OTRA VISIÓN
De Guatemala al mundo: Luna del Pinal pone en valor la artesanía para convertir la tradición en moda
Un viaje a la región del lago Atitlán, en Guatemala, fue la chispa que dio luz a Luna del Pinal. «Fuimos para aprender a tejer manualmente con artesanas y volvimos con un muestrario impresionante», recuerda Corina del Pinal, cofundadora de la marca junto a la española Gabriela Luna. Pocos meses después de aquella experiencia, a su regreso a Londres, presentaban una pequeña colección de seis chaquetas en la Semana de la Moda y salían con un primer pedido de una tienda en Nueva York. Eran creaciones testimoniales del espíritu que ha dado forma a esta enseña que rescata tradiciones y entiende el lujo como esa acepción que habla de exclusividad gracias al factor humano.
Hoy su proceso creativo se precipita tras dos reuniones anuales con las diversas asociaciones guatemaltecas con las que trabajan. «Croché, bordados, textil grueso, ligero… cada una viene de una zona y se ha especializado en una técnica. Nos juntamos todas y empieza la colaboración», cuenta Luna. Una alianza que espolea inventiva y saber hacer. «Viniendo de distintas partes del país, se conocen, se ayudan y comparten conocimientos. A partir de ahí buscamos ir modificando los resultados para crear algo nuevo y moderno», cuentan las diseñadoras, que se formaron en el Istituto Marangoni y trabajaron para Christopher Kane o JW Anderson.
La sostenibilidad sobrevuela todo el proyecto: «Se trata de rebelarse contra el fast fashion, que afecta también al lujo, y rescatar el lado más romántico de la moda». Ralentizar los tiempos no es fácil: «Tenemos dos procesos productivos –tejido y prenda– y hay que hacerlos encajar teniendo en cuenta que los plazos de entrega no significan lo mismo para nuestros proveedores que para nuestros clientes». Pero la demanda cada vez es más abierta a planteamientos que se salen de la
. norma: «La gente aún se emociona al ver algo hecho a mano»