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La actriz Ana Polvorosa se declara amante de la slow life… aunque su agenda esté llena de proyectos profesionales.
Adiós alfombra roja, estrenos y compromisos profesionales. En los próximos meses, Ana Polvorosa tiene por delante unas vacaciones bien merecidas. Con la resaca del éxito por su última película, Pieles, y el reciente final de rodaje de la tercera temporada de Las chicas del cable, la actriz madrileña (Getafe, 1987) sueña con viajar a un destino cálido y compartir más tiempo con su gente. Como ensayo general de lo que le espera, Ana acepta nuestra invitación para darse un chapuzón en una de las piscinas más deseadas de la Gran Vía, la del Dear Hotel Madrid. El buen tiempo se ha hecho esperar, pero el calor pega con fuerza en una sesión de portada llena de humor y complicidad. Definitivamente, Ana Polvorosa es una chica con los pies en la tierra, sin pizca de divismo… y capaz de convencer al fotógrafo Gianfranco Tripodo para que comparta baño improvisado en busca de nuestra portada más estival.
Eres una profesional absoluta. Por algo llevas en esto desde que, a los 11 años, debutaste en la tele.
Lo primero que hice fue La serie Raquel busca su sitio, pero con 8 años ya había hecho anuncios, alguna revista… En casa siempre liaba a toda la familia para que me vieran, para que me escucharan, porque yo me ponía a hacer
playbacks y escenas de teatro… Cuando le dije a mi madre que me apetecía ir a
castings más en serio, ella no lo veía para nada, pensaba que lo primordial eran los estudios y estar con la familia. No le gustaba el mundo del artista. Así que, al principio, tuve la ayuda de mis hermanos. Poco a poco, mi madre lo fue entendiendo y aceptando.
Lo cierto es que has crecido delante de las cámaras…
Para mí es lo normal, la vida que he llevado, la que me gusta disfrutar. Sí es cierto que había momentos en los que mis amigas estaban estudiando y yo llegaba de trabajar. Es cierto que he estado en un mundo muy distinto, tratando con gente de edades que no se correspondían a la mía, que siempre he escuchado conversaciones adultas, y es cierto que creces de otra manera. Pero estoy súper orgullosa, siempre he tenido cerca gente que me ha apoyado, que me ha hecho crecer y evolucionar bien. Una de las condiciones de mi madre para dedicarme a esto era que no perdiera los valores, además de no dejar de estudiar y aprender en aquello que me dedicara.
¿Cuáles son esos valores inamovibles?
Estoy segura de que, pase lo que pase, siempre seré una persona muy humilde y muy sencilla: todo lo valoro muchísimo, soy súper agradecida. Es importante no per-
“AUNQUE PREFIERO EL FRÍO, RECONOZCO QUE LAS VACACIONES DE VERANO ME PERMITEN IRME AL MAR: ME DA LA VIDA”
der la cabeza, y en este mundo es muy fácil perderla. A mí también me ha pasado, no creas… Y es normal. Pero luego llego a casa y está mi abuela sentada, mientras mi madre prepara unas lentejas. Y luego nos las comemos todos. Y jugamos al bingo en Navidad. Vengo de una familia súper humilde, como cualquier otra, gente trabajadora, familia numerosa, siempre he tenido que compartir todo con ellos. He crecido en eso, y he sabido darle su espacio a cada cosa. El éxito es complicado.
¿Y cómo lo manejas?
Intento llevarlo de la manera más normal posible. Es cierto que, en momentos de máximo estrés, te sientes un poco como en el aire. Tengo una comida familiar o entre amigos –que a mí me encantan y que me enriquecen tanto– y pienso en el tiempo que ha pasado desde la última. Y, de repente, paras. Porque necesito cosas como comer con mi abuela, y dedicarle un rato, y salir a pasear con ella. Eso es lo que me hace mantener mis valores, estar cerca de los míos.
Los actores trabajáis con emociones. Creo que tú eres muy partidaria de cuidar esa parte.
Claro, y recurro al psicólogo porque ¿quién no ha ido a un coach emocional hoy en día? Para mí es fenomenal porque hay veces –por trabajo o no– en las que te encuentras con situaciones en tu vida y necesitas herramientas que no tienes para enfrentarte a ellas. Ellos te las dan. Y tú entiendes las cosas, y no te angustias tanto.
¿Qué relación tienes con tus personajes?
Siempre queda algo guardado de lo que has vivido con ellos, de lo que has sentido. Cuando acepto un personaje, me tiene que inspirar y apetecer ya desde el guión. Me dejo guiar por mis energías y por mi intuición, que la tengo muy desarrollada, aunque reconozco que, a veces, también me falla (risas).
