El presidente de BlackRock advierte de la pérdida de confianza en las instituciones
Larry Fink es el hombre más poderoso del mercado. Dirige BlackRock, la mayor gestora de fondos del mundo, que administra un patrimonio próximo a los seis billones de euros. Cada año envía una carta a los presidentes de los cientos de compañías en todo
“La coyuntura internacional es cada vez más inestable y, por consiguiente, vulnerable al comportamiento a corto plazo tanto de empresas como de Gobiernos”, señala Fink en su carta de este año. El presidente de BlackRock reconoce que la confianza en los mercados se está deteriorando y que son muchos los que creen que el riesgo de que se produzca una recesión cíclica ha aumentado.
Además, Fink hace énfasis en el aumento de los movimientos populistas: “Estamos observando cómo el sentimiento de frustración, derivado de años de estancamiento salarial, del efecto que ha ejercido la tecnología en el mercado laboral y de la incertidumbre sobre lo que deparará el futuro, ha impulsado el malestar social, los nacionalismos y la xenofobia”.
En este entorno, algunas de las principales democracias del mundo se han sumido, según Fink, “en una devastadora disfunción política que, lejos de aplacar la situación, ha acentuado la frustración social”. Y añade: “La confianza en el multilateralismo y en las instituciones públicas se está desmoronando”.
El poderoso inversor cree que la sociedad, “angustiada por los cambios económicos y el fracaso de los Gobiernos a la hora de ofrecer soluciones duraderas”, está recurriendo cada vez más a las empresas para abordar problemas como la jubilación, la protección del medioambiente o la desigualdad de género. “Estas presiones sociales sobre las empresas, impulsadas en parte por las redes sociales, se están intensificando”.
Además de estas peticiones sociales, Fink recuerda que las compañías han de capear las dificultades que entraña una coyuntura el mundo donde su entidad tiene participaciones significativas para ofrecerles su visión del mercado y sugerirles pautas de comportamiento. En la misiva de este año, a la que ha tenido acceso EL PAÍS, Fink destila pesimismo e insiste en que las compañías deben adoptar estrategias de largo plazo. financiera propia de la fase final del ciclo, como el incremento de la volatilidad, “que puede estimular la adopción de enfoques orientados a maximizar las rentabilidades a corto plazo en detrimento del crecimiento a largo plazo”.
En la carta de este año, el presidente de BlackRock insiste en que las compañías, además de perseguir los beneficios, deben tener un propósito. Este “no es un mero eslogan o una campaña de marketing, sino que es la razón de ser fundamental de las empresas: lo que hacen para generar valor para sus partes interesadas”.
La necesidad de tener claro un propósito resulta cada vez más evidente, según Fink, en un momento en que la sociedad impone a las empresas unos estándares más exigentes, una tendencia que seguirá acelerándose a medida que los millennials (actualmente el 35% de los trabajadores) expresen sus nuevas expectativas en relación con las corporaciones donde trabajan, compran e invierten.