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Comprando por la red
Para la periodista Ana Villalba (39 años y tres hijos de ocho y seis años y siete meses), convertirse en una tecnomamá no fue algo premeditado, sino una salida laboral tras quedarse sin trabajo a su vuelta de la baja por su segunda maternidad: “Fue algo inesperado y en un momento en el que la crisis económica estaba golpeando duramente al periodismo. No sé cuándo apareció la idea de montar una tienda infantil, Living Baby, pero no tardé mucho en lanzarme. A los seis meses abrí la tienda física y, poco después, la versión on line, que es la que hoy mantengo, porque el horario comercial me obligaba a estar muchas horas fuera de casa, y gestionarlo todo desde casa lo hacía mucho más fácil”.
La tecnología resulta una gran herramienta para Ana, también en lo que concierne a la educación de sus hijos: “Los niños de hoy en día conviven con ella. Además, por mi trabajo, mis hijos me han visto gestionar pedidos, escribir
mails, hacer fotos para subirlas a las redes… En nuestro tiempo de ocio también la usamos, y en el colegio, más de lo mismo: utilizan pizarras digitales y muchas veces los profesores buscan imágenes o canciones en Google o YouTube, y ellos enseguida aprenden a hacerlo”. Como madre, está siempre dispuesta a adoptar todo lo bueno que la era digital aporta al aprendizaje infantil, aunque también se muestra procupada por su lado negativo. “Es importante pensar qué imagen damos a nuestros hijos cuando usamos la tecnología delante de ellos, qué tiempo dedicamos a estar frente a una pantalla, el número de veces que consultamos el correo, nuestra reacción cuando escuchamos una alerta de WhatsApp… Las pantallas son tremendamente atractivas para los niños, pero todos sabemos también que una exposición prolongada puede generar conductas adictivas. De igual manera, resulta necesario que su uso siempre esté bajo nuestra supervisión”.
El ejemplo de los padres resulta imprescindible para que los más pequeños hagan un uso adecuado de la tecnología.