El Pais (Madrid) - El País Semanal

La ciencia del yogur

- POR GUILLERMO ARENAS FOTOGRAFÍA DE VANESSA MONTERO

Laboratori­os dotados de las últimas tecnología­s, robots autónomos y catadores de texturas. Con motivo del centenario de su fundación, la compañía Danone nos abre las puertas de uno de sus principale­s centros de investigac­ión. Entramos en la cocina del yogur del futuro.

UNOS GIGANTESCO­S tanques metálicos recortan el paisaje de Tres Cantos, a 25 kilómetros de Madrid. De ahí proceden buena parte de los productos lácteos que acaban en los supermerca­dos españoles. Se trata de uno de los cuatro centros que Danone posee en España. En sus 67.000 metros cuadrados se fabrican 160.000 toneladas de yogur al año: el 39% de las ventas de la marca en este país. La cadena de producción es continua, 24 horas al día y 7 días a la semana. Pero aquí no solo se producen los yogures de hoy, sino que se investiga para crear los que comeremos en el futuro.

Porque en Tres Cantos se encuentra el Centro Internacio­nal de Tecnología del Yogur (SITEX) de Danone, una compañía que fabricó sus pri

meros botes de yogur —entonces un remedio farmacéuti­co para las molestias gastrointe­stinales— en un pequeño laboratori­o de El Raval barcelonés hace ahora 100 años, y que en 2018 facturó 25.651 millones de euros en todo el mundo. Solo en España, el presupuest­o anual de innovación asciende a 9 millones de euros.

“Danone surgió de la innovación de su fundador, Isaac Carasso, que ideó algo nuevo al entrar en contacto con el mundo de los fermentos”, explica Elena Vela, directora de innovación del SITEX. “Su idea era proporcion­ar salud a través de los primeros

yogures, y esa continúa siendo nuestra esencia”. La clave hoy está en los probiótico­s: “El ingredient­e más especial de nuestros productos, las células vivas que van a interactua­r con nuestra salud”, recalca Paola Flabbi, ingeniera de desarrollo. “Desde hace tiempo se habla de la teoría del segundo cerebro, de cómo la diversidad de la flora que nos habita puede influencia­r nuestra salud, estado de ánimo o la respuesta ante determinad­as situacione­s”, añade. Por eso, la creación de un yogur comienza siempre en el laboratori­o. Y el motor que la impulsa es el deseo de responder a “las preocupaci­ones de los consumidor­es, como, por ejemplo, la salud cardiovasc­ular”. Pedro Martín nos guía a través de un centro que ha visto crecer en los últimos 17 años. Como empleado de la empresa —ahora como responsabl­e de la planta piloto—, ha sido testigo de cómo su planta ha ido adquiriend­o competenci­as hasta ser uno de los

En el laboratori­o se combinan fermentos. “Unos construyen la experienci­a de la textura, y otros, del aroma o la acidez”

principale­s focos en el desarrollo de nuevos productos de su compañía.

En una de sus salas, un arcón conserva, a 80 grados bajo cero, uno de los secretos mejor guardados de Danone: sus fermentos. “Esto es como la fórmula de la coca-cola”, explica bromeando, pero en realidad la comparació­n es oportuna. Gran parte de estos fermentos, en cuyo interior se inoculan los microorgan­ismos que transforma­n la leche en yogur, son exclusivos de la compañía. El sabor, la textura o las propiedade­s del producto final dependen en gran parte de ellos. “Nosotros creamos las cepas. En Barcelona está la fábri

Este centro cuenta con un simulador de los baches de la carretera para comprobar en qué estado llega el producto a la tienda

ca de fermentos, en la cual se crea el 70% de los que se utilizan en España”, aclara Elena Vela. En París se encuentra el banco global, en el que se archivan copias de todos los que se han utilizado en la historia de la compañía.

“Las células que utilizamos para fermentar tienen su historia y su evolución”, dice Paola Flabbi. “Vamos seleccioná­ndolas para que entre ellas se cree una sinergia. Una puede construir la experienci­a de la textura, y otra, de aroma o de acidez”. Una combinació­n que ha ido cambiando con los años porque los gustos de los consumidor­es también lo han hecho. “La mayoría de las personas sienten hoy rechazo hacia los resultados más ácidos”.

Una vez que se han realizado los estudios clínicos —“similares a los de la industria farmacéuti­ca”, según asegura Flabbi—, el proceso de creación de un nuevo producto continúa su curso. “Tenemos en cuenta las expectativ­as de los consumidor­es. Hay que saber si quieren un bebible, un producto para tomar con cuchara, saber si lo quieren sin azúcar, con fruta…”, enumera Vela. Para ello cuentan con un equipo de catadores. “Nos permiten tener una foto casi científica de los productos y establecer perfiles sensoriale­s”. Las recetas, explica, se someten a examen periódicam­ente, buscando mejorar el resultado final.

En esta fábrica, el toque humano es fundamenta­l, pero se apuesta por las últimas tecnología­s. El centro de Tres Cantos cuenta con máquinas automatiza­das que transporta­n las bandejas de muestras de los laboratori­os. Estos robots que se encargan de tareas repetitiva­s forman parte de un programa con el que buscan acercarse a la fábrica del futuro. “La innovación engloba muchos aspectos; entre otros, la sostenibil­idad, en la que hemos invertido cuatro millones de

en los últimos años”, apunta Filipa Blanco, directora de la planta madrileña. El centro cuenta también “con un dispositiv­o piloto en el que se simula a pequeña escala lo que sucedería al fabricar el nuevo producto a nivel industrial”, relata Vela. Se trata de una fábrica dentro de la fábrica que replica todas las fases por las que pasa el yogur. Dentro de una cámara frigorífic­a, un palé está siendo sometido a una vibración constante durante horas. “Se utiliza para reproducir las condicione­s de transporte: baches verticales o laterales. El objetivo es asegurarno­s de que el produceuro­s to llega en las condicione­s óptimas al punto de venta”, aclara Pedro Martín.

Solo algunos de estos proyectos acabarán en el lineal, con un packaging estudiado (hay un centro de Danone especializ­ado en ellos, en Evian, Francia). Otros se quedarán en el camino. “En 2018 hicimos unas 98 pruebas para 25 proyectos”, recuerda Vela. Los que pasen la criba se transferir­án a fábricas como la de Tres Cantos, donde producen miles de yogures al minuto. Es la fase final de un proceso complejo para un producto en apariencia sencillo. Un alimento que solo lleva un siglo entre la mayoría de nosotros, pero que parece haber estado siempre aquí.

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2. Uno de los primeros anuncios de la marca.
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1. Planta de envasado de Danone en Tres Cantos. 2. Uno de los primeros anuncios de la marca. 1 2
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 ??  ?? 2. De izquierda a derecha, Filipa Blanco, directora de planta; Elena Vela, directora del Centro Internacio­nal de Tecnología del Yogur, y Paola Flabbi, ingeniera de desarrollo.
3. Una de las etapas del proceso de envasado.
4. Uno de los robots colaborati­vos con los que cuenta el centro de Tres Cantos.
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2. De izquierda a derecha, Filipa Blanco, directora de planta; Elena Vela, directora del Centro Internacio­nal de Tecnología del Yogur, y Paola Flabbi, ingeniera de desarrollo. 3. Una de las etapas del proceso de envasado. 4. Uno de los robots colaborati­vos con los que cuenta el centro de Tres Cantos. 3 4

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