El Congreso más derechista desde la dictadura
La ola Bolsonaro, que barrió en la primera vuelta de las elecciones en Brasil, celebrada el pasado 7 de octubre, ha impulsado el Congreso más conservador desde el fin de la dictadura (1965-1985) en el país más poblado de América Latina. De los 513 asientos en la Cámara de los Diputados, 301 estarán en manos de parlamentarios de partidos de derecha a partir del 1 de enero de 2019, 63 más que en las últimas elecciones, que tuvieron lugar en 2014. El Partido Social Liberal (PSL), del ultraderechista Jair Bolsonaro —claro favorito a la Presidencia en la segunda vuelta, que se disputará el próximo 28 de octubre—, partía por ejemplo con ocho escaños. El 7 de octubre logró aumentar esa cifra hasta los 52 asientos, casi la décima parte de la nueva Cámara.
El PSL superó a formaciones tradicionales de centroderecha, como el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) y el Movimiento Democrático Brasileño (MDB), que perdieron buena parte del poder acumulado en sus bancadas. El primero pasó de 49 asientos a 29 y el segundo, de 51 a 34. Pero, globalmente, el empuje de las formaciones de derechas ha crecido, y mucho.
“Estamos viendo un movimiento de aumento de los conservadores en el Congreso desde finales de la década pasada, pero ahora parece que tienen fuerza para, de hecho, imponer una agenda si Bolsonaro finalmente gana” el 28 de octubre, analiza Oswaldo do Amaral, profesor de Ciencia Política de la Universidad Estatal de Campinas.
El candidato ultraconservador, más que probable futuro presidente de Brasil, cosechó 49 millones de votos en la primera vuelta, el 46% del total. Y su auge llevó en volandas a los candidatos a diputado que enarbolaron su bandera conservadora, anti-Partido de los Trabajadores (PT) y anticorrupción.
Las consecuencias de este fenómeno todavía dependen de dos condicionantes: la confirmación de la victoria de Jair Bolsonaro en la segunda vuelta del día 28 y las opciones estratégicas que el nuevo presidente adopte si sale finalmente elegido. ¿Utilizará su capital político para intentar implementar complejas reformas económicas, como la de las pensiones, o concentrará sus fuerzas en aprobar proyectos relacionados con los usos y costumbres para satisfacer a los sectores
Un proyecto de ley plantea primar en la escuela los valores familiares
Ha habido una drástica reducción de escaños que ocupan sindicalistas
más conservadores en el plano social?
El incremento de conservadores en el Congreso trae consigo —esto sí es seguro— un alza en la probabilidad de que salgan adelante proyectos como la flexibilización del estatuto del desarme y de la denominada “escuela sin partido”, una polémica propuesta que vulnera las leyes educativas y que establece que, en la enseñanza, los valores de orden familiar deben prevalecer en todo lo relacionado con la educación moral, sexual y religiosa.
Alejarse de cualquier traza de progresismo pasa, también, por revisar la forma en que se enseña en los centros educativos la dictadura militar, alabada por los partidarios de Bolsonaro. Ambos asuntos se tramitan como proyectos de ley, por lo que no requieren mayorías cualificadas en las votaciones, explica Antônio Augusto de Queiroz, director del Departamento Intersindical de Asesoría Parlamentaria (DIAP).
Desde el momento en que terminó el recuento de votos, el DIAP ha cruzado datos electorales para medir el tamaño de los frentes temáticos, o grupos de presión, del Congreso, como el de la agroindustria, el evangélico o el de la seguridad pública. Los datos muestran, por ejemplo, que se ha producido una drástica reducción en el número de parlamentarios vinculados al sindicalismo: solo 33 diputados tienen algún tipo de relación con el mundo de los sindicatos, 18 menos que hasta ahora.
Agenda propia
Los grupos de presión agroindustrial y evangélico también han experimentado una “pequeña reducción” en estas elecciones, pero las propuestas que defienden ganan fuerza al formar parte del discurso del propio Bolsonaro. Al contrario, se ha producido un fuerte aumento del número de parlamentarios que abogan por la mano dura en las políticas de seguridad pública, uno de los asuntos que marcaron la primera vuelta.
André Borges, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Brasilia, explica que el perfil de la Cámara es ahora “más extremo”, dado el bajo desempeño de los partidos de centro y la modesta presencia de los partidos de izquierda, que se han quedado en 137 escaños, uno menos de los cosechados en 2014. Sin embargo, el académico considera que un eventual Gobierno de Bolsonaro no lo tendría tan sencillo para implementar su agenda, tanto en el área económica como social.