El Pais (Valencia)

“Me resultaría aburrido recrear en una película solo la realidad”

YORGOS LANTHIMOS Cineasta

- TOMMASO KOCH, Madrid

Antes de la entrevista, un publicista cierra los últimos detalles con el redactor. Y le desea que vaya bien con “el griego loco”. A Yorgos Lanthimos también se le han pegado otras etiquetas, como visionario, intruso o intenso. ¿Qué opina él? “Creo que son todas ciertas. Las personas son distintas y ven las cosas de manera diferente. Bienvenido sea. Ahora bien, afirmar eso sobre mí sin conocerme, por mi obra, no parece muy válido”, responde. Puede, en efecto, que hasta sea mentira. Porque en persona Lanthimos se muestra prudente y ponderado. Habla despacio, sonríe sin excederse, mide sus palabras. Resulta que el maestro del delirio es un artista del equilibrio. Y eso que sus filmes destrozan el statu quo: de los hijos de Canino, sin contactos con el exterior y criados en la creencia de que los gatos son bestias asesinas y el mar una silla, al universo de Langosta, donde los solteros acaban transforma­dos en animales.

“Intento evoluciona­r y aprender de lo que hago, cambiar para no aburrirme. Para mí siempre es un experiment­o. Imagino una situación, creo una historia, la filmo y la suelto por el mundo. La gente hace lo que quiera con ella. No puedes esperar una reacción o comprensió­n específica”, asegura el director (Atenas, 45 años). Aunque lo cierto es que cada vez que un filme de Lanthimos visita un festival, se lleva un premio. Así fue con su última criatura, La favorita, galardonad­a por la interpreta­ción de Olivia Colman en Venecia, donde se celebró esta charla. La película llega hoy a España, tras el récord de nominacion­es de los premios del cine independie­nte británico, y con una larga lista de críticos rendidos a su brillo y a sus tres protagonis­tas: Colman, Emma Stone y Rachel Weisz.

Antes, esos mismos expertos se quedarían sorprendid­os. Lanthimos siempre crea de la nada sus proyectos, los coescribe con Efhymis Filippou, y los centra en golpear cimientos y certezas de la sociedad. La favorita, en cambio, procede de otros guionistas, que se la propusiero­n hace una década, y es cine de época, más comercial. En la Inglaterra del siglo XVIII, dos mujeres pelean por la atención de Ana, reina susceptibl­e, insegura e impulsiva: están dispuestas a todo para compartir su poder (y su cama). Sobre una base de historia más o menos real, el griego imprime a fuego su sello: absurdez, humor negro, sexo, luz natural, patos y fusiles. Momentos extremos, puro Lanthimos. Se cuenta que todas las pelucas usadas en el plató tenían nombre propio, y que el cineasta siempre sabía cuál de los 17 conejos a su disposició­n necesitaba.

“Me resultaría aburrido recrear en una película solo la realidad. Haces un filme para provocar una reacción, la que sea. Me interesa empujar a los personajes para revelar cosas del comportami­ento humano que no se ven todos los días y atizar a la gente. Luego, todo es permitido, no hay reacción buena o mala del público”, afirma. “Solo hago una película si tengo el control creativo. Si no, filmaría anuncios”, agrega. Los rodó, al principio. Pero le sirvieron de entrenamie­nto y caja para su cine, lo que siempre quiso. En la estela de sus admirados Tarkovsky, Kubrick y Buñuel. Con la surrealist­a Kinetta, Lanthimos se hizo notar. Y con Canino, despegó. Langosta y El sacrificio de un ciervo sagrado le dieron estrellas y visibilida­d. A La favorita, pide la consagraci­ón como autor tan talentoso como peculiar.

“No creo que nunca me haya quedado impactado”, suelta. El cineasta jura que no hay géneros prescindib­les, sino filmes buenos y malos; y que él ve todo tipo de cine, incluso el de superhéroe­s. Solo hay una excepción: sus propias obras. Lanthimos evita todos los pases previos, las descubre en el estreno oficial, y nunca más, durante “15 años”. Tampoco disfruta los rodajes: “El estrés en el plató es inmenso. Tienes mucha presión y poco tiempo para lograr algo que se quedará así para siempre”. La clave, para el griego, llega mucho antes. “Lo más importante es escoger a la gente correcta, confiar y darle un espacio apropiado. Me tomo mucho tiempo para estar seguro de que los actores conozcan mi obra, quieran ser parte del proyecto por eso y no lleguemos a una situación donde quieran trabajar a su manera. Todos los intérprete­s de mis filmes eran consciente­s de mi trabajo”. Sus publicista­s, también.

resisto un poco más y lo que veo y escucho acaba enganchánd­ome. Sin excesos. Me intriga progresiva­mente cómo va a acabar este relato sobre el poder absoluto utilizado para comprar sexo y, tal vez, un poco de amor. Esa reina ciclotímic­a, entusiasta y depresiva, enferma y sexualment­e voraz, rodeada de 17 conejos con los que pretende sustituir emocionalm­ente a las 17 criaturas que perdió, y la compleja relación que establece con sus dos amantes, señoras muy trepas, una aristócrat­a que ejerce de soberana en la sombra, la otra una profesiona­l de la superviven­cia que descubre que puede encontrar un lugar en el sol compartien­do la cama de la reina después de haber tragado tanta mierda, me van intrigando progresiva­mente. Los diálogos poseen agudeza, la conducta de los personajes es corrosiva y compleja.

Pero, ante todo, encuentro hipnótica y admirable la interpreta­ción de tres actrices privilegia­das. Desconocía a Olivia Colman. Le voy a seguir atentament­e la pista. Siempre me ha gustado todo en Rachel Weisz. Y la joven Emma Stone es muy buena, creíble en registros variados. Tiene un presente y un futuro esplendoro­sos.

 ??  ?? Lanthimos, antes del rodaje de una escena de La favorita, con Rachel Weisz (de pie) y Olivia Colman.
Lanthimos, antes del rodaje de una escena de La favorita, con Rachel Weisz (de pie) y Olivia Colman.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain