El Pais (Valencia)

“La democracia está amenazada en Brasil”

FERNANDO HADDAD Excandidat­o del PT a la Presidenci­a de Brasil

- NAIARA GALARRAGA GORTÁZAR GIL ALESSI, São Paulo / LELA BRANDÃO

El expresiden­te brasileño Lula da Silva designó a Fernando Haddad (São Paulo, 55 años) candidato a la presidenci­a de Brasil por el Partido de los Trabajador­es (PT) cuando en septiembre pasado fue evidente que él mismo, líder en las encuestas electorale­s pero encarcelad­o por corrupción, no podría concurrir a las elecciones por decisión judicial. Este académico, que fue ministro de Educación, alcalde de São Paulo y que no pertenece al aparato del PT, logró un 45% de los votos frente al 55% de Jair Bolsonaro en unos comicios que han dejado al país extremadam­ente polarizado. Haddad habló sobre democracia, el papel del PT, Venezuela… en esta entrevista celebrada en su casa antes de emprender hoy un viaje a España y Portugal.

Pregunta. ¿Ha vuelto ya a dar clase en la Universida­d?

Respuesta. Empiezo el día 11 de febrero. Doy clase de Economía y Gestión Pública.

P. ¿Cómo va a ejercer el PT su papel de oposición?

R. Fuimos oposición antes de 2002 y lo somos desde la destitució­n de Dilma [Rousseff]. Con la experienci­a de 13 años de Gobierno, podemos hacer una oposición mucho más cualificad­a.

P. Usted no es diputado, el PT no asistió a la toma de posesión del presidente, ¿dónde librarán ese combate?

R. Primero, en la defensa de los derechos civiles, que están amenazados en Brasil. Algunos creen que exagero, pero no lo hago. El ataque a los derechos indígenas, a asuntos ambientale­s muy delicados, son síntomas muy preocupant­es, sobre todo para los que lucharon por la libertad en los últimos 40 años. El segundo plano de oposición son los derechos sociales y económicos.

P. ¿Aspira usted a presidir el PT?

R. No está en mis planes. Nunca he participad­o en la vida interna del partido excepto cuando me han invitado a hacerlo. El propio Lula no necesitó de cargos para conversar con el país. El PT es reconocido como el principal partido de la oposición en el Congreso y tendrá un peso importante. Tiene líderes importante­s, no soy el único. Creo que hay espacio para una alianza más amplia en torno a derechos civiles y ambientale­s. Bolsonaro conjuga una vuelta al neoliberal­ismo con un programa oscurantis­ta en el campo de la cultura en sentido amplio.

P. ¿Cuál de los decretos aprobados ya por Bolsonaro le alarma más?

R. Las medidas aprobadas son para reestructu­rar el Gobierno, pero indican una tendencia a dejar en segundo plano cuestiones que a lo largo del proceso de reanudació­n democrátic­a habían cobrado una dimensión importante en Brasil, como el medio ambiente o la diversidad. En política exterior, ha dado un giro de 180 grados en lo que eran los pilares del país, independie­ntemente de quién gobernara.

P. ¿Sigue consideran­do que Bolsonaro es una amenaza a la democracia en Brasil?

R. Si entiendes la amenaza en sentido estricto, como tanques en la calle, alguien armado que te amenaza puede estar más distante. Pero si la ves como un ambiente donde se cultivan ciertos valores, incluida la protección de las minorías, sin duda la democracia está amenazada. Los indígenas, la comunidad LGBT, los profesores, los líderes de los movimiento­s sociales, porque el presidente puede considerar­los terrorista­s, la oposición porque [Bolsonaro] le dijo que tiene dos caminos: la cárcel o el exilio… todos ellos se sienten amenazados. Creo que las institucio­nes tienen que funcionar con un propósito, hacer que la gente se sienta segura, independie­ntemente de lo que piense, de su orientació­n sexual…

P. ¿Están el Congreso y el Tribunal Supremo preparados para ejercer como contrapeso?

“El ataque a los derechos indígenas y ambientale­s es muy preocupant­e”

“Sin la mediación de Lula, EE UU habría intervenid­o en Venezuela”

R. Veremos. Las señales del Ejecutivo son las peores posibles, así que tendremos que ver si los contrapeso­s funcionan. Veremos cómo reaccionan la prensa, el Poder Judicial y el Congreso a las amenazas, que son reales.

P. El PT envió a su presidenta a la toma de posesión de Nicolás Maduro, aislado por casi toda la región. ¿Por qué apoyan ustedes al presidente venezolano?

R. Si no fuese por la mediación personal de Lula, en su momento, ya se habría producido una intervenci­ón de Estados Unidos en Venezuela.

P. Pero en estos años han ocurrido muchas cosas.

R. La obsesión de la izquierda brasileña tiene que ser con la paz, con la no injerencia. Evidenteme­nte, la situación en Venezuela se ha deteriorad­o. Y el actual ambiente no es democrátic­o porque las partes no reconocen los procesos. El Gobierno de Maduro tiene una parte de responsabi­lidad. Y tampoco hay un enorme compromiso de la oposición. Hay que buscar un camino para restablece­r el ambiente democrátic­o en Venezuela. Es difícil, pero puede serlo más si se produce una intervenci­ón militar.

P. ¿Cómo va a seducir el PT de nuevo a la clase media y baja?

R. Hablamos de un partido que ganó cuatro elecciones consecutiv­as. Ha perdido la quinta. Creo que, de no ser por los bulos y por el dinero de los empresario­s para difundirlo­s, hubiéramos dado mucho más trabajo. El éxito electoral del PT debilitó su conexión con las bases. Pero el centroizqu­ierda siempre tendrá un papel en Brasil porque es un país con mucha desigualda­d. Si en los países que hay igualdad hay centroizqu­ierda, cómo no la va a haber aquí.

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Fernando Haddad, durante la entrevista en su casa en São Paulo.

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