COMPRENDER EL MOMENTO Y HACER MODA CON ÉL ES UN RETO
En un momento sociocultural ('humano', si se prefiere) en el que aferrarse a referencias, atributos y ejemplos inspiradores parece más urgente que nunca, el diseñador japonés Kei Ninomiya deja sin predicado al sujeto de la moda. "Tema: no hay tema", comunicaba vía nota de prensa el pasado octubre, al presentar su colección primavera-verano 2021. Así, sin paños calientes. Con lo que nos gusta una historia, una narración, una sentencia, una explicación, un criterio y ya no digamos una etiqueta. Cierto que la sintaxis del diseñador japonés siempre ha sido rara, oscura, siniestra; un verso suelto incluso para la comunidad Comme des Garçons, desde la que se lanzó en solitario, tras ejercer de patronista milagroso, en 2012.
Pero que justo ahora ni siquiera se moleste en justificarla, más allá de la dramática maraña de cables, PVC, pieles de diferentes tipos, lana, tafetán y poliéster a la que nos tiene acostumbrados. Sí, hay algo inquietante y perturbador en esta ausencia de significado, porque viene a decir que nada importa. Que qué más da, cuando lo que necesitamos es oír lo contrario. Bienvenidos a la temporada del vacío listo para vestir.
"Situaciones como esta pueden llevarte a terrenos oscuros, en los que es fácil perderte a ti mismo creando un tejido maravilloso, una prenda
preciosa", trataba de justificar Daniel Lee al término del desfile de Bottega Veneta, tan presencial como distante. Haber sido el pupilo predilecto de Phoebe Philo (fue director de prêt-à-porter en la entonces aún acentuada Céline) le ha servido al británico para reavivar la popularidad de la enseña italiana desde 2018, pero su última colección invita al desconcierto.
La premisa, según su creador, es que te sientas vestida, elegante, pero cómoda –aquello del arreglá pero informal para tiempos de confinamiento y toque de queda–; el resultado es un ejercicio de minimalismo, con vestidos y conjuntos de chaqueta y minifalda en punto grueso, que están pensados para la experiencia táctil (la textura como sinónimo de confort). El almohadillado a la altura de la cadera, a veces a la vista, a veces no, de inspiración Tudor no suena a buena idea. Eso sí, hay nuevos modelos de bolso con intenciones superventas para que no se desinfle el globo sonda. Pero en definitiva, Lee es honesto al admitir que ha dado prioridad al producto, a los "objetos físicos", antes que a cualquier idea. No es el único.
El repaso a la colecciones de esta primavera-verano demuestra que, en efecto, hay poco discurso tras la prenda. Y que la comodidad, espoleada por meses de reclusión casera, se ha convertido en una idea trampa para no pocos diseñadores. Seguramente porque no se sabe qué es vestir cómodo en realidad. Lo evidencia Anthony Vaccarello: "Jamás había hecho algo 'confortable' hasta ahora". Y que lo diga: es una proeza cómo caminan esas modelos entaconadas por las dunas de Maspalomas en el vídeo de su propuesta en Saint Laurent, desdiciendo la intentona y demostrando que es difícil cambiar de registro sin una guía clara. Lo mismo puede aventurarse de Hedi Slimane y Raf Simons, eternos rivales unidos por el culto a la juventud y, de repente, por cierta ausencia de directrices.
En Celine, el primero reescribe por tercera temporada consecutiva su discurso para la nietas y bisnietas tiktokers de las damas burguesas parisinas, pero en clave "optimista", proclama. Mientras, el segundo, que debuta con mujer en su firma homónima, vuelve a apelar a sus propias obsesiones en formato slim fit y oversize por igual, con la novedad de que a su iconografía de calado músico-cinematográfico (gentileza del intelectual y artista visual Peter de Potter desde 2001) suma ahora una estrategia que ya se ha hecho común en las marcas: incluir a los miembros de su equipo, en su caso con retratos estampados por doquier.
Bastante más apuro da enfrentarse a la falta de ideas de Off-White, del ubicuo Virgil Abloh. No tanto por estética como por ética. Resulta que el diseñador afroamericano preferido de la muchachada blanca ha descubierto la fluidez de género para su muy heteronormativa etiqueta. En 2021. "Me encanta la libertad del macho Off-White hoy", dice. "Me gusta que haya esta disonancia entre cómo se percibe la marca en la calle y esta propuesta. Es mi respuesta a cómo se ve la moda en 2021, en comparación a 2019, después de todos los alzamientos y los grandes testimonios que hemos presenciado". En serio, Virgil Abloh, ¿dónde has metido la cabeza durante el último lustro? Va a tener razón Demna Gvasalia cuando, al explicar la colección de primavera-verano de Balenciaga (construida alrededor del clásico electro-pop ochentero de Corey Hart, I Wear My Sunglasses at Night), se pregunta: "¿Hacia dónde va hoy la moda? Está ahí afuera, buscando en la oscuridad del momento, pero sin ver nada...". Gracias, Marc Jacobs, por no presentar colección esta temporada y esperar a tiempos mejores
Es una proeza cómo caminan las modelos entaconadas de Saint Laurent por las dunas
de Maspalomas