LA IMAGEN

“SEÑORA RICA ASOMÁNDOSE a un potaje para pobres”, podría titularse esta fotografía en la que aparece Theresa May, primera ministra británica, intentando blindar a su pituitaria de lo que ya ha hecho daño a su mirada. Observen, si no, el rictus de los labios, la inclinación de la cabeza, la prevención con la que levanta la tapa del puchero, como si le hubieran advertido de que en su interior se hallaba la cabeza de un perro en proceso de cocción. La imagen fue tomada durante una visita de la mandataria a un centro social de Londres para prometer algo. La mujer acudió a la institución con la mejor de las voluntades, dispuesta a hacer un poco de turismo por la indigencia, y se encontró, vaya por Dios, con un potaje que, por la cara que le vemos, hirió su sensibilidad. Curiosamente, por los mismos días, los Reyes de España habían acudido a Palma de Mallorca, donde el clima acababa de provocar grandes destrozos, dejando a mucha gente en la calle. De aquellas fechas son, por ejemplo, las imágenes en las que Rafa Nadal, blandiendo un cepillo de raíces, se peleaba como uno más contra el lodo invasor. La cuestión es que cuando el Rey ofreció su mano a uno de los afectados, este, dando por supuesto que el Monarca se había desplazado desde Madrid con la intención de ayudar, le alargó una escoba que Felipe VI rechazó esbozando una sonrisa de circunstancias, aunque con un recelo idéntico al de Theresa May cuando se asomó al fondo de las tinieblas gastronómicas de los pobres. Y es que lo que no puede ser no puede ser. A veces es mejor quedarse en casa y saber de la realidad por la tele.