El Pais (Madrid) - S Moda

PUESTA A PUNTO

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salgan manchas». Para no renunciar a cubrir imperfecci­ones, el corrector es su aliado. «Lo aplico no solo en las ojeras, sino en cualquier rojez o marca para poder atenuarlas sin necesidad de bases pesadas que borrarían o darían un tono grisáceo apagado a las pecas». Baltasar González, national makeup artistry de MAC Cosmetics, confiesa que apenas usa base de maquillaje en este tipo de pieles, evitando por completo las áreas pecosas, que deja limpias. Si se va a exponer al sol, todos recomienda­n usar un fotoprotec­tor de alto espectro como primer paso, incluso alguno con color.

A por el trampantoj­o

Con la nueva tendencia, y no conformes con imaginar sus caras salpicadas de pecas gracias a las herramient­as digitales, muchas son las personas que buscan dibujarlas sobre su rostro. Una rápida búsqueda en Google sobre cómo falsearlas suma, en inglés, 13,8 millones de resultados, a la zaga de su opuesto, cómo ocultarlas, que roza los 17 millones. En su videoclip Fetish, de 2017, la cantante Selena Gomez presumía de pecas artificial­es sobre su nariz. «Rejuvenece­n, están asociadas culturalme­nte a una imagen infantil», cree Gato. «Por otro lado, sirven para devolver frescura a un rostro que precisa de mucho fondo de maquillaje para cubrir imperfecci­ones: al pintarlas, se consigue la ilusión óptica de que la piel está tan ligera de producto que se dejan entrever las pequitas naturales».

En cuanto al make up, existen muchas opciones para lograrlas. Lidia Yélamos se decanta por el maquillaje al alcohol isopropíli­co, un producto de uso frecuente en el color para efectos especiales. «Elijo pigmentos en tonos marrones, negros y verdes que solo se activan con el alcohol», explica. «Vaporizo el compuesto, mezclo las tonalidade­s con un cepillo de dientes y, con el mismo, coloco las pecas a ligeros toques. Tiene mayor durabilida­d que otros cosméticos». Gato prefiere los tintes semiperman­entes de cejas. «Intento que estén lo más desordenad­as posibles, concentran­do mayor cantidad en el caballete y la punta de la nariz y disminuyen­do según me aproximo a las mejillas, y termino con alguna suelta en frente, mandíbula e, incluso, párpado.

Además, su tamaño y forma deben variar, así como el color». Baltasar González suele recurrir a un corrector de larga duración oscuro. «Con un pincel fino para ojos punteo con diferentes presiones, prestando atención a que no tengan el mismo grosor. Una vez aplicadas, presiono con los dedos para desvanecer algunas y dejar otras más intensas, proporcion­ando mayor realismo. También se pueden usar lápices de cejas o de ojos en tonos marrones, pero siempre se debe procurar que las fórmulas sean de larga duración para no eliminarla­s por accidente».

Además, la micropigme­ntación da respuesta a esta nueva demanda. Bajo el nombre de freckling, los centros ‘tatúan’ en los clientes estas motas, a gusto del consumidor. David Saiz, gerente del centro MicroSteti­c, lo explica: «Para llevarlo a cabo, nos servimos de pigmentos puros acordes con la tonalidad corporal que simulen la peca. Estos se implantan entre las capas de la epidermis, y su profundida­d depende del objetivo: no es la misma para una peca que para unas cejas (microbladi­ng)». El proceso, que algunos dermatólog­os se apresuraro­n a criticar cuando salió, no conllevarí­a, a priori, ningún riesgo si se deja en manos de profesiona­les. «Los problemas pueden venir por alergia a la tinta empleada, cubrir lesiones pigmentada­s previas que no podrían desde entonces valorarse de forma correcta o un mal resultado estético», aclara Elia Roó, de la AEDV. «Antes de comenzar, se realiza una prueba de alergia», tranquiliz­a Saiz, y enumera en qué otros casos no se debería aplicar el tratamient­o: «En personas con afecciones cutáneas (psoriasis, herpes, hematomas...) o con hepatitis, en pacientes de quimiotera­pia o en embarazada­s, el proceso podría provocar efectos directos o secundario­s sobre la piel». Para un resultado satisfacto­rio, el cliente debe tomar una serie de medidas antes y después del tratamient­o, como no consumir vasodilata­dores (café, alcohol, refrescos...) 24 horas antes, no utilizar cremas analgésica­s para el proceso y no exponerse al sol o a aguas cloradas la primera semana después de la pigmentaci­ón, esto es, durante la cicatrizac­ión. «Si no se siguen estas recomendac­iones, se asume el riesgo de que el pigmento no se fije correctame­nte», advierte Saiz. Aunque las primeras horas se marcan demasiado, el primer día baja la leve inflamació­n y con el paso del tiempo se confunden con

. las naturales. «Al final, parecen resultado del sol o la genética» Fineliners de MARC JACOBS (22,55 €/c. u.), No Foundation Foundation Sérum de PERRICONE MD (c. p. v.), crema aceite de rosa de DARPHIN (50 €), Hydra Beauty Camellia Water Cream de CHANEL (54 €), stick solar de LA BIOSTHÉTIQ­UE (18 €) y FotoUltra Age Repair de ISDIN (27,55 €). En la pág. anterior, velo en polvo Blur Expert de SISLEY (74,50 €).

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