Salvini defiende en Moscú la supresión de las sanciones comerciales contra Rusia
El ministro del Interior italiano subraya su cercanía al Kremlin en un viaje relámpago para asistir a un foro empresarial
fes de Gobierno los planes de emergencia que prepara Bruselas para garantizar la estabilidad de la economía del continente en caso de que se precipite un Brexit brutal.
Nadie desea acercarse a ese escenario, insisten todas las fuentes. Y como señal de buena voluntad hacia Londres, los líderes europeos parecen dispuestos a retomar la cumbre de noviembre prometida a May para cerrar el Brexit y que quedó en el aire después de que en Salzburgo la primera ministra diese por concluido su margen de negociación.
Mover ficha
Londres parece ahora dispuesto a mover ficha. Pero a falta de saber el alcance real de ese movimiento y la capacidad de May para llevarlo a cabo, varios socios europeos prefieren seguir supeditando la convocatoria de la cumbre de noviembre a que se produzcan verdaderos avances en la negociación.
“Theresa May debe concretarnos qué se puede aceptar teniendo en cuenta sus equilibrios políticos”, reclamó Macron a la vista de que el Gobierno británico se tambalea cada vez que se produce algún avance hacia un Brexit blando y favorable económicamente a las dos partes. La presidenta de Lituania, Dalya Grybauskaité, especializada en aprovechar el escaso peso relativo de su país para cantar las verdades a los supuestos gigantes, fue mucho más dura y directa: “Por ahora no sabemos qué quieren los británicos y lo que es peor, ni siquiera ellos saben lo que quieren”.
Bruselas y Londres se culpan mutuamente de intransigencia en relación con el tema más espinoso, la frontera entre las dos partes de Irlanda. Y las diferencias provocaron el domingo un choque frontal entre Barnier y el negociador británico, Dominic Raab, que puso en riesgo de descarrilamiento toda la negociación. Al día siguiente, la Comisión Europa anunció que aceleraba los preparativos ante el peligro de llegar a un catastrófico Brexit sin acuerdo. Pero en las horas previas a la cumbre se suavizaron asperezas y se buscó un mínimo consenso para seguir adelante. May, al menos, puede volver a casa sin la sensación de derrota que se llevó de Salzburgo.
se niega: “Ese mercado único a la carta daría una ventaja competitiva a las empresas británicas en relación con las europeas”, advierte el negociador.
La transición. El peligroso parón en el diálogo asusta a las dos partes por el riesgo de que las posiciones se enroquen y de que la aparente táctica negociadora en la recta final acabe provocando la catástrofe que se quería evitar. Para esquivar ese peligro, los equipos negociadores empiezan a tantear la posibilidad de una prórroga en el periodo transitorio de salida, previsto ahora en 21 meses. Durante ese período, que podría prolongarse 12 meses más, hasta diciembre de 2021, todo el Reino Unido permanecería en la unión aduanera, creando así un plazo más amplio para negociar la futura relación. Hubo un tiempo en que a Matteo Salvini le gustaba lucir una camiseta con la foto de Vladímir Putin y fotografiarse con ella. En el despacho del líder de la Liga y actual ministro italiano del Interior, a las afueras de Milán, todavía hay algunos objetos que delatan su pasión por el mandatario ruso. Nunca lo ha ocultado. Y una vez en el poder, las conexiones de la Liga y el Kremlin son evidentes.
Ahora, por segunda vez desde que es ministro, Salvini ha volado a Moscú para intentar mantener una promesa electoral. La misión era entrevistarse con empresarios y una delegación del Ministerio de Exteriores y airear su intención de liquidar las sanciones comerciales que pesan sobre Rusia desde que anexionó la península de Crimea en 2014. El horizonte de la batalla son las próximas elecciones europeas. “Si los movimientos de los que formo parte ganan, la relación con Rusia cambiará”, anunció ayer nada más aterrizar.
La conexión rusa con Italia no es ninguna novedad. Silvio Berlusconi ya cultivó una amistad mucho más profunda con Putin durante sus años como primer ministro. El presidente ruso todavía se deshace en elogios hacia el excavaliere, que hace pocas semanas incluso estuvo en su casa del mar Negro festejando su cumpleaños. Aquella relación entre los entonces nuevos machos alfa de la política aportó grandes tardes de gloria (económica) a Italia y Salvini busca ahora recuperarlas desloqueando el intercambio comercial. “Gracias a las sanciones, Francia y Alemania están aumentando su cuota de mercado. Así que los aliados para eliminar las sanciones son los países mediterráneos. Luego, hay que superar la desconfianza histórica comprensible de los países bálticos y del este como Polonia”, ha afirmado.
Contrato de Gobierno
Salvini, en pleno desafío a la Unión Europea con unos presupuestos que difícilmente aceptará Bruselas, quiere romper los embargos comerciales a Rusia. Estaba en el contrato de Gobierno que firmó con el Movimiento 5 Estrellas (M5S) y, según el líder de la Liga, las sanciones a Rusia le han costado ya a Italia unos 7.000 millones de euros. Y más allá de las cifras, es innegable que el bloqueo ha tenido una incidencia negativa en las empresas italianas de carne y tejidos que basaban su cuenta de resultados en la exportación a ese país. Por eso hay un sector creciente del empresariado italiano que apoya fuertemente este cambio de rumbo y que ayer se vio con él en Moscú.
La decisión pasa obligatoriamente por una Europa cada vez más debilitada frente a las corrientes populistas.
La visita de Salvini, sin embargo, trasciende a un mero encuentro con empresarios italianos en Rusia. Le acompañaba en la expedición relámpago (ida y vuelta en el mismo día) Luca Morsi, el cerebro digital de Salvini conocido por ser el creador de La Bestia: el sistema que permite al ministro del Interior viralizar su propaganda en la Red. Un software parecido al que se ha utilizado en algunas campañas rusas de desinformación.
Además, a poco más de medio año de unas trascendentales elecciones europeas, Rusia tiene mucho interés en poner algunas fichas en la mesa del posible ganador. Ya pudo verse en plena campaña electoral italiana con el apoyo total de Sputnik —un medio ruso de capital público— a la Liga. Este medio opera, entre otros idiomas, en italiano, y contribuyó descaradamente a la falsa imagen de una Italia invadida por unos refugiados responsables del desempleo y de la inflación.
Salvini se vio en marzo del año pasado —cuando solo era el líder de la Liga— con Sergei Zheleznyak, encargado en el Kremlin de las relaciones con los partidos europeos. Ese día se firmó un acuerdo que llevaba gestándose meses. El texto hablaba de “cooperación en materia de seguridad, la defensa de los valores tradicionales y futura cooperación económica entre Italia y Rusia”.
Una idea que puede verse también en todos los documentos firmados con el Frente Nacional (FN, ahora Reagrupamiento Nacional) de Marine Le Pen o con los ultraderechistas del Partido de la Libertad de Austria (FPÖ). Ambos, como la liga y el Movimiento 5 Estrellas, beligerantes con la Unión Europea. Una munición de primera calidad con el objetivo de las próximas elecciones al Parlamento Europeo, donde todas estas formaciones cobrarán especial relevancia.