El Pais (Madrid) - El País Semanal

Raquel Urtasun y el coche autónomo

En las filas de Uber desde 2017, esta ingeniera navarra se enfrenta a dos retos: resolver el futuro de la movilidad y conciencia­r a la sociedad sobre los límites del automóvil sin conductor.

- POR VIRGINIA COLLERA FOTOGRAFÍA DE MICHELLE GIBSON

RAQUEL URTASUN (Pamplona, 1976) nunca ha tenido coche. Nunca lo tendrá. Y espera que cada vez más personas adopten su filosofía. “El mundo será mejor si son las máquinas las encargadas de conducir. Primera razón: cada año mueren 1,3 millones de personas en accidentes de tráfico y el 94% se debe a errores humanos. Segunda: a medida que envejecemo­s perdemos movilidad, y hay colectivos que no pueden conducir y se encuentran aislados, así que esta tecnología puede cambiar su vida radicalmen­te. Por último, en las ciudades será más sencillo dirigir el tráfico con coches autónomos que convencer a conductore­s de que circulen por determinad­as rutas para reducir la congestión. Y lo más importante: no seremos los dueños de los vehículos, sino que los compartire­mos”, defiende con entusiasmo durante una visita reciente a Madrid. Desde mayo de 2017, Urtasun dirige el centro Advanced Technologi­es Group de Uber en Toronto, que tiene la misión de resolver el futuro del transporte. Ingeniera de Telecomuni­caciones por la Universida­d Pública de Navarra, se fue de Erasmus a Niza “con la idea de volver a casa a los seis meses”. Y ya lleva 19 años fuera. “Continué mis estudios en Lausana, en el MIT y en Berkeley, y luego encadené puestos de profesora en Chicago y Toronto. Mi carrera siempre se encaminó hacia la investigac­ión académica”. Hasta que Uber le propuso cruzar al otro lado. “Decidí prestar atención a la industria porque los recursos de la universida­d son limitados”. Uber apostó por ella porque representa una nueva escuela de pensamient­o en el universo del coche sin conductor, tradiciona­lmente dominado por profesiona­les de la robótica. Urtasun es experta en inteligenc­ia artificial y está convencida de que la industria debe depender menos de los costosos sensores y confiar más en las cámaras ordinarias, capaces de obtener una informació­n similar de su entorno y mucho más baratas. Ahí está la clave, en su opinión, para que el coche autónomo llegue a las masas. “Me eligieron porque procedo del campo de la visión computeriz­ada, que está cambiando la forma de entender el coche autónomo. Nos enfrentamo­s a un problema científico complejísi­mo que todavía no tiene solución y que va a transforma­r la forma en que vivimos. Es fascinante”. Para Urtasun, Canadá reúne lo mejor de Europa y de Estados Unidos, y además, subraya, es un país donde la ciencia goza de un gran reconocimi­ento social. El año pasado recibió un premio por su labor investigad­ora. “Los galardonad­os pasamos un día con el presidente Trudeau. Fue una experienci­a muy bonita explicarle mi trabajo y además nos hizo muy buenas preguntas. Se nota que le interesa la ciencia y la tecnología”. ¿Cuándo serán una realidad los coches autónomos en nuestras calles? “Ese es un objetivo muy lejano. Pero la conducción autónoma en vías concretas está mucho más cerca”, zanja con media sonrisa. Mientras tanto, la comunidad tecnológic­a debe centrarse en la investigac­ión, por supuesto, y también en la divulgació­n. “No hemos sabido educar a la sociedad sobre qué esperar del vehículo sin conductor. Esperan perfección, y nosotros no vamos a estar exentos de los accidentes mortales. Es imposible. Pero esta tecnología no tiene que ser infalible para ser fantástica para nuestro mundo”.

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En la página anterior, Raquel Urtasun, retratada en el centro Advanced Technologi­es Group de Uber en Toronto. Sobre estas líneas, Urtasun junto a su equipo.

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