El Liverpool sigue siendo el rey del caos
Los ‘reds’ derrotan al Nápoles y logran el pase a octavos con un gol de Salah, acompañando a un PSG venido arriba
Seguramente a cualquier otro equipo que no sea el Liverpool jugar permanentemente en el alambre emocional le destrozaría la salud. Pero resulta que a los reds, a estos reds que dirige Jürgen Klopp, a los que llevó hasta la final de la Champions la pasada temporada y ahora a octavos (de momento), les van los partidos que se disputan en medio de un frenesí atlético. No hay otra forma para entender que su espartana victoria sobre el Nápoles resulte al mismo tiempo el producto lógico de un planteamiento deportivo que no contempla la relajación, ni siquiera como recurso desesperado.
Y eso que pudo verse fuera si Allison no llega a minimizar la portería en el tiempo de descuento con su corpachón ante Milik, que con todo de cara y medio metro para la gloria no supo esquivar al portero brasileño. Una jugada que se desarrolló en medio de dos ocasiones de gol de Sané, ambas con mismo resultado, dos errores garrafales que bien pudieron ayudar a tranquilizar un encuentro decidido por un gol de Salah, taquicárdico, aun así, de principio a fin.
En Anfield hubo jaleo y más jaleo. Carreras y esprines como si la vida fuera llegar antes una y otra vez. No es Klopp un entrenador que admire la pausa, le resta sentido al caos. Por eso el Liverpool es un equipo veloz pero atormentado por esa necesidad de que todo suceda con más ritmo del adecuado. No tiene creadores sesudos, pero sí lanzadores. Ejecutores de contragolpes como Henderson o Milner, la raíz más inglesa de un equipo multicultural. Pero son eso, meros transmisores.
Para Ancelotti y el Nápoles, sin embargo, hay grises en el arcoíris.