Ana Polvorosa es una corredora de fondo. Todo lo que tienes te lo has ganado poco a poco.
Desde luego, a mí nadie me ha regalado nada. Soy muy curranta; también muy exigente conmigo misma. Demasiado responsable, hasta el punto de que los que me quieren me dicen: “Ana, para ya. No te obsesiones”. Y ahora, a mis 30 años, me he relajado; hace cinco, era mucho peor. Pero es mi manera de ser: estar atenta a todo, no perder detalle de cada momento.
Has declarado que ahora eres una mujer mucho más fuerte, que tienes menos temores…
Cada día estoy más segura de mí misma, aunque aún tengo mis inseguridades. Pasan los años, las experiencias, los trabajos, y te vas fortaleciendo.
¿Está viviendo la crisis de los 30?
Un poco sí (risas). Aunque no nos pasemos, cumplir años es precioso por todo lo que implica, por todo lo que vives. Lo que ocurre es que, de pronto, te ves con 30, y parecía que ibas a estar en la veintena eternamente. Todo el mundo dice que esta década que estreno es la mejor de la vida. Yo me siento igual; ahora bien, voy a vivirlos intensamente y a comprobar si eso que dicen es cierto…
Hablas de que eres más fuerte, de que no tienes tantos temores. ¿No te parece que eso mismo está ocurriendo con el resto de las mujeres?
Vengo de padres separados, mi madre y mi abuela nos han criado desde pequeños, así que tengo tan interiorizado el hecho de valorar y respetar a la mujer, que todo lo que se está haciendo me parece maravilloso, pero en casa ya se vivía como algo habitual. Es cierto que estamos asistiendo a un movimiento muy potente. En mi profesión, nunca he presenciado nada que me haya rechinado, pero como en cualquier ámbito, existen esas conductas.
Es estupendo que haya series como Laschicasdel
cable, donde las mujeres llevan la voz cantante. Y más con personajes como el tuyo, que apuestan por la diferencia, en este caso, sexual.
Es una de las cosas buenas que ha originado este movimiento tan potente, dar la posibilidad de abrir nuevos frentes, dar la prioridad a las mujeres y a contar sus historias de una manera interesante, elegante, real. Con Sara he crecido como persona.
Y te está convirtiendo en un icono para la comunidad LGTB.
Lo de convertirme en referente ya me pasó con el personaje de Lorena en Aída y con el de Marina en Mentiras y gordas. Así que no te digo en
Las chicas del cable… En el colectivo LGTB siempre me han querido mucho, me han llamado para que colaborase en iniciativas suyas, y yo encantada. Hay que visibilizar y dar voz a quienes viven esta experiencia. Reconozco que a mí siempre me ha gustado lo diferente, aquello de lo que no se habla. Me parece necesario e interesante ponerse en el papel de quienes no son como el resto, de escucharlos, de entenderlos, de apoyarlos…
En Pieles, junto a Eduardo Casanova, dejaste constancia de ello.
Eduardo es una persona súper inteligente, siempre le digo que es un cerebrito. Con tanto mensaje y con tanta intensidad, podríamos pensar que llegará un momento en el que corte el grifo de esa creatividad genial. Pero no, le fluyen las ideas sin parar.
Y entre los planes de futuro, tenéis nuevo proyecto…
Es cierto, aunque no me deja que lo cuente mucho (risas). Está preparando su segunda película, La piedad, y la quiere rodar el año que viene. Yo me muero de la ilusión por dejar que esté en ella.
También sigues con Laschicasdelcable en Netflix.
Hace un mes hemos acabado de rodar la tercera temporada, y espero que se programe en otoño. Y en octubre empezaremos el rodaje de la cuarta. Además, para 2019 tengo un par de propuestas interesantes para cine. Pero ahí sí que no puedo decir nada…
Con todo lo que se te viene encima, tendrás que relajarte estas vacaciones. ¿Cómo llevas el verano?
Yo soy más de frío. El calor, sobre todo en Madrid, lo aguanto mal. Si pudiera, cuando llega este tiempo, preferiría pasarlo fuera de la ciudad. Además, una de las cosas que más me gustan de la vida es viajar, así que en estos meses que tengo más libres, me voy a perder por ahí. No te digo dónde, pero no me voy a clima frío. Porque el mar me apasiona, a pesar de que en la playa tenga que tener mucho cuidado con el sol. El mar me da la vida.
“CADA DÍA ME ENCUENTRO MÁS SEGURA DE MÍ MISMA. PASAN LOS AÑOS Y LAS EXPERIENCIAS QUE VIVES TE VAN FORTALECIENDO Y HACIENDO QUE PIERDAS MIEDOS”