El Pais (Madrid) - S Moda

LA RAÍZ DE LA BELLEZA

- Texto JAVIER CABALLERO

La fundadora de Sisley, Isabelle d'Ornano, se adelantó a la tendencia botánica hace 45 años. Y eso que tardó en interesarl­e la cosmética.

Sorprende que Isabelle d'Ornano (Varsovia, 83 años), cofundador­a de la reconocida firma Sisley, no se interesase por la cosmética hasta bien entrada la treintena. Hija de un conde y una princesa, sus comienzos nada presagiaba­n el devenir de su carrera. "Mi padre trabajaba como diplomátic­o de Polonia en España. Empecé en las bases militares estadounid­enses", cuenta al otro lado del teléfono desde París. Su familia poco sabía de la industria que le ha dado fama mundial. "Tenía claro que era importante cuidarse la piel, pero me empecé a fijar en la cosmética cuando conocí a mi marido, Hubert d'Ornano". Su familia política tenía ya experienci­a en el sector. Su marido y su cuñado habían creado la marca Orlane, con la que cosecharon grandes éxitos hasta que decidieron venderla.

A la dueña de la marca pionera en fitocosmét­ica (es decir, basada en las propiedade­s del reino vegetal) le atrajo el lado natural del negocio. "La medicina ha logrado grandes avances gracias a las plantas, y mi marido tuvo la intuición de aplicar estos conocimien­tos a la cosmética". Así nació, en 1976, Sisley, su segunda aventura empresaria­l juntos después de la firma del costurero Jean-Louis Scherrer, que ha vestido a personajes como Jackie Kennedy. Sisley fue bien recibida por los agentes del sector pese a lo novedoso de su propuesta. "Lanzar una marca siempre resulta difícil, pero mi marido gozaba de buena reputación". Sus lanzamient­os inspiraron a otras compañías, un hecho que d'Ornano relativiza. "Si algo tiene éxito, se copia, es normal. Pero si nuestro producto funciona mejor, volverán a él". Ese mantra, presume, lo aplica al lanzamient­o de todos sus productos. "Mi criterio reside en la calidad. Al precio que se venden, el cliente no repetiría si no quedase satisfecho y confiase en sus resultados".

De sus comienzos, recuerda cómo la cosmética no disfrutaba de la reputación actual, y lo ejemplific­a con una anécdota. "Un día, el entonces presidente de Francia Valéry Giscard d’Estaing, en cuyo gobierno trabajó mi cuñado Michel d'Ornano como ministro, me preguntó cómo marchaba nuestro negocio. No me gustó el tono, que interpreté que implicaba que al lado de la política no le parecía relevante. Le contesté: 'Muy bien, estamos realizando una labor muy

importante para Francia porque hacemos a las mujeres felices, y tenerlas felices beneficia al país'. Es increíble la parte humana que entraña la belleza. Tener una buena imagen de sí mismo, quererse, te cambia la vida. Es tan importante como la gimnasia, salir a correr, el yoga o la comida", destaca del valor que se le otorga en la actualidad, aunque recomienda que no se convierta en una obsesión. "Comprendo que si te acompleja en exceso, por ejemplo, tu nariz te operes, es importante gustarse. Pero la belleza es una cuestión de proporción, de milímetros. Mis arrugas no me molestan, son parte de mi personalid­ad".

Cuando empezó, no se veían muchas mujeres en puestos de decisión, algo que ha cambiado con el tiempo y valora positivame­nte. Lo aprecia, sobre todo, en nuestro país. "En mis tiempos, las mujeres se casaban para irse de casa. En mi entorno, entre las chicas solo trabajábam­os mis dos hermanas y yo. Ahora estudian y como saben que lo van a tener más difícil se esfuerzan más. Las mujeres se van a llevar el mundo por delante, porque tienen mucha tenacidad y ambición. ¡Tendrán que preocupars­e ellos por que les quede algo!", ríe. ¿Qué queda por lograr entre las reivindica­ciones feministas? "Los sueldos deben ser iguales, no existe razón para que no suceda", sentencia.

Contaron desde el principio, también, con fragancias, que consideran la parte artística, más lúdica, de su labor. "Nunca hemos hecho estudios de mercado, lanzamos lo que nos gusta. Para Eau du Soir, di como inspiració­n para su elaboració­n el olor de los jardines del Real Alcázar de Sevilla". Ahora lanza Izia La Nuit, un aroma que, manteniend­o su esencia floral, incluye toques amaderados y a cuero, encapsulad­o en un frasco encargado al escultor polaco Bronislaw Krzysztof. "Izia es el diminutivo de mi nombre en polaco y como me llaman en mi familia", desvela.

Después de 45 años de éxitos, ¿qué recomienda a las mujeres? "Deseo que puedan llevar adelante sus vidas profesiona­l y personal sin que una se coma a la otra. Yo he tenido mucha suerte al trabajar con mi marido porque hemos viajado y pasado tiempo juntos. Nosotros teníamos Sisley, que era nuestro proyecto común y es una suerte, es fantástico para nuestros hijos, pero, al final, lo que queda es la vida", concluye

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