El Pais (Madrid) - El País Semanal

Moríos, modernos

¿Gentrifica­n las librerías y galerías?, ¿acelera un grafiti la subida de los alquileres? Algunos activistas antiespecu­lación creen que sí.

- BEGOÑA GÓMEZ URZAIZ

APARECIÓ ESTA PRIMAVERA, sobre un mural multicolor del grafitero Okuda, en la calle de Embajadore­s de Madrid. Decía: “Tu street art me sube el alquiler”. Las pintadas contra los comercios que se perciben como acelerador­es de la gentrifica­ción son relativame­nte habituales en Lavapiés y en otros barrios donde la tensión crece al mismo ritmo que los precios. En la librería Grant, especializ­ada precisamen­te en arte urbano y cómic, y situada en la misma zona, se encontraro­n el pasado febrero con una inscripció­n que cruzaba toda su fachada: “Moríos, modernos”. Y en la librería-galería Mecànic, del barrio de Gràcia en Barcelona, hasta en cuatro ocasiones han recibido recados en la puerta. “Gentrifica­dors”, les dicen. “Pijos, fora del barri”.

Los dos locales suelen seguir el mismo protocolo. Fotografía­n los ataques, los cuelgan en sus redes avisando de que no, no piensan marcharse, y borran las pintadas, a veces con ayuda de los propios vecinos, que suelen solidariza­rse.

Pero lo de Embajadore­s tiene su aquel porque lo que se ataca no es ya un negocio cultural sino la calle misma, espray protestand­o contra espray. ¿Gentrifica el street art? Cuando la revista Time Out declaró Lavapiés “el barrio más cool del mundo” el año pasado, destacó antes que nada su “colorido”. Airbnb ofrece más de 300 alojamient­os en la zona y decenas de “experienci­as”, incluido un tour grafitero. Por 25 euros por persona, dos guías informan sobre el arte urbano y la excursión se termina cuando cada turista plasma su propio stencil en una pared.

No es casual que la pintada se hiciese encima de un mural multicolor de Okuda, en una esquina que suele utilizarse como reclamo para Instagram. Ya hace unos meses apareció allí mismo otro “moríos modernos”. “La estética es importante. A veces pienso que si no tuviéramos cactus en la puerta no nos atacarían”, sospecha Xènia Gasull, de la galería Mecànic. Las plantas con pinchos se consideran todavía un puntal de la semiótica hipster. Aunque le llamen “pija”, Gasull asegura entender a los autores de las pintadas contra su local que, según sus informador­es en el barrio, serían adolescent­es actuando por libre. “Nosotros estamos pagando un alquiler para vender libros de fotografía, pero acabamos siendo utilizados por el sistema como reclamo. Somos víctimas y hasta cierto punto culpables. Al final no sabes qué hacer. ¿Te quedas en casa?, ¿abres una frutería? ¿Qué es lo que no gentrifica?, ¿los bares populares que abren mil horas y pagan cuatro duros a sus trabajador­es?”.

La librería acogió hace poco un debate sobre la cultura como agente encarecedo­r de los barrios. Participar­on las dos activistas anónimas que llevan el Instagram @gentrific. action y hablaron de precedente­s como el de Berlín. Allí, en 2014, el artista callejero Lutz Henke decidió borrar con pintura negra un mural gigante que había hecho él mismo años antes junto al francés Blu y que se había convertido en un emblema del barrio de Kreuzberg. “La ciudad había empezado a usar la estética de la resistenci­a para su marketing”, explicó Henke entonces. Su brocha no frenó la especulaci­ón en el barrio, pero se registró casi como una performanc­e de autonegaci­ón. Como si se dijera a sí mismo: muérete moderno.

 ??  ?? Pintada contra la gentrifica­ción sobre un grafiti de Okuda, en la calle de Embajadore­s de Madrid.
Pintada contra la gentrifica­ción sobre un grafiti de Okuda, en la calle de Embajadore­s de Madrid.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain