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La periodista Sara Carbonero y el modelo y actor Andrés Velencoso protagonizan la campaña Los Impecables, de Cortefiel. Con ellos hablamos de la moda y de aquello que llena sus vidas.
SARA CARBONERO & ANDRÉS VELENCOSO Ambos resultan todo un ejemplo de estilo: por su naturalidad, su manera de ver la vida y por saber elegir en cada momento el outfit más adecuado. No es de extrañar que la periodista y el modelo (y ahora también actor) protagonicen la nueva campaña de Cortefiel, Los impecables, ser el mejor vestido en cualquier ocasión: una auténtica declaración de principios perfecta para estas navidades.
“EN TEMAS DE ESTILO,
LA CLAVE ES SER NATURAL, TENER UNA MANERA COHERENTE DE VIVIR, QUE NADA RESULTE IMPOSTADO”,
SARA CARBONERO
Sucede un año tras otro: queramos o no, el espíritu navideño se va colando por cualquier rincón de nuestras vidas, hasta que nos vemos felizmente atrapados en la cena de Nochebuena, en la copa de la empresa o en la cabalgata de reyes... Días donde hacemos propósitos de ser buenos, de recuperar nuestro alter ego infantil. Sara Carbonero (Corral de Almaguer, Toledo, 1984) y Andrés Velencoso (Tossa de Mar, Girona, 1978) no escapan a esta locura transitoria que supone la Navidad. Para ambos, este es tiempo de estar en familia y de crear recuerdos tan entrañables como los que llenaron su niñez. “Siempre ha sido mi época favorita del año. En mi casa, siempre lo hemos celebrado muchísimo, con toda la familia reunida”, dice la periodista. “Ahora nos repartimos entre la mía y la de Iker [su marido, el futbolista Iker Casillas]. Y si nos tenemos que quedar en fin de año en Oporto, donde vivimos, nos reunimos con amigos. Aunque también es época de saudade, porque casi siempre falta alguien... Pero ahí haces un esfuerzo por los más pequeños”. Para el modelo y actor, la Navidad sigue siendo una excusa perfecta para anclarse a sus afectos en Tossa de Mar, donde aún sigue abierto el restaurante costero de sus padres. “Son días en los que todo el mundo quiere viajar, pero a mí me gusta estar tranquilo allí. La casa y la familia para mí son muy importantes, me ponen los pies en la tierra, aunque nunca he perdido el norte porque el ejemplo de mis padres ha estado siempre muy presente”, reconoce Andrés Velencoso. Ahora bien, la Navidad también es sinónimo de mostrarnos perfectos en cada momento. Y en ese sentido, tanto Sara como Andrés pueden darnos una lección de estilo. Por eso, la pareja protagoniza la nueva campaña de Cortefiel, cuyo claim no deja lugar a dudas: “Los impecables, ser el mejor vestido en cualquier ocasión”. Un objetivo muy deseable que, gracias a las nuevas colecciones de la firma española, se convierte en una auténtica realidad.
¿Qué significa estar impecable para vosotros?
Andrés Velencoso: Saber que tu look es el adecuado en cada situación, sin ir over the top, ni tampoco muy tirado. Por ejemplo, en mi día a día, yo voy cómodo, con unos jeans o unos chinos y una camiseta; sin embargo, cuando voy a un evento o cuando la ocasión lo requiere, hay que estar a la altura.
Sara Carbonero: Ir impecablemente vestida no es ni ir muy arreglada, ni muy llamativa. Es acertar en cada situación y eso puede incluir un vaquero y una camiseta. Aunque ¿quién no ha dado mil vueltas hasta dar con el look que, finalmente, vamos a llevar? Sara, tú eres referente de estilo para muchas mujeres. ¿Cómo llevas tener esa capacidad de influir? Es mejor no pensarlo, porque si no sentiría una responsabilidad demasiado grande. A mí, más que aplicarme el término influencer, me gusta inspirar. Porque esta palabra siempre encierra algo positivo. Siempre he sido así, antes incluso de trabajar en televisión. Mi madre dice que de pequeña me encantaba la moda, que era un poquito presumida, en el buen sentido de la palabra. Eso no tiene truco, la clave está en ser natural y ser creíble con todo lo que vistes, con lo que dices, haces... es decir, tener una manera coherente de vivir. Cuando me llegó el boom mediático de la tele y del Mundial de Fútbol de Sudáfrica, en 2010, me cogió por sorpresa. Pero, en cuestión de estilo, ya vestía así, no cambié porque fuera un personaje más o menos público. En cuanto a mi manera de ser, tampoco he cambiado: sigo siendo bastante tímida, introvertida…
Asus 40 años, Andrés Velencoso no parece tener ni un ápice de timidez. Está curtido en mil y una batallas. Sabe desde niño que nada se consigue sin esfuerzo: tiene el ejemplo de sus padres, dueños de un bar de costa en Tossa de Mar, Casa Andrés, en el que toda la familia acababa echando una mano. Tampoco lo tuvo fácil cuando dejó sus estudios de
turismo para probar suerte en el mundo de la moda en el que, a priori, no acababa de cuadrar por su aspecto. ¡Qué cosas, ese mismo aspecto que le ha convertido en el top español con mayor proyección internacional! Louis Vuitton, Chanel, Jean Paul Gaultier y otras muchas firmas han confiado en él a lo largo de su exitosa carrera. Sin embargo, Andrés, inquieto y curioso, decidió emprender un nuevo camino hace seis años: convertirse en actor. Y, poco a poco, suma puntos en la interpretación. Tras su debut en la gran pantalla con el thriller Fin, ha probado también la comedia con Señor, dame paciencia –que, por cierto, bien podría tener una segunda parte–. Y la ficción televisiva también ha cobrado importancia con B&B, Edha y Velvet Colección, donde ha dado vida a un embajador malo malísimo.
Andrés, tú sabes bien que a través de la moda transmites mensajes; ahora, como actor, también transmites emociones mediante un personaje.
Los modelos también lo hacemos; de hecho, en una campaña publicitaria o en la pasarela hago distintas versiones de Velencoso: duro, sexy, cercano...
¿Y qué hizo que un modelo internacional reconocido, como tú, decidiera ser actor? Muchas ganas de experimentar cosas nuevas. Tuve unos años de dudas, pero pensé que si no lo hacía me quedaría con las ganas. Lo fui madurando y lo decidí seis meses antes de rodar Fin. No había estudiado nada, y eso fue un fallo, porque me tenía que haber preparado meses antes de emprender el proyecto. Si no te dedicas a la interpretación, no te das cuenta de lo difícil que es y de lo preparado que debes estar.
La carrera de modelo parece que tiene fecha de caducidad, no así la de actor. ¿Un top model está preparado para el momento de desfilar menos?
La verdad es que no me imagino trabajando como modelo cuando tenga 60 o 70 años, y de actor sí. Después de 20 años en la profesión, te vas preparando poco a poco. No es algo abrupto, de un día para otro, vas dejando de hacer unos trabajos y emprendiendo otros. Digamos que es una forma progresiva de evolucionar como persona y como profesional.
Dices que la actuación no es fácil, pero tampoco lo fue la moda y la publicidad cuando comenzaste...
Sí, pero cuando tienes 20 años, todo es nuevo para ti, tienes energía, no te afectan tanto las cosas. Como modelo, haces 30 castings a la semana, así que es imposible implicarte tanto: cuando te dicen que no, te importa menos. Como actor, cuando te está costando que tu carrera despegue, cuesta más encajar las negativas. Quizá sea un golpe al ego.
D“COMO ACTOR TRANSMITO EMOCIONES A TRAVÉS DE LOS PERSONAJES QUE INT ERP5RETO; TAMBIÉN COMO MODELO, GRACIAS A AQUELLO QUE LLEVO PUESTO”, ANDRÉS VELENCOSO
urante nuestra sesión de portada, Sara está pendiente de cualquier detalle para que todo salga a la perfección. Ha sido un día duro de trabajo, pero le hace feliz comunicar lo que supone para ella ser imagen de Cortefiel. “Es una firma muy cercana para mí, un referente ya desde pequeñita porque siempre estaba presente en el armario de mi madre”. Cualquier prenda o complemento que luzca en sus apariciones públicas, en su blog o en Instagram (única red social donde participa y en la que cuenta con dos millones de seguidores) se convierte en un must. Sin embargo, lo que busca, más que ser prescriptora de estilo, es servir de inspiración en su modo de vida, en los libros que lee, en los lugares que conectan con ella y en dar apoyo a aquellas causas solidarias en las que cree. Confiesa que el año que acaba ha estado repleto de experiencias gratas, y sueña con un 2019 igual de positivo. Echa de menos el pulso diario de una redacción, así que si llega un proyecto en televisión será bien recibido, “siempre y cuando pueda regresar a casa en el día para estar cerca de mis niños”. Y, aunque considera que la literatura son palabras mayores, le tienta cada vez más la aventura de escribir un libro. Como dice, citando a Federico García Lorca, “hay almas a las que uno tiene ganas de asomarse, como a una ventana llena de sol”. La suya es una de ellas.
Vives con tu marido y con tus dos hijos en Oporto, pero estás en un ir y venir continuo, con la maleta siempre hecha. ¿Cómo lo sobrellevas?
Lo llevo bien porque estamos a una hora de avión y eso hace que sea llevadero. Vengo unas dos veces al mes y siempre intento volver a casa para dormir; en especial, desde que tengo a los peques, que ahora tienen cuatro y dos años. Por3suerte, hay un vuelo estupendo a última hora del día que me permite regresar y estar con ellos. La maternidad es maravillosa y la estoy disfrutando mucho, pero necesito mis espacios.
¿Cómo te ha cambiado la vida ser madre?
Podría estar dos horas contándote lo que ha supuesto para mí. Me ha permitido conocerme a mí misma mucho mejor, me ha enseñado dónde están mis límites, mi paciencia… Desde que soy madre, reconozco que soy más miedosa. ¡Soy muy drama queen! Pienso en las enfermedades que puedan tener, en sus relaciones en el colegio… Solo deseo que estén bien y sanos porque hay muchas cosas importantes en mi vida, pero nada como ellos. Con todo, si ponemos todo en una balanza, gana lo positivo. Ser madre hace que relativices mucho, que aprendas a establecer prioridades. Sinceramente, creo que es lo mejor que te puede pasar en la vida.
¿Y cómo vivís la fama en una ciudad pequeña?
Es maravilloso porque no existes, no hay paparazzi, no hay programas del corazón… Los aficionados que se acercan a Iker son muy cariñosos; ese tipo de fama nunca nos ha importado, que la gente te demuestre su cariño es fenomenal. También tengo que decir que me gusta mucho la cultura portuguesa: el ritmo en Madrid es trepidante, más impersonal, pero en Oporto es todo pura slow life, que es lo que me gusta. Allí hay muy buena calidad de vida, es como un pueblo grande y, para mí, que soy de un pueblo de Toledo, es como estar en casa. Además, nunca había vivido al lado del mar, y ahora mi casa está mirando al Atlántico, y es estupendo. Es verdad que echamos en falta a nuestra gente. Y también mi rutina de la tele, pero ha tocado así y reconozco que estoy disfrutando esta etapa un montón. Creo que la recordaré con saudade cuando termine.