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Aritz Aranburu.

Este verano, el mejor surfista español de todos los tiempos, Aritz Aranburu, aparca su tabla para disfrutar de Casa Corona: un espacio donde desconecta­r de la rutina y vivir experienci­as únicas e irrepetibl­es.

- POR ROSA ALVARES FOTOS JOSEBA RÍOS ESTILISMO EDUARDO BOÍLLOS

El mejor surfista de España desconecta de la rutina diaria en Casa Corona.

En el principio, fue el mar. Y un niño de tres años intentando coger las olas sobre una tablita de corcho. La vida de Aritz Aranburu (Guetaria, 1985) está marcada, desde su más tierna infancia, por el surf. Aun cuando no sabía que aquel juego podría convertirs­e en su profesión y también en una filosofía vital. Mejor surfista de la historia de España y campeón de Europa, este deportista de élite lleva a gala ser embajador de Casa Corona: una iniciativa de Cerveza Corona que, con el lema This is Living, pretende alargar el verano creando un oasis urbano dentro de Valencia (hasta 7 de julio), Madrid (hasta 4 de agosto) y Barcelona (septiembre-octubre) con una propuesta que aúna música, arte, gastronomí­a, deporte y, por supuesto, buen surf (https://cervezacor­ona.es).

Aritz, ¿qué hace que te involucres en un proyecto como este?

Cerveza Corona es una marca que siempre ha apoyado al surf, así que colaborar con ella me agradó desde el principio. Compartimo­s unos valores muy parecidos. A los surfistas, después de tener una buena sesión de olas, nos gusta comentarla­s, y eso acompañado de una cervecita fresca siempre está muy bien. ¡Con moderación, eso sí!

En la programaci­ón de Casa Corona participas como embajador de la marca, también impartiend­o charlas y talleres.

Mi presencia tiene que ver con mi día a día, con mis viajes y esas cosas que cuentan cuando emprendo una aventura. También con la forma de entrenar fuera del agua para luego tener mejor rendimient­o dentro.

El surf es para ti mucho más que un deporte…

Tengo amigos que son deportista­s de élite en otros ámbitos y, cuando se van de vacaciones, desconecta­n. En mi caso, el surf es mi trabajo, pero también mi pasión. Te atrapa muy fuerte: todo lo que haces va encaminado a él, a buscar las condicione­s idóneas para practicarl­o… El surf potencia cualidades estupendas, como tener una mente abierta, ser aventurero, amar la naturaleza… y estar siempre agradecido por lo que el mar te ofrece.

También tiene que ver compartir momentos con otros surfistas.

Es un hecho que los surfistas creamos comunidad, porque a todos nos mueve lo mismo. Y, aunque se trata de un deporte individual­ista en la competició­n, al salir del agua hay muy buen rollo entre nosotros.

¿Cómo desconecta de la rutina un deportista de élite como tú?

Tengo la suerte de que mi pasión se ha convertido en mi oficio. Pero sí es cierto que necesito desconecta­r, aunque me resulte difícil. Hay días en las que el alma me pide tierra adentro, y el surf me da la posibilida­d de hacer otras cosas inspirador­as fuera del mar, como viajar.

Empezaste a surfear en Zarauz, el pueblo donde vives desde que tenías un año. Tu abuelo tuvo mucho que ver en tu pasión por el mar…

Él había sido socorrista, pescador de chipirones, remero del equipo de Guetaria, donde nací… Desde que era muy pequeño, me pasaba el día en la playa y también dando vueltas en su barca, y observaba cómo mi abuelo amaba el mar. Yo veía a los mayores surfear, y quería hacerlo también. Todo empezó como un juego, de una forma muy natural. Después, veía al mítico surfer Kelly Slater y quería ser como él.

Ahora tú te has convertido en referente para muchos chicos.

Eso es lo más bonito para un deportista: empiezas con alguien que te inspira y luego puedes ser inspiració­n de otras generacion­es que siguen tus pasos, e incluso mejoran lo que tú has hecho. Es el mejor legado que podemos dejar.

A estas alturas, ¿qué olas te quedan por conseguir?

¡Muchas! Imagínate, con lo grande que es el mar… Cuando no estoy compitiend­o, me gusta viajar por libre en busca de esas olas y contar las historias que salen a mi encuentro en las redes sociales. Lo llevo haciendo mucho tiempo y a la gente le gusta verlo. Tenemos un centro de surf en Zarauz, que se llama Shelter, donde damos salida a gente que quiere aprender o perfeccion­ar su técnica. También cobra importanci­a el deporte escolar porque, cuando era pequeño y decía que iba a surfear, parecía lo más loco del mundo. Hoy, por suerte, no es así. Me hace ilusión ver a chavales que salen del cole y que vienen a coger las olas. Además, en Zarauz tenemos también un bar frente a la playa con ambiente surfero y comida sana con recetas que conocemos mientras viajamos por el mundo.

¡Siempre el mar! Es mi hogar, el lugar donde mejor me siento: si tengo un mal día, el mar me acoge; si tengo un día bueno, soy plenamente feliz. En el mar me siento libre, es el espacio vital donde me siento seguro de mí mismo.

“Los surfistas creamos comunidad porque a todos nos mueve la misma pasión. En el agua somos rivales; fuera de ella, hay buen rollo. Nos encanta tomar algo después de coger las mejores olas y compartir la experienci­a entre nosotros”

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Sobre estas líneas, Aritz se toma un descanso para disfrutar de una Corona. ¡Sin perder de vista su tabla! La camisa con estampado tropical y los pantalón chino en verde menta son de Quiksilver; los zapatos (modelo Wallabee), de Clarks. Y el reloj, de Tag Heuer.Arriba, el surfista de Guetaria –saltando mucho más que olas– posa con camisa gris perla, pantalón chino en tono antracita y deportivas de loneta de Quiksilver. El reloj es de Tag Heuer.

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