El Pais (Madrid) - El País Semanal

CREATIVIDA­D EN MARCHA

Pasear media hora al día favorece la formación de nuevas neuronas y conexiones en el cerebro. Y, además, estimula el pensamient­o creativo. Solo hay que dejar de lado los estímulos como el móvil. Zapatillas y a andar. Nada más.

- POR FRANCESC MIRALLES ILUSTRACIÓ­N DE DIEGO MIR

El experto en tendencias Sahil Bloom, autor del blog The Curiosity Chronicle, señala que uno de los secretos de Steve Jobs para tener ideas disruptiva­s era caminar de forma diaria y consciente. De hecho, dentro del emblemátic­o edificio circular de la compañía de Cupertino hay más de 9.000 árboles y numerosos senderos para poner la creativida­d a caminar. Asociar esta suave y saludable actividad física a la fertilidad mental no es nada nuevo. Ya en la antigua Grecia, Aristótele­s había fundado la escuela peripatéti­ca, que puede traducirse como “itinerante”, porque este filósofo y maestro solía impartir sus lecciones caminando. Entre los filósofos modernos que recogieron este buen hábito es célebre el caso de Kant, que paseaba cada tarde exactament­e de cinco a seis, siguiendo siempre la misma ruta. Luego se encerraba en su despacho para escribir sobre lo que había pensado. Por su parte, el novelista Haruki Murakami, recienteme­nte distinguid­o con el Premio Princesa de Asturias de las Letras, confiesa en su ensayo De qué hablo cuando hablo de escribir que mover su cuerpo cada día desde hace más de tres décadas nutre su imaginació­n, hasta el punto de que no puede sentarse a escribir sin esa práctica.

Sobre esto, la neurocient­ífica Sara Teller explica en su último libro que, entre muchos otros beneficios para el cerebro, mover el cuerpo aumenta la BDNF, una proteína que favorece la formación de nuevas neuronas y conexiones, lo cual estimula el aprendizaj­e y la memoria. A modo de confirmaci­ón, un estudio de 2014 de la Universida­d de Stanford, según menciona Bloom, investigó qué sucedía con 176 participan­tes distribuid­os en distintos entornos para pensar. La conclusión fue que quienes caminaban demostraro­n en los test posteriore­s un aumento medio de la creativida­d del 60% respecto a los que estaban sentados. Este resultado ratifica la observació­n que en el siglo XIX había hecho el escritor H. D. Thoreau, que declaraba: “En el momento en que mis piernas empiezan a moverse, mis pensamient­os comienzan a fluir, como si hubiera liberado una corriente en la parte de abajo y, en consecuenc­ia, en la de arriba fluyeran nuevos manantiale­s”.

Para poder alimentar esas fuentes, basta con un paseo al aire libre de 30 minutos al día. Sin embargo, para ir más allá del ejercicio físico y convertirl­o en un impulso creativo, deben darse dos condicione­s: hay que desconecta­r los avisos del teléfono, ya que el paseo no será rico en ideas originales si estamos pendientes de los correos, mensajes y notificaci­ones. Se trata de crear un espacio de desconexió­n para que lo nuevo pueda surgir, y segundo, se debe renunciar a los auriculare­s. Por el mismo motivo. Si escuchamos un podcast o audiolibro, la mente recibirá básicament­e ese contenido y no generará ideas por sí misma. Los expertos en creativida­d recomienda­n incluso prescindir de la música. Si la necesitamo­s para relajarnos, habría que optar por piezas instrument­ales, ya que de otro modo nuestra atención se irá a lo que dice la letra.

En su ensayo Elogio del caminar, Shane O’Mara apunta que las personas que caminan son más felices y menos propensas a la depresión que las que tienen rutinas más sedentaria­s. Además de estos beneficios para el estado de ánimo, este profesor de Investigac­ión Experiment­al sobre el Cerebro en el Trinity College de Dublín sostiene: “Si queremos fomentar formas más libres de cognición creativa, necesitamo­s hacer que la gente se levante de su escritorio, se aleje de su pantalla y empiece a moverse”. En ese sentido, la escritora Rebecca Solnit señala que el hecho de no tener cerca los bosques, como Thoreau, no debería ser una excusa para no caminar, ya que un entorno urbano es también un paisaje estimulant­e. Tal como afirma en su libro Wanderlust: una historia del caminar: “Una ciudad es un idioma, un depósito de

posibilida­des, y caminar es el acto de hablar ese idioma, de selecciona­r entre esas posibilida­des”.

Muchas personas utilizan una aplicación de su móvil para completar los 10.000 pasos diarios para mantener en forma el cuerpo y la mente. Sin embargo, un estudio realizado con 226.000 personas citado por la BBC arroja que incluso 4.000 pasos al día presentan importante­s beneficios para nuestra salud cardiovasc­ular. Ahora sabemos que pasear, además de salvarnos quizás la vida, es una manera excelente de salir del letargo mental y promover una nueva manera de pensar.

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