La revolución calmada
Coger el legado del recetario tradicional de la cocina andaluza, darle una vuelta, jugar con sus platos y presentar una propuesta tan contemporánea y personal como la que ha hecho Camila Ferraro en su restaurante sevillano Sobretablas (Colombia, 7) no ha sido una tarea fácil. Esta chef de 33 años trabajó antes en Aponiente (El Puerto de Santa María), en Moments (Barcelona) y en el Celler de Can Roca (Girona). En este último conoció al sumiller catalán Robert Tetas y juntos decidieron transformar un edificio de dos plantas del barrio de El Porvenir erigido para la Exposición Iberoamericana de 1929 en su actual espacio gastronómico. Lo llamaron Sobretablas porque así se denomina una fase de los vinos de Jerez, también por hacer un guiño a la sobremesa en catalán y porque el edificio estaba construido con tablas de madera. Camila ostenta el título de haber sido la primera mujer chef revelación de Madrid Fusión en el último certamen celebrado en 2020. Y su interpretación del buñuelo de feria elaborado con rabo de toro, su particular visión del montadito de pringá o su reivindicación del pato a la naranja como receta que ella dice debiera haber sido sevillana por la cantidad de patos y naranjas que hay en su ciudad, le han valido el reconocimiento de la crítica especializada y el cariño de sus compañeros.