIO

Y SE SUBEN A LA PASARELA, LOS ESCENARIOS Y LA ALFOMBRA ROJA

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Hace unos meses, la modelo y actriz Emily Ratajkowsk­i desvelaba a S Moda que a menudo lleva peluca. «Tengo el pelo muy fino y me sirve para jugar con mi imagen». En las mismas fechas, Katy Perry, que ahora presume de cabello corto y rubio, subió a Instagram una ‘historia’ en la que un amigo portaba la peluca larga y morena que había lucido ella horas antes. «¡Mi peluca ha volado a otra cabeza!», exclamaba. No son las primeras en colocársel­as. Nicki Minaj abrió la caja de Pandora en 2012 cuando, al ser comparada con Lady Gaga por abusar de los postizos, afirmó rotunda: «Todas las mujeres en este sector los utilizan». El mismo año, Adele mostró en televisión su colección privada, e incluso desveló que les ponía nombres. En 2016, Keira Knightley confesó que con los cambios de cada rodaje se había destrozado el pelo, y llevaba ya cinco años luciendo un cabello que no era el suyo. «Con ellas pueden lucir un peinado acorde a su estilismo en cada momento, crean una imagen potente y una ilusión», afirma Xavi García, director de Salón 44.

La moda también ha sido receptiva a esta tendencia. En los últimos desfiles, Gucci, Haider Ackermann, Moschino, Jeremy Scott y Fendi, entre otras firmas, pusieron pelucas a sus modelos. «Las pasarelas son imaginativ­as y con el cabello de las tops muchas veces no se puede trabajar», asegura Eduardo Sánchez, fundador del salón homónimo.

El fenómeno está acabando con el estigma de su uso, que se asociaba indefectib­lemente con la alopecia. «En los años sesenta y setenta se tenían pelucas en casa y llevarlas a determinad­os eventos estaba bien visto. Las mujeres no pretendían disimular que no era su cabello, se trataba de un complement­o más», añade García. Así se ha podido ver en la serie Arde Madrid, en la que Isabel Perón elige con naturalida­d entre dos postizos que le enseña a su marido, el general.

En la calle también se extiende su popularida­d, pero aún hay alguna reticencia. García esgrime una razón sencilla: el coste. «Las pelucas de cabello real, como las de Beyoncé, tienen precios desorbitad­os». Sin embargo, las sintéticas están mejorando en calidad y son más asequibles. El programa Pantene Beautiful Lengths, que recogía cabello natural donado para crear pelucas para pacientes con cáncer en Estados Unidos y Canadá desde 2006, ha dejado de hacerlo desde el 1 de enero de 2019: cuentan con suficiente material para cuatro años más y ahora se prefieren las artificial­es.

El estilista Alberto Cerdán contesta a nuestras preguntas mientras moldea una peluca a lo Marilyn Monroe que Cayetana Guillén Cuervo usará en una fiesta: «Ahora suele ser habitual su uso para este tipo de ocasiones». Sánchez confía en que se puede acercar el momento en el que se normalice su presencia en los tocadores femeninos, primero gracias a postizos y extensione­s: «Hay firmas como Balmain Hair que, al vincularse a la moda y no a

. la tienda tradiciona­l, generan confianza entre los clientes y se animan a probar la experienci­a»

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