El Pais (Madrid) - El País Semanal

PSICOLOGÍA

Cómo entrenar la mente

- POR INMACULADA RUIZ ILUSTRACIÓ­N DE SEÑOR GARCÍA

PUEDE SER un chico cualquiera de arrabal, de familia desestruct­urada, criado en las humillacio­nes de vivir en una sociedad profundame­nte clasista, con una alimentaci­ón pobre, los dientes desordenad­os, el día en la calle pateando una bola. Quince años después, millones de espectador­es se encuentran al borde de un ataque de nervios con los ojos y el alma clavados en él, una escultura perfecta adornada con un diamante de más quilates que la edad de su oreja y un peinado bruñido como sus Ferrari. Final de un gran torneo, tanda de penaltis. La grada revienta a gritos e insultos, los gerifaltes se agarran la cartera, muchísimo dinero depende de esa patada; sus compañeros se cubren la cara para no verlo. Nadie querría estar en su lugar. El chico del arrabal avanza firme

y cabizbajo hacia el punto exacto. Allí está solo con el balón frente al abismo de la portería. Todo a su alrededor está desquiciad­o menos su cabeza, una fabulosa máquina que ordena ejecutar sobre el balón la potencia y el efecto exactos que desmadejen al formidable portero. Y lo clava en la red. O no. Eso es lo de menos ahora. Aquí importa el poder psicológic­o, el músculo mental que se ofrece a tirar ese penalti definitivo. El camino de años de entrenamie­nto físico y mental recorrido por un chico o una chica cualquiera hasta llegar a la élite. Las grandes victorias son psicológic­as. Eso lo sabe bien Rafa Nadal, muchas veces destrozado físicament­e en la cancha de la que salió campeón gracias a su formidable cabeza. Muy pocos nacen con cualidades físicas o mentales extraordin­arias, pero, con un buen entrenamie­nto, casi todos podemos ser excelentes en nuestras cualidades; sin él, ni el más virtuoso destaca. Uno de los mejores escultores de cerebros es el autor del libro El entrenador mental, Juan Carlos Álvarez Campillo, psicólogo experto en liderazgo y coaching de los mejores deportista­s y altos ejecutivos en España. Con ellos trabaja tres elementos esenciales: la confianza en sí mismos, el control del estrés y la gestión de las emociones para conseguir sus objetivos. Los ejercicios para entrenar estos poderes son simples, pero, como en todo entrenamie­nto, hay que empezar desde abajo, sin forzar y a diario. “Todo se aprende. La mente se entrena igual que el cuerpo, y hay ejercicios para eso como los hay para tirar penaltis”, explica Campillo. Para conseguir un objetivo, hay que recordar logros alcanzados en el pasado, fijarse en los retos superados a lo largo de la vida. Eso refuerza un pensamient­o esencial: “Yo soy bueno. Yo lo puedo hacer”. Así se fija la confianza en uno mismo. Después hay que entrenarla con pequeñas metas a corto plazo, cosas de muy poca dificultad que no admitan excusas y vayan creando un hábito. Gracias a la plasticida­d de nuestro cerebro, así se generan conexiones neuronales que refuerzan la idea de que uno es capaz. Es importante aislar las ideas que destruyen ese trabajo: no me va a salir, no me da tiempo… “Tenemos un saboteador interno que, en cuanto te descuidas, empieza a minarte la confianza”, advierte Campillo, “y hay que desactivar­lo sin intentar evitar el pensamient­o, porque eso es imposible. Hay que trabajar sobre él y convencert­e de que ese no eres tú en tu mejor estado, que otras veces has demostrado que sí puedes. Volver a ti, a lo que realmente eres, sin hacer caso a esas ideas o a las opiniones de otros. Centrarte en tu objetivo, fijarte en tus logros alcanzados y confiar en tu trabajo y en tu talento. Porque esos pensamient­os generan muchísimo estrés, y neutraliza­rlos fortalece la confianza y mantiene a raya esa tensión”. La gestión de la presión, de la ansiedad, es otro músculo esencial. Esta capacidad se gana a base de ejercicios de respiració­n, concentrac­ión y relajación. La atención plena, estar concentrad­o en la pelota y no en la grada, pensar en el aquí y ahora, y no en las circunstan­cias que los rodean. El estrés es la respuesta del organismo a la anticipaci­ón del futuro imaginado como amenazante. Por eso es importante centrarse en el presente y visualizar solo los futuros logros, nunca los errores, experiment­ando cómo se sentiría uno en ese momento de éxito. El aquí y ahora implica gestionar un factor importante en psicología: detectar qué se puede y qué no se puede controlar, y centrarse en trabajar lo primero. “Nadie puede controlar el resultado de un partido, pero sí el llegar descansado, bien alimentado, en forma, con buenas relaciones con los compañeros y con su pareja, y confiando en su talento”, detalla Campillo. Comer bien, descansar, mantener afectos satisfacto­rios… Eso hay que trabajarlo cada día igual que los bíceps, a base de hábito. Pero no se puede mantener esa disciplina sin el gran motor: la motivación. “Hay que visualizar, para poder sentirlo, cómo sería lograr algo que te haga vibrar, que te haga feliz, y una vez que conectas con eso imaginándo­te ahí, ya tienes la motivación. A partir de ese momento, hay que planificar los pasos para, poco a poco, llegar allí”, aconseja el coach. “Si esa meta se va a alcanzar o no, nadie lo sabe. Pero es seguro que con este entrenamie­nto se va a llegar a lo máximo que cada uno puede dar”, garantiza Campillo. Al final se trata de eso, de vivir con retos e ilusiones, de remar a nuestro favor y ganar el trofeo de ser la mejor versión de uno mismo.

La gestión de la presión, de la ansiedad, se logra a base de ejercicios de respiració­n, concentrac­ión y relajación

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