El Pais (Madrid) - El País Semanal
Silla Diawara
Origen: Malí. 18 años. “Viví más de dos años en el bosque”.
En 2012 me fui de Malí huyendo de la guerra civil. Ese fue el único motivo. Mi padre había muerto y a mi madre le habían pegado un tiro en la espalda y la habían dejado paralítica. Un hermano mayor había logrado entrar en Ceuta y me animó a reunirme con él.
Fui hasta Argel en un camión con 90 personas: 89 hombres y una mujer. Allí trabajé de pintor durante dos meses. Luego crucé a Marruecos y llegué a Tánger. Estuve más de dos años viviendo en los bosques. Personas de muchos países montamos allí un campamento con tiendas de campaña que compramos en el Decathlon de la ciudad. Por el día ganaba algo de dinero ayudando a la gente con las maletas en las estaciones de tren y de autobús. Comía sardinas en conserva y un poco de pan. Por la noche, en el bosque, cocinábamos espaguetis.
Algunos de mis compañeros lograron saltar la valla de Ceuta. Yo nunca lo intenté, por miedo a las cuchillas. En el campamento vi a un hombre herido con ellas y eso me quitó el valor. Decidí cruzar en una zódiac, pero nos detuvo la policía.
Cuando me soltaron, viajé a Rabat, invitado por un amigo. Estuve tres semanas en el bosque que hay cerca de la ciudad. Entonces volví a Tánger.
No sé cuánto tiempo estuve allí esa vez. Mucho. En 2017 compramos otra zódiac y la policía nos volvió a detener.
Dejé el bosque y me fui al pueblo de Belyounech, que está muy cerca de Ceuta. Un grupo de 30 personas contratamos una zódiac con motor. Con nosotros iban dos mujeres y una niña de tres o cuatro años. Salimos de noche y el viaje duró dos horas. Durante todo ese tiempo tuve miedo de que la barca volcara, pero logramos desembarcar en una playa de Ceuta. Eso fue en abril.
Quiero ir a Francia, a trabajar como monitor deportivo de menores.