'OUI', PARIS
Chanel rinde tributo a la cuna de la alta costura
Couture. El término remite a París. No es la estampa una postal anacrónica, aunque el decorado del último desfile de Chanel pueda parecer la recreación ilusoria de un escenario pretérito. Detrás de los flashes de la pasarela, la ciudad ha construido a su alrededor un auténtico búnker (cultural y jurídico) para proteger el saber hacer de los artesanos que mantienen vivo este segmento, el más exclusivo y caro de la industria. Para Karl Lagerfeld (director artístico de la maison desde 1983), hablar de costura es hablar de París. Ayer y hoy. Él llegó a la capital francesa con apenas 18 años, cuando esta urbe intentaba superar la posguerra, entre la miseria y el grandeur, y la migración alimentaba la escena artística. El káiser comparte la misma idea de la ciudad de la luz que los artistas cuya obra exhibe el Museo Reina Sofía en la muestra París pese a todo. Artistas extranjeros 1944-1968 (hasta el 22 de abril): la fantasía de una metrópolis libre y eterna. Curiosamente, en la vista de la ribera del Sena que Chanel evoca bajo la bóveda acristalada del Grand Palais, junto a los típicos buquinistas (vendedores convertidos en libreros) aparece también la fachada de la Academia Francesa. Sus académicos, como Lagerfeld, son conocidos como «los inmortales».
Pero ¿puede la costura de verdad superar la barrera del tiempo?, ¿puede la expresión más sublime y serena de la moda ser moderna en una sociedad frenética e hiperdigitalizada? The
LA COSTURA NI ENTIENDE DE MODAS NI CADUCA
Business of Fashion volvía a lanzar la pregunta hace menos de un año. Son muchos los que, pese a los buenos resultados del sector, cuestionan su relevancia. «La alta costura es una isla de sueños y escapismo. Es el lujo máximo, trasciende las modas y no entiende de tiempos», analiza Lagerfeld. La esencia del oficio no ha cambiado. En tiempos de dictadura low cost, desde las grandes maisons se reivindica con orgullo la necesidad de respetar y perpetuar los mismos valores: excelencia, artesanía, exclusividad y dedicación (casi 1.000 horas de trabajo para confeccionar una chaqueta de alta costura).
La visión original de Gabrielle sigue ahí, inalterable, guiando la mastodóntica maquinaria comercial de la empresa. El propio Karl se encarga de reescribir su biografía cada temporada con anécdotas que de pronto resultan actuales de nuevo. Como cualquier otro lenguaje vivo, la costura ha ido incorporando nuevas técnicas, neologismos y discursos. Este año, la mujer es por unanimidad el eje de las propuestas vistas en pasarela. También en Chanel. Y quizá con más razón que en otras casas. Al fin y al cabo, Coco fue feminista y revolucionaria. Su mayor reto fue transformar el guardarropa para que las féminas no se sintieran disfrazadas y pudieran moverse con facilidad. Ahora Lagerfeld juega con cremalleras para añadir versatilidad. Hay faldas largas hasta los pies con cremalleras laterales que al subirse dejan al descubierto minifaldas preciosistas. Son piezas modestas y provocadoras a la vez. Para todos los usos… y todos los clientes.
En los cuarteles de la maison en rue Cambon, y bajo la supervisión de madame Jacqueline Mercier, première d’atelier (jefa de taller), el cielo gris, los bulevares y las fachadas haussmanianas de París –que esbozó Lagerfeld un mes antes del desfile en una serie de bocetos, claros y explícitos– hilvanan una colección en faya de seda, chifón y tweed de tonos grisáceos. «No hay flores ni estampados. En su lugar, destellos metálicos que iluminan el rostro sin necesidad de grandes ornamentos», explicó el creativo en el backstage tras el show. Hay hilos plateados y dorados, bordados irisados, paillettes y abalorios brillantes… En uno de los looks, quizá el más sorprendente, la misma manta térmica reflectante que utilizan por igual refugiados, corredores de maratón y equipos de salvamento se trenza hasta dar forma a una voluminosa falda acolchada ultraligera. Sobre la pasarela,
. la polaca Ola Rudnicka luce el diseño con un top de terciopelo y plumas. Es magia sin complejos