Abuelas, madres y tías costureras
mujer. Por este motivo, la mayoría de los diseños expuestos son femeninos, salvo el uniforme, un chaleco de Montesinos y una cazadora de André Courrèges. En ¡Cómo hemos cambiado! se puede ver un vestido floreado, un conjunto de chaqueta de pana y falda de Loewe y, también de esta firma, un abrigo de piel vuelta cuyas líneas se reconocen en las imágenes de archivo que estos días se han recordado y de las que muchos habrán pensado: “Como el de mi abuela [o mi madre o el mío]”. Incluso, es posible que algunos sigan en los armarios y puedan tener uso. Como explica Gutiérrez, quizá la moda sea cíclica, El vestido azul marino con cuello de bebé y nido de abeja que se puede ver en ¡Cómo hemos cambiado! no es una prenda característica de 1978; cualquier niña del último siglo lo ha llevado. Es una pieza de confección doméstica, esto es, hecha por una de los millones de mujeres que a lo largo de la historia han cosido y realizado las prendas del vestir diario. En los setenta, revistas como Burda facilitaban patrones a esas madres, tías o abuelas que, con mayor o menor creatividad pero elevada cualificación, vestían a gran parte de España.
“lo que sí ha cambiado es la durabilidad”. El concepto “obsolescencia programada” no tenía uso en 1978, pero es común hoy que los objetos nacen ya con caducidad. “La sostenibilidad en moda es volver a comprar ropa duradera”, dice el comisario.
Incombustibles son también algunos de los discos que se exponen: un vinilo de Mocedades o Can't Stand Losing You, de The Police. Puede que la obsolescencia también juegue su papel con las canciones ganadoras de Eurovisión, en 1978 fue la muy recordada A-BaNi-Bi, de Israel. Este año ha ganado el mismo país con un tema que siete meses después ¿quién recuerda? La televisión como única ventana al mundo era otro de los elementos fundamentales del momento. Así, uno de los programas con más éxito era Un, dos, tres..., cuyo creador y director, Chicho Ibáñez Serrador, será el próximo Goya de Honor. La clave era otro de los programas que triunfaba, un espacio impensable ahora, sobre todo porque era lo opuesto al “libre de humo” hoy obligatorio. Allí se debatían temas de actualidad como el de la portada de Blanco y Negro del 6 de diciembre de 1978, que se puede ver en la exposición y cuyo titular era “Un sueldo para el ama de casa”. En realidad, ¿cuánto hemos cambiado?