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Iconos que crearon leyenda
Deseados compañeros de viaje y amuletos para estrellas, son los complementos más preciados de cualquier armario. Pueden alcanzar cifras astronómicas, otorgan estatus, generan largas listas de espera y su historia es tan fascinante como su silueta.
Cada vez que mi hija Charlotte viaja a Nueva York, le preguntan si ella es la hija del bolso”, confesó Jane Birkin a la prensa, al preguntarle por el furor que había desatado este accesorio. El bolso Birkin se había convertido en el más famoso del mundo, tras diseñarse en 1984. Un año antes, la musa del Swinging London coincidió en un vuelo París-Londres con Jean Louis Dumas, presidente de Hermès. En un momento del viaje, la agenda de la actriz cayó al suelo, esparciéndose todos sus papeles. Ella se quejó de no encontrar una libreta lo suficientemente grande ni un bolso con los bolsillos adecuados. Tras presentarse y entablar conversación, monsieur Dumas se comprometió a fabricar el bolso que tanto ansiaba Birkin: una variación de un modelo creado por sus artesanos en 1982, en cuero negro y con nuevos cierres y hebillas para albergar todo lo que la actriz llevaba consigo. Así nació el accesorio más popular de la firma, junto a su célebre carré de seda, y alzándose como un símbolo de estatus. Si su fabricación puede demorarse varias semanas y suponer largas listas de espera –sin desdeñar la cifra de cuatro dígitos que acompaña a su modelo más asequible–, su clientela más fiel se mantiene firme en encumbrarlo como el accesorio definitivo.
Esa misma vocación “trotamundos” vio nacer al Speedy de Louis Vuitton. Si el primer modelo, en lona marrón, data de los años 20, en 1959 adquirió su faceta más reconocible con el mítico Monogram de la firma, el estampado que diseñó Georges Vuitton basado en tres flores y las iniciales de su padre, Louis. Reconocible por un interior espacioso, el cierre de cremallera con candado y las asas redondeadas, cada director creativo de la casa ha dado su visión de este icono. La última lleva la rúbrica de Nicolas Ghesquière para este próximo invierno. A través de la técnica del trampantojo e inspirándose en cien baúles rescatados de su archivo, combina lona granulada con efectos brillantes y mate en un ejercicio de artesanía. LAS INICIALES MÁS FAMOSAS Casi al unísono, Coco Chanel decidió dar al mundo el bolso con el que recuperar su poder en la industria de la moda frente a nuevas firmas como Christian Dior. Si el bolso 2.55 (bautizado así por su año de fabricación, 1955) es una institución, sus zapatos bicolor son el objeto de culto que la firma actualiza cada temporada. Diseñados en piel beige, causaron furor por el efecto óptico de su puntera negra que disminuía el tamaño del pie a la vez que estilizaba la pierna. Inseparables de la elegante horma de Romy Schneider, este verano adquieren un toque rústico haciendo un guiño a la artesanía mediterránea, en forma de alpargatas y zuecos con remates de esparto. El código a seguir es simple: deben diseñarse en blanco y negro. Así As lo relataba la Saatchi Gallery de Londres en 2015 201 con una exposición sobre el legado de la diseñadora, diseña una mujer de opuestos: célebre por su uso de las perlas falsas, en 1932 creó la colección de alta joyería Bijoux de Diamants, esas mismas que ahora a rejuvenece Karl Lagerfeld
con abalorios en tres tonalidades engarzados con el logo de la firma, las dos ces de Coco Chanel.
Un juego de iniciales es también el emblema del cinturón más buscado. La doble G de Guccio Gucci, concebida como logo en los años 80, renace en su colección prefall 2018 con un diseño retorcido que genera un efecto de rotación. Esta interpretación lleva el sello de su director creativo, Alessandro Michele, que ha convertido a la firma milanesa en objeto de deseo para los jóvenes.
Junto a Gucci, Maison Martin Margiela es el segundo referente de los nuevos nombres propios de la moda. Para diseñadores como Demna Gva- salia, director creativo de Balenciaga, la genialidad rupturista del creador belga sigue latente en sus colecciones, basándose en su ausencia de logo, el blanco como única religión y el abandono total de la ornamentación. Este minimalismo vanguardista no está exento de grandes objetos de deseo, como las botas Tabi. Treinta años después de su creación, siguen siendo un icono que se agota con facilidad. Su apuesta para este verano es en piel lila metalizada y el modelo plano conocido como Scuba con suela de caucho. Una prueba de que la moda es más impredecible de lo que imaginamos